Este punto nos recuerda dos aspectos muy importantes de las Enseñanzas,
pues arrojan luz sobre dos errores esenciales que han dado lugar a creencias
que nos impiden percibir la verdad, o lo que lo mismo, alcanzar la percepción
verdadera.
La percepción tiene su origen en la visión dual, en la creencia en la
separación y da lugar a la identificación con el envoltorio físico, el cuerpo
material.
Por otro lado, la creencia en que la crucifixión es un mensaje de liberación y salvación,
nos lleva a creer que, el sufrimiento es la vía que ha de conducirnos a la expiación,
esto es, a corregir el error. Este punto nos aclara este aspecto, recordándonos
que es la resurrección, la puerta que ha de conducirnos a la visión correcta y
verdadera de lo que somos.
Al estudiar el anterior
apartado dedicado al "error y el ego", advertíamos que el Espíritu
tiene el poder para crear y para fabricar. Más adelante tendremos ocasión de
profundizar en estos conceptos, lo que hace este punto es ofrecernos una primera
aclaración sobre el término "fabricar", indicándonos que su
manifestación está estrechamente relacionada con la creencia adquirida tras la
visión de la separación, la cual dio lugar a la sensación de carencia o
necesidad.
Podemos decir que el sistema social que experimentamos se sustenta en la fabricación y no en la creación, es decir, se sustenta en los pilares de la necesidad, razón por la cual, sus estrategias van dirigidas a dar respuesta a ese deseo de carencia que parece ser insaciable.
Comprender la enseñanza
que se transmite en estas líneas no nos resultará fácil si no decidimos dejar
de dar significado a lo que percibimos. La razón es obvia por todo lo visto en
los puntos analizados hasta ahora.
Percibir forma parte del
pensamiento dual y separador, lo que nos indica que hemos fabricado una
realidad distinta a la de nuestro Creador. Dios nos crea a Su Imagen y
Semejanza, lo que significa que nos ha creado desde el Conocimiento, donde
tenemos nuestro verdadero Hogar y donde se encuentra nuestra verdadera
identidad.
Desde la percepción,
pensamos que nos encontramos desconectado de la Fuente que nos ha creado, y la
fabricación de esa falsa realidad nos lleva a establecer leyes que perpetúan el
error y justifican acciones que tratan de satisfacer el vacío que sentimos por
nuestra visión en la carencia y en la necesidad. Ese mundo fabricado nos lleva
a proyectar fuera de nosotros ese sentimiento de carencia y son muchos los que
nos sentimos llamados a ayudar, y a pedir ayuda, en un intento de calmar ese
apetito por ser saciado que nos mantiene atado, por miedo, al deseo de poseer.
Desde la percepción,
para creer tenemos que ver, es decir, percibir. Sin embargo, lo Real, lo
Verdadero, no es perceptible desde esa creencia sensitiva. Esta es la razón por
la que muchos niegan la existencia de Dios. Para creer en Él, necesita percibir
su rostro, su cuerpo.
Aquellos que creen en
Él, por la manifestación de Su Hijo, Cristo, que se hizo carne en la identidad
corporal de Jesús, la percepción de dicha visión, de dicha creencia, se
convierte en un obstáculo que le impide alcanzar la percepción verdadera, pues
le brindan un culto propio de la mente dividida, y lo adoran con el solo deseo que
satisfaga sus deseos insatisfechos de carencia y necesidad.
Atribuir una imagen al
Hijo de Dios y al Padre, es limitar la visión de la Verdad.
"interpretar" el significado de algo, pero en eso siempre existe la posibilidad de equivocarse porque se refiere a la percepción que se tiene del significado. 3Tales incongruencias son el resultado de tus intentos de considerarte a ti mismo separado y no-separado al mismo tiempo. 4Es imposible incurrir en una confusión tan fundamental sin aumentar aún más tu confusión general. 5Tu mente podrá haber llegado a ser muy ingeniosa, pero como siempre ocurre cuando el método y el contenido están en desacuerdo, la usas en un fútil intento de escaparte de un callejón sin salida. 6La ingeniosidad no tiene nada que ver con el conocimiento, pues el conocimiento no requiere ingeniosidad. 7El pensamiento ingenioso no es la verdad que te hará libre, pero te librarás de la necesidad de usarlo una vez que estés dispuesto a prescindir de él.
Conocimiento es Verdad y la Verdad es estable, es eterna. Si creemos que somos el Hijo de Dios y de que nuestra esencia es la Luz, no podemos serlo a medias, no podemos pensar que somos mitad Espíritu, mitad cuerpo. No podemos servir a dos señores a la vez, no podemos ser la verdad y el error, al mismo tiempo.
Reconozco que la
educación religiosa recibida en el uso de la oración nada tiene que ver con la
información aportada en este punto de la enseñanza.
Estamos de acuerdo en
que en la enseñanza recibida se me inspiró para hacer uso de la oración, desde
la visión de la carencia y el miedo, para pedir algo. Pero la dirección de esa
petición siempre responde a un deseo de completar o solucionar nuestros
problemas, los cuales responden a una causa común, la sensación de escasez y
necesidad. Por lo tanto, el uso de la oración desde este punto de vista
responde a la creencia en la separación, dado que, si tuviésemos la certeza de
ser el Hijo de Dios, la oración, tendría como objetivo la comunicación directa
con nuestro Padre. Ese diálogo, ni tan siquiera sería necesario, pues
gozaríamos del Conocimiento que nos mantiene Uno con nuestro Creador.
El uso de la oración en
este nivel de percepción debe dirigirse hacia el perdón. Lo único que hay que
perdonar es nuestro propio error basado en la creencia de que somos distinto a
nuestro Creador y que podemos crear fuera de su Mente. Se trata de ver desde la
certeza de que el episodio bíblico en el que se nos habla de la expulsión del
paraíso terrenal nunca ocurrió, salvo en nuestra mente, dando lugar a un estado
de sueño semejante a la ilusión.
En los puntos anteriores
veíamos como el Conocimiento no es reproducible en la dimensión de la imagen.
La imagen es propia del pensamiento perceptivo, que como sabemos tiene su causa
en la creencia en la separación. Por tal motivo, se hace preciso reinterpretar
la afirmación "Dios creó al hombre a imagen y semejanza propia".
Es evidente que pensar
que Dios es reproducible en una imagen puede dar lugar a que si no percibimos
su imagen dejemos de creer en su existencia.
El término
"pensamiento" en verdad está indicándonos que, al igual que la imagen
es un pensamiento erróneo por ser efecto de la percepción-separación, el
pensamiento al que alude la afirmación, hace referencia al pensamiento creador,
al verdadero. Todo pensamiento es un acto de Voluntad que el creador expresa
por su condición divina.
Podríamos concluir diciendo que cuando utilizamos el pensamiento para percibir,
estamos fabricando imágenes, mientras que cuando lo utilizamos para expandir lo
que somos, estamos creando vida.
Desde la mente separada,
desde la percepción, nos costará aceptar lo que este punto nos revela.
¿Cómo es posible no
juzgar? ¿Qué uso daremos a nuestra mente si no la utilizamos para discernir?
Desde que nacemos, somos
educados para utilizar la mente con el propósito de reconocer lo que es bueno y
lo que es malo, no tan solo en el sentido moral de dichos conceptos, sino
también, en el sentido existencial y práctico de la dimensión en la que se
manifiesta nuestra vida. Podríamos argumentar, que, si no utilizamos nuestra
mente para aprender, para tomar consciencia de las cosas, para identificar y
dar significado, aún estaríamos en una edad primitiva desde el punto de vista
evolutivo.
En el mundo de la
percepción, el juicio es una valiosa herramienta. De hecho, el juicio es un
acto propio y exclusivo de una mente errónea que ha decidido separarse de la
Fuente Original del Conocimiento, para adentrarse en el descubrimiento y
experimentación de un mundo temporal e irreal cuya energía se manifiesta en
estado denso.
Ese hecho, que como hemos dicho en muchas ocasiones a lo largo del estudio de
esta enseñanza, forma parte de un mundo ilusorio, tiene que ser trascendido de
modo que nuestra percepción falsa-juicio separador, nos lleve a un estado en el
que la percepción sea verdadera, dando lugar a un juicio unificador.
Si la causa del error se
encuentra en el pensamiento dual, dicho error debe ser corregido en ese mismo
nivel. Dicho de otro modo, si el error ha dado lugar al juicio, será desde el
enfoque correcto del juicio, desde donde ha de alcanzarse la rectificación.
Podemos estar en este mundo, sin creer que somos de él. Podemos utilizar el
juicio con el propósito de reencontrarnos con la verdad. Esa verdad siempre es
una.
En un intento de dar
continuidad a la enseñanza aportada en el punto anterior,
podríamos decir, que el juicio debe llevarnos a la práctica del perdón, es
decir, el juicio, como hemos visto es fruto del uso del discernimiento mental,
de la interpretación que nos permite dar significado a lo que nos acontece.
Siendo así, el juicio ha de revelarnos el verdadero significado de lo que
somos, lo cual nos permitirá comprender que todos somos hermanos y que
compartimos el vínculo de la igualdad.
Ese proceso de
autoconocimiento desembocará en la firme creencia de que no estamos separados
de la Creación y propiciará en nuestra mente el pensamiento del perdón o
corrección de nuestro estado falso de percepción.
El perdón se resume en rectificar la falsa creencia en la separación. No existiendo el error, al que hemos llamado pecado, no existirá la necesidad de ser perdonado, pues no sentiremos culpa.
En este punto, la Enseñanza de UCDM nos presenta un Estado del Ser que hasta ahora no ha sido desarrollado ampliamente. La comunión es el estado natural de los que gozan de conocimiento, es decir, la comunión es el verdadero estado del Ser que somos y como bien recoge más adelante las Enseñanzas, es otra forma de compleción, que se extiende más allá de la culpabilidad porque se extiende más allá del cuerpo.
La proyección de la mente dual nos lleva a la creencia en la separación y como expresión de ello a la percepción. Se trata de un estado mental, que como hemos ido viendo en los puntos anteriores, requiere sanación, pues está basado en el error.
La identificación con ese estado mental nos sitúa en un proceso de aprendizaje continuo en espera de despertar a la Expiación. Será de manos del Espíritu Santo, cuyo estado es la comunión, que recordaremos lo que somos y a formar parte de la Verdad.
Gracias J.J
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