domingo, 31 de marzo de 2024

Capítulo 5. IV. Enseñanza y curación

IV. Enseñanza y curación.

1. Lo que el miedo ha ocultado sigue siendo parte de ti. 2Unirse a la Expiación es la manera de escapar del miedo. 3El Espíritu Santo te ayudará a reinterpretar todo lo que percibes como temible, y te enseñará que sólo lo que es amoroso es cierto. 4La verdad está más allá de tu capacidad para destruir; aceptarla, en cambio, está ente­ramente a tu alcance. 5Te pertenece porque, al ser tú una extensión de Dios, la creaste junto con Él. 6Es tuya porque forma parte de ti, tal como tú formas parte de Dios porque El te creó. 7Nada que sea bueno se puede perder, pues procede del Espíritu Santo, la Voz que habla en favor de la creación. 8Nada que no sea bueno fue creado jamás, y, por lo tanto, no puede ser protegido. 9La Expia­ción garantiza la seguridad del Reino, y la unión de la Filiación lo protege. 10El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la Filiación está unida. 11En presencia de aquellos que oyen la exhor­tación del Espíritu Santo a ser uno, el ego se desvanece y queda des-hecho.

Muchos guiones, que han dado lugar a películas cinematográficas o que han inspirado a multitud de escritores, tratan de la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre el miedo y el amor. De alguna manera, el hombre y la humanidad, proyectan fuera de sí, la dualidad de su mundo interno, en un intento de encontrar una respuesta a la búsqueda de la verdad.

Las enseñanzas de un Curso de Milagros, nos pone de manifiesto, que esa dualidad es el alimento con el que el ego trata de justificar su existencia. Mientras que el miedo, es parte interesada en la creencia en la dualidad, pues de esta manera da sentido a su identidad, el Amor, carece de esa visión dualista, pues no percibe la separación como real y lo que no es real, no existe, es ilusión.

Una mente recta, está inspirada por el Espíritu Santo, y cuando estamos conectados a su Canal, tan sólo podemos ver un mundo unido por el pacto del Amor.

2. Lo que el ego forja se lo guarda para sí, y, por lo tanto, carece de fuerza. 2Su existencia no se puede compartir. 3No muere, simple­mente nunca nació. 4El nacimiento físico no es un comienzo, es una continuación. 5Todo lo que continúa ha nacido ya. 6Aumen­tará a medida que estés cada vez más dispuesto a devolverle a la parte superior de tu mente la parte que no está sana, devolvién­dole de este modo tu mente indivisa a la creación. 7Yo he venido a sentar las bases para que tus propios pensamientos puedan hacerte verdaderamente libre. 8Has cargado con un fardo de ideas que no se pueden compartir y que son demasiado endebles como para poder expandirse. aMas una vez que las concebiste no supiste cómo erradicarlas. 9Tú no puedes cancelar tus propios errores pasados por tu cuenta. 10No desaparecerán de tu mente sin la Expiación, remedio éste que no es obra tuya. 11La Expiación debe entenderse exclusivamente como un simple acto de compar­tir. 12Eso es lo que quise decir cuando afirmé que incluso en este mundo es posible escuchar una sola Voz. 13Si formas parte de Dios y la Filiación es una, no puedes estar limitado al ser que el ego ve.

Si el nacimiento físico fuese un comienzo, tal y como defiende las creencias que dan lugar al ego, su identidad quedaría fundamentada. Sin embargo, a lo largo de las Enseñanzas del Curso hemos aprendido que la mente tiene la capacidad de fabricar una ilusión, percibirla y hacerla real, aun careciendo del sello sagrado de la eternidad. Esa ilusión revela una voluntad dotada de poder creador pero dirigida en una dirección contraria a la de su Fuente, a la de Dios.

El Hijo de Dios, en esa proyección, fabrica un proceso en el que el nacimiento físico se interpreta como el único comienzo de la vida, pero, el Hijo de Dios no es un cuerpo, es el Espíritu que mora en él, y que se encuentra en el proceso de autodescubrimiento que le llevará a liberarse de toda atadura a lo falso e ilusorio.

Este punto es muy aclaratorio en lo relativo al proceso al que hemos hecho referencia y al que se suele llamar "despertar". Nos dice que no podemos cancelar nuestros propios errores pasados por nuestra cuenta. Tan sólo podremos conseguirlo haciendo uso de la Expiación, es decir, entregando al Espíritu Santo todas nuestras decisiones para que la mente recta nos guíe hacia la verdad.

3. Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. 2Se puede compartir porque es amoroso. 3Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también. 4El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. 5Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pue­den entrar en conflicto entre sí. 6 Las ideas del ego, en cambio, pueden entrar en conflicto porque ocurren en diferentes niveles y también porque incluyen pensamientos que incluso en el mismo nivel están en franca oposición. 7Es imposible compartir pensamien­tos que se oponen entre sí. 8Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti. 9El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase. 10Todos los demás permanecerán contigo hasta que el Espíritu Santo los haya reinterpretado a la luz del Reino, haciendo que sean también dig­nos de ser compartidos. 11Cuando se hayan purificado lo sufi­ciente Él te permitirá compartirlos. 12La decisión de compartirlos es lo que los purifica.

Hoy se habla y se escribe mucho sobre las dos fuerzas que prevalecen en el universo, la fuerza de Atracción y la fuerza de Repulsión. La primera de ellas, está basada en el Amor, mientras que la segunda, lo hace en el miedo.

La fuerza del Amor-atracción es expansiva, sin embargo, la fuerza del miedo-repulsión se contrae. El Amor crece al compartirlo, pues encuentra la misma frecuencia entre las partes. El miedo requiere del miedo, para seguir existiendo, es autodestructiva y requiere retroalimentarse para perpetuando su creencia.

Desde esta visión, el acto de dar, se convierte en un acto purificador, en cambio, cuando no lo hacemos por miedo a perder lo que tenemos, lo que hacemos es garantizar nuestras carencias.

4. Yo oí una sola Voz porque comprendí que era imposible que pudiese expiar únicamente para mí mismo. 2Escuchar una sola Voz implica que has decidido compartirla para así poderla oír tú mismo. 3La Mente que estaba en mí se siente todavía irresistible­mente atraída hacia todas las mentes creadas por Dios, porque la Plenitud de Dios es la plenitud de Su Hijo. 4Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud. 5Muéstrale que él no puede hacerte daño y que no le guardas rencor, pues, de lo contrario, te estarás guardando ren­cor a ti mismo. 6Ese es el significado de: "Ofrécele también la otra mejilla".

Me quedo con la frase: "Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud". Me tomo unos minutos para imaginar un mundo donde se aplique esta enseñanza. Desecho en mis hermanos una respuesta no receptiva al recibir mis muestras de amor al no responder a sus agresiones o gestos de rabia, venganza y miedo. Desecho la creencia de que mis muestras de amor, sean interpretadas como un gesto de debilidad y no de inocencia e indefensión. 

La Visión del Espíritu Santo, al conectar con ella, nos permitirá tener una mayor comprensión sobre lo percibido y, sobre todo, nos aportará la luz necesaria para reconocer la Santidad en nuestros hermanos.

5. Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. 2Enseñar debe ser curativo, ya que consiste en compartir ideas y en el reconocimiento de que compartir ideas es reforzar­las. 3No puedo olvidar la necesidad que tengo de enseñar lo que he aprendido, la cual surgió en mí precisamente por haberlo apren­dido. 4Te exhorto a que enseñes lo que has aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello. 5Haz que sea algo con lo que pue­des contar en mi nombre porque mi nombre es el Nombre del Hijo de Dios. 6Lo que aprendí te lo doy libremente, y la Mente que estaba en mí se regocija cuando eliges escucharla.

En el mensaje de este párrafo, reconozco el motivo que me ha llevado desde el principio, en el que descubrí estas Enseñanzas, a compartir mis interpretaciones sobre la misma. Como Jesús nos revela, no podemos olvidar la necesidad de enseñar lo que se ha aprendido. Es enseñando como se conserva lo aprendido, es como realmente se aprende.

6. El Espíritu Santo expía en todos nosotros des-haciendo y de esta manera te libera de la carga que le has impuesto a tu mente. 2Al seguir al Espíritu Santo se te conduce de regreso a Dios, que es donde te corresponde estar. aMas ¿cómo podrías encontrar el camino que conduce a Él sino llevando a tu hermano contigo? 3Mi papel en la Expiación no concluirá hasta que no te unas a ella y se la ofrezcas a otros. 4Lo que enseñes es lo que aprenderás. 5Nunca te dejaré desamparado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios que me creó. 6Abandonas a Dios y te abandonas a ti mismo cuando aban­donas a cualquiera de tus hermanos. 7Tienes que aprender a ver­los tal como son, y entender que le pertenecen a Dios al igual que tú. 8¿De qué mejor manera puedes tratar a tu hermano que dán­dole a Dios lo que es de Dios?

Una vez más, el Curso nos recuerda que no podremos alcanzar la Gloria del Cielo hasta que la alcancemos unidos a nuestros hermanos. La Plenitud de Dios y de Su Hijo es completa cuando toda la Filiación haga la Voluntad del Padre.

Así pues, desechemos cualquier camino que nos ofrezca el retorno a la Tierra Prometida de una manera individual. La Enseñanza que no esté basada en la Unicidad de la Filiación no nos abrirá las puertas del Cielo, es decir, no nos permitirá reconocer nuestra verdadera identidad divina.

7. La Expiación te confiere el poder de una mente que ha sanado, pero el poder de crear es de Dios. 2Por lo tanto, aquellos que han sido perdonados deben dedicarse en primer lugar a curar, pues al haber aceptado la idea de la curación, deben compartirla para así conservarla. 3El poder de la creación en su totalidad no se puede expresar si una sola de las ideas de Dios se encuentra excluida del Reino. 4La voluntad conjunta de la Filiación es el único creador que puede crear como el Padre, ya que sólo lo que es íntegro puede pensar íntegramente, y al pensamiento de Dios no le falta nada. 5Cualquier pensamiento que tengas que no sea a través del Espíritu Santo no es íntegro.

Es otra manera de expresar lo que hemos descrito en el punto anterior.

8. ¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? 2Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. 3He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abri­gado. 4Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. 5Se encuen­tran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. 6Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. 7Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. 8Mi bendición va contigo para que la extiendas. 9Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. 10Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. 11El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. 12No podemos perder. 13Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia. 14Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. 15Los Pensamientos de Dios están contigo.

¡Qué así sea!

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