II. El poder de la santidad (3ª parte).
7. Éste es un año de júbilo, en el que escucharás cada vez más y en el que la paz aumentará en igual medida. 2Tanto el poder de la santidad como la debilidad del ataque se están llevando a tu conciencia. 3Y esto se ha logrado en una mente que está firmemente convencida de que la santidad es debilidad y el ataque poder. 4¿No es este milagro prueba suficiente de que tu Maestro no procede de ti? 5Pero recuerda también que cada vez que escuchaste Su interpretación los resultados te produjeron júbilo. 6¿Preferirías acaso los resultados de tu interpretación, teniendo en cuenta honradamente cuáles han sido dichos resultados? 7Dios dispone para ti algo mejor. 8¿No podrías contemplar con más caridad a quien Dios ama con perfecto amor?
La paz aumentará en nuestra consciencia en la medida en que dejamos de seguir al guía incorrecto y depositamos toda nuestra confianza en Aquel que habla por la Voz del Padre.
Me encuentro entre los que podemos dar testimonio de la evolución que se está produciendo en nuestra mente. La voluntad de ver las cosas de otra manera, de percibir correctamente, de conocer nuestra verdadera naturaleza y la de los demás, produce vivencias de júbilo y alegría. Estos estímulos fortalecen mi visión y me aportan fuerza para continuar siguiendo las enseñanzas del Espíritu Santo.
Una vez que se percibe correctamente el destello de la verdad, se despierta en nuestro interior el motivador deseo de que esa nueva percepción sea la que gobierne nuestras vidas. La búsqueda de la paz, de la felicidad, en el mundo exterior, cesará y dará paso a una nueva percepción, la cual nos inspirará que esa paz y esa felicidad forman parte de nuestra verdadera identidad espiritual.
Compartir con el mundo que nos rodea y, en especial, con nuestros hermanos esa visión transformará completamente nuestras vidas.
9. El Espíritu Santo jamás ha dejado de resolver por ti ningún problema que hayas puesto en Sus manos, ni jamás dejará de hacerlo. 2Cada vez que has tratado de resolver algo por tu cuenta, has fracasado. 3¿No es hora ya de que conectes todos estos hechos y te des cuenta de lo que significan? 4Éste es el año en que debes poner en práctica las ideas que se te han dado. 5Pues las ideas son fuerzas poderosísimas que deben ponerse en práctica y no dejar en desuso. 6Ya te han dado suficientes pruebas de su poder como para que desees depositar tu fe en ellas y no en su negación. 7Dedica este año a la verdad y déjala obrar en paz. 8Ten fe en Aquel que tiene fe en ti. 9Piensa en lo que realmente has visto y oído, y acéptalo. 10¿Cómo puedes estar solo con semejantes testigos?
Reconozco que, en ocasiones, nuestra falta de fe se manifiesta en forma de impaciencia a la hora de encontrar la respuesta del Espíritu Santo, cuando hemos puesto en sus manos las cuestiones que nos privan de paz y sosiego. Esa impaciencia es una muestra de que estamos cayendo en la trampa del ego, esto es, estamos creyendo que la respuesta debe ser aquella que nosotros deseamos y que más nos beneficia. Pero ello denota un desconocimiento de la integridad de la experiencia. Esa integridad, es decir, el conocer todas las partes del todo, tan solo está en manos del Espíritu Santo.
Por lo tanto, reforcemos nuestra fe y nuestra confianza en la respuesta del Espíritu Santo, pues Él lo resolverá.
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