viernes, 6 de diciembre de 2024

Capítulo 16. IV. Las ilusiones y la realidad del amor (4ª parte).

 IV. Las ilusiones y la realidad del amor (4ª parte).

10. El puente que conduce a la unión contigo mismo conduce inevi­tablemente al conocimiento, pues fue construido con Dios a tu lado, y te conducirá directamente hasta Aquel en Quien reside tu compleción, la cual es completamente compatible con la Suya. 2Cada ilusión que aceptas en tu mente considerando que es alcan­zable, invalida tu propia sensación de compleción, y, de esa forma, niega la Plenitud de tu Padre. 3Cada fantasía, ya sea de amor o de odio, te priva del conocimiento, pues las fantasías son el velo tras el cual la verdad yace oculta. 4Lo único que necesitas para descorrer ese velo que tan negro y tupido parece, es valorar la verdad por encima de cualquier fantasía y no estar dispuesto en modo alguno a conformarte con ilusiones en lugar de la verdad.

Reconocer la verdad, en un mundo fabricado por el maestro ilusionista, por el ego, tan sólo nos resultará posible si estamos dispuestos a llevar a la ilusión ante la verdad, es decir, si estamos dispuestos a amar de manera incondicional. El Amor es la luz que disipará toda oscuridad o, dicho de otro modo, el Amor nos libera de la ilusión del miedo.

11. ¿No te gustaría poder pasar del miedo al amor? 2Pues tal parece ser la travesía. 3El amor te llama, pero el odio quiere retenerte. 4No escuches la llamada del odio ni veas ninguna fantasía. 5Pues tu compleción radica en la verdad y sólo en la verdad. 6En cada lla­mada del odio y en cada fantasía que surge para demorarte, ve sólo la petición de ayuda que se eleva incesantemente desde ti a tu Creador. 7¿Cómo no habría Él de responder si tu compleción supone la Suya8Él te ama sin ilusión alguna, tal como tú no puedes sino amar también. 9Pues el amor está totalmente exento de ilusiones, y, por lo tanto, libre de miedo. 10Aquel a quien Dios recuerda, sólo puede gozar de plenitud. 11Y Dios nunca se ha olvi­dado de lo que le brinda plenitud. 12En tu compleción reside la memoria de Su Plenitud y Su gratitud hacia ti por Su compleción. 13En Su vínculo contigo reside tanto Su incapacidad de olvidarse como tu capacidad de recordar. 14En Él están unidos tanto el que estés dispuesto a amar, así como todo el Amor de Dios, Quien jamás se olvidó de ti.

Como diría San Agustín: "Ama y haz lo que quieras". El Amor, al liberarnos del miedo, es incapaz de hacer daño, es incapaz de atacar o de responder a cualquier ataque. El Amor nos completa y nos hace libres para crear. El Amor es paz y felicidad. El Amor es la única verdad, pues es eterno. El Amor es infinito y no se agota, sino todo lo contrario, expresa su infinitud.

12. Del mismo modo en que tu Padre no puede olvidarse de la verdad que mora en ti, tú tampoco puedes dejar de recordarla. 2El Espíritu Santo es el puente que conduce hasta Él, el cual fue cons­truido mediante tu voluntad de unirte a Él, y creado por Su júbilo en unión contigo. 3La jornada que parecía interminable está lle­gando a su fin, pues lo que es interminable está muy cerca. 4Ya casi lo has reconocido. 5Démosle ahora juntos la espalda a todas las ilusiones sin vacilación alguna, y no permitas que nada obstruya el camino que conduce a la verdad. 6Juntos emprenderemos el último viaje inútil que nos aleja de la verdad, y de ahí iremos juntos directamente a Dios, en gozosa respuesta a Su petición de que se le complete.

Reconoceremos la ilusión por su máscara de miedo, por su escasez, por la ausencia de paz y por su temporalidad. Toda vivencia que venga acompañada de alguno de estos aspectos, puedes estar seguro de que es una fabricación del ego y, por tanto, lleva el sello del mejor ilusionista.

13. Si las relaciones especiales, de la clase que sean, dificultan la compleción de Dios, ¿qué valor pueden tener para ti? 2Lo que supondría un impedimento para Dios tiene que serlo para ti tam­bién. 3Sólo en el tiempo parece posible que algo pueda impedir la compleción de Dios. 4El puente a través del cual Él quiere llevarte en Sus brazos, te lleva del tiempo a la eternidad. 5Despierta del tiempo, y sin miedo alguno contesta la llamada de Aquel que te hizo eterno cuando te creó. 6A este lado del puente que conduce hacia la intemporalidad no entiendes nada. 7Pero conforme lo cruces con paso ligero, sostenido por la intemporalidad, se te con­ducirá directamente al Corazón de Dios. 8Y ahí, y sólo ahí, en el centro de Su Corazón, estarás a salvo para siempre porque goza­rás de compleción eternamente. 9No hay velo que el Amor de Dios en nosotros no pueda descorrer. 10El camino a la verdad está despejado. 11Recórrelo conmigo.

Tengo una relación especial con la persona con la que contraje matrimonio a una corta edad. Hoy, soy consciente, gracias a la luz que me aportan estas enseñanzas, de que mi relación fue inspirada por una necesidad de compensación del sentimiento de culpa que se estableció en algún momento de mi existencia con ella. Soy consciente de que, tanto ella como yo, estamos intentando sanar heridas que surgieron en el pasado y que dieron lugar a sentimientos de odio y de miedo.

Es una oportunidad para ambos, percibir la relación especial de otra manera, en la que el amor especial, que nos ha condicionado, se convierta en el amor verdadero y liberador de nuestros miedos. 

Pongo en manos del Espíritu Santo esta relación, para que sea Su Mente Recta la que nos acompañe en la travesía de cruzar el puente que nos llevará a contemplar el Amor con nuevos ojos, libre de ilusiones y libre de falsas creencias.

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