viernes, 20 de diciembre de 2024

Capítulo 16. VII. El final de las ilusiones (2ª parte).

VII. El final de las ilusiones (2ª parte).

3. No subestimes la intensidad del deseo del ego por vengarse del pasado. 2El ego es absolutamente cruel y completamente demente. 3Se acuerda de todo lo que hiciste que lo ofendió, e intenta hacer que pagues por ello. 4Las fantasías que lleva a las relaciones que ha escogido para exteriorizar su odio, son fantasías de tu destruc­ción. 5Pues el ego te guarda rencor por el pasado, y si te escapas del pasado se vería privado de consumar la venganza que, según él, tan justamente mereces. 6Sin embargo, si no te tuviese a ti de aliado de tu propia destrucción, el ego no podría utilizar el pasado contra ti. 7En la relación especial permites tu propia des­trucción. 8Que eso es demente es obvio. 9Lo que no es tan obvio es que el presente no te sirve de nada mientras persigas el objetivo del ego como aliado suyo.

En la Biblia, se recoge un pasaje en el Evangelio de Juan 3:3, que es el siguiente: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios".

Para mí, ese "nacer de nuevo" hace referencia al único estado temporal en el que es posible, el presente. Es imposible nacer de nuevo en el pasado. Si reflexionamos sobre el profundo significado que atesora este mensaje de Jesús, nos permitirá encontrar la clave para poder liberarnos del miedo, de la culpa, de la ira, de la falsa percepción en la separación.

Si vivimos el presente empañado por los recuerdos del pasado, estaremos sufriendo permanentemente. Te imaginas un presente donde podamos recordar con detalle todo lo que hemos experimentado en el pasado. Nos quedaríamos paralizados, muertos de miedo, bien por hacernos conscientes de nuestra demencia, o bien por revivir el dolor que nos han causado.

En el pasado no podemos perdonar, no podemos olvidar las ofensas, no podemos curar nuestras heridas. Eso tan solo es posible cuando vivimos conscientemente el presente y decidimos nacer de nuevo, con la total ausencia de los significados que hemos llevado siempre en nuestra mochila: miedo, culpa, etc.

4. El pasado ya pasó. No intentes conservarlo en la relación espe­cial que te mantiene encadenado a él, y que quiere enseñarte que la salvación se encuentra en el pasado y que por eso necesitas volver a él para encontrarla. 2No hay fantasía que no encierre un sueño de represalias por lo ocurrido en el pasado. 3¿Qué prefieres, exteriorizar ese sueño o abandonarlo?

El pasado ya pasó, y el futuro aún no ha llegado. Entonces, ¿por qué elegimos mantenerlo vivo en el único tiempo que es real?

Tan sólo en el presente podremos ser felices, pues nos ofrece una oportunidad de elegir el amor en vez del miedo. Cuando elegimos el amor, estamos capacitados para perdonar todo el dolor y el daño que hayamos podido recibir, así como el que podamos haber infringido a otros. No podemos volver al pasado para arreglar nuestros asuntos pendientes. Es en el presente donde decidimos que ese pasado siga teniendo significado y condicionando nuestras decisiones. Si te das cuenta de esta verdad, te liberarás.

5. No parece que lo que buscas en la relación especial sea la ven­ganza. 2Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se quebranta seriamente la ilusión de amor. 3Sin embargo, lo único que el ego jamás permite que llegue tu con­ciencia es que la relación especial es la exteriorización de tu ven­ganza contra ti mismo. 4¿Qué otra cosa podría ser? 5Cuando vas en busca de una relación especial, no buscas la gloria dentro de ti. 6Has negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. 7La venganza pasa a ser aquello con lo que substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.

Es cierto. Cuando buscamos algo fuera de nosotros, es porque al mirar en nuestro interior hemos decidido negarlo. En la relación especial, lo que prima es el encuentro con el amor. Si ese amor formase parte de nuestro interior, es decir, si al mirarnos internamente nos hacemos conscientes de que somos amor, no tendríamos la necesidad de buscarlo fuera. Nos limitaríamos a extenderlo y a compartirlo, no a exigirlo. Hay una gran diferencia entre dar y necesitar. Si en una vivencia de relación especial damos amor verdadero, dejará de ser especial, pues lo que estamos dando es libertad. Pero ocurre que el ego no da amor, sino que lo busca en la otra persona. Cuando mira en su interior, con los ojos del ego, lo único que encuentra es su identidad, el miedo. Al ofrecer miedo cuando busca amor, lo que está ofreciendo, lo recibirá.

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