Ejemplo-Guía: "¿Quién es el prisionero y quién es el carcelero?
Si aún pensamos que el prisionero y el carcelero son protagonistas distintos del guion, es la señal inequívoca de que aún creemos en la separación, en que aún estamos sujetos a las leyes de causa-efecto, en que aún no gozamos de la verdadera libertad.
¿Podría existir el papel de carcelero si no existiese el papel de reo? El guion del carcelero es custodiar al prisionero, asegurándose de que cumple su condena. Es la condena, lo que nos convierte en reos y es la condición de reo, la que hace necesaria la presencia del guardián que vele para que el prisionero cumpla su condena y expíe su delito.
Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas que estamos estudiando de Un Curso de Milagros, que nadie puede condenarnos desde el exterior, sino que es la proyección de nuestra propia condena, la que hace que recibamos el reflejo de nuestro mundo interno.
Cuando nos sentimos culpables internamente, ese es el mecanismo que utilizamos de una manera inconsciente. Proyectamos nuestra propia condenación, nuestra propia culpa y exigimos la corrección de nuestro "delito", de nuestro "pecado" de manera interna, pues no soportamos esa turbia visión, de tal modo que proyectamos la figura del carcelero, el cual velará para garantizar que cumplamos nuestra condena. Sinceramente, todo un montaje demencial, como el que da lugar al sistema de pensamiento en el que vivimos.
Es importante reconocer esta dinámica mental. Se trata de un mecanismo inconsciente de autodefensa, para no ver el rostro oscuro de nuestros dementes pensamientos. Ese reconocimiento no persigue el objetivo del autocastigo. Todo lo contrario, persigue el de la liberación, al comprender que todas esas fabricaciones elaboradas por nuestra mente son falsas. Como bien nos aconseja el Curso: "No tengas miedo al mirar el miedo pues no puede ser visto.
Si nos quejamos de la privación de libertad, preguntémonos a quién hemos nombrado nuestro carcelero y descubramos al reo condenado, es decir, descubramos qué estamos condenando de nosotros mismo y que mecanismo de autocastigo nos estamos infringiendo. De este modo tendremos la oportunidad de elegir aplicarnos el autoperdón y aunque dejemos en el paro al colectivo de carceleros, es mejor buscarles otro cometido que sentirnos privados de libertad.
Reflexión: La verdad es libre, y lo que está aprisionado no forma parte de la verdad.
Que lección tan hermosa. La verdad es libre. Soy libre. Gracias
ResponderEliminarGracias J.J
ResponderEliminarGracias
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