V.
Los heraldos de la eternidad (1ª parte).
1. En este
mundo, el Hijo de Dios se acerca al máximo a sí mismo en
una relación santa. 2 Ahí
comienza a encontrar la confianza que su Padre tiene en él. 3Y ahí
encuentra su función de restituir las leyes de su Padre a lo que no está
operando bajo ellas y de encontrar lo que se había perdido. 4Sólo en
el tiempo se puede perder algo, pero nunca para siempre. 5Así pues,
las partes separadas del Hijo de Dios se unen gradualmente en el tiempo, y con
cada unión el final del tiempo se aproxima aún más. 6Cada milagro
de unión es un poderoso heraldo de la eternidad. 7Nadie que tenga un
solo propósito, unificado y seguro, puede sentir miedo. 8Nadie que
comparta con él ese mismo propósito podría dejar de ser uno con él.
Por su parte, Jesús, como hemos dicho al principio, nos activa el "gps" interno y nos ayuda a conocer nuestra actual ubicación, esto es, nos ayuda a reconocer que, si bien el mundo que consideramos real es verdaderamente ilusorio, debemos utilizarlo para corregir nuestras falsas creencias y aplicar las leyes del Cielo en él. Es por ello que nos ilumina el camino diciéndonos que la relación santa es la puerta de entrada que nos comunicará con el Cielo, donde rigen las leyes del Amor y de la Unidad.
Este punto es una hermosa invitación para que transformemos nuestras mentes "infectadas por el virus de la separación" y nuestros pensamientos amorosos nos conviertan en los heraldos de la eternidad, creando relaciones santas en todos y cada uno de nuestros encuentros con la humanidad.
Ser mensajeros de la eternidad significa que nuestras mentes han Expiado el error que la mantenía prisionera de la falsa creencia en la separación, en el pecado y en el miedo. Hemos recordado lo que somos y nuestra voluntad se ha puesto al servicio de la Voluntad de nuestro Padre. El mundo percibido se convierte en el escenario donde la paz y la felicidad sustituyen al miedo y al dolor. Es en este mundo donde los sueños dejan de ser pesadillas para convertirse en la tierra donde sembramos la semilla de la verdad, de la unidad, del amor.
Para transformar el mundo de la falsa percepción, debemos transformar las creencias que nos han llevado a su visión y adquirir una nueva, basada en la unión que nos hace uno al resto de la Filiación.
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