lunes, 25 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (1ª parte).

II. El poder de la santidad (1ª parte).

1. Puede que aún pienses que no es posible entender lo que es la santidad porque no puedes ver cómo se puede extender de manera que incluya a todo el mundo. 2Y se te ha dicho que para que sea santa tiene que incluir a todo el mundo. 3La extensión de la santidad no es algo que te deba preocupar, pues no compren­des la naturaleza de los milagros. 4Tampoco eres tú el que los obra. 5Esto lo demuestra el hecho de que los milagros se extien­den más allá de los límites que tú percibes. 6¿Por qué preocuparte por cómo se va a extender el milagro a toda la Filiación cuando no entiendes lo que es el milagro? 7Un atributo no es más difícil de entender que el todo del que forma parte. 8Si los milagros existen, sus atributos tienen que ser milagrosos al ser parte de ellos.

Cuando nuestra mente sirve a los intereses del ego, a su sistema de pensamiento, estará totalmente identificada con el tiempo, lo que significa que la vida es percibida como el transcurrir cíclico entre el pasado y el futuro. El mundo percibido responde a ese ciclo temporal, el cual se convierte en uno de los principales argumentos utilizados por el ego para asegurar su existencia.

Prisionero de esa percepción, el ego no cree en el presente, le pasa inadvertido, al ocuparlo con el recuerdo del pasado y con las expectativas del futuro. Las consecuencias que se derivan de esa percepción nos impiden ver y entender el inmenso poder que ofrece cada presente, el cual se nos presenta libre de las pesadas cargas del pasado y libre de los miedos de un futuro incierto. Ese instante presente pasa inadvertido, y el ego se pierde el hermoso espectáculo que nos brinda ser consciente de cada presente, donde tenemos la oportunidad de perdonar el pasado y quedar libres de la carga de la culpabilidad.

Es en el presente, en el instante, en el ahora, donde podemos ser testigos del poder milagroso del amor. Debemos dejar en manos del Espíritu Santo la capacidad para extender ese poder y compartirlo donde sea necesario. Nuestra función en esa ecuación es ofrecernos en el instante presente con el único propósito de ser conscientes de lo que realmente somos, pues no existe otra secuencia temporal donde podamos llevar a cabo el despertar espiritual que nos sacará del sueño de la muerte.

2. Existe una tendencia a fragmentar, y luego a ocuparse de la verdad de una pequeña porción del todo. 2Eso no es más que un intento, de evitar el todo o de no querer contemplarlo, concen­trándote en lo que crees que te sería más fácil entender, 3lo cual no es sino otra manera en la que aún tratas de limitarte a tu propio entendimiento. 4Otra manera de considerar los mila­gros -que es mucho mejor y más útil- es ésta: los milagros son algo que no entiendes ni total ni parcialmente. 5Pero se han mani­festado a través de ti. 6Por lo tanto, tu entendimiento no es nece­sario. 7Mas sigue siendo imposible llevar a cabo lo que no entiendes. 8Así que debe haber Algo en ti que sí entiende.

La creencia en la separación tiene su origen en el deseo de ser diferente, de ser especial, de utilizar el libre albedrío para ver de otra manera. La Visión de Dios es Una, como Una es Su Creación. El lazo de unión que establece esa igualdad en lo creado por Dios es Su Fuente: La Mente de Dios Emanó de Sí Misma la identidad de Su Hijo, compartiendo Su misma Imagen y Semejanza. 

Su Hijo, dotado de ese poder creador, elige ver de otra manera, y la Mente Integral se convierte en una mente fragmentada, lo que le lleva a desconectarse del Conocimiento y elige percibir. Ese proceso de percepción se caracteriza por su poder fragmentador. El deseo de conocer lleva a la mente a seccionar lo percibido en un intento de dar significado a lo desconocido. En ese proceso, la Unidad queda dividida en pequeñas porciones de lo que es el Todo.

El ego no entiende los milagros. Sin embargo, la Mente sigue siendo el canal a través del cual comparte el poder milagroso. Dicho poder emana de la esencia creadora del Amor, cuya Fuente es Dios. Al ser Hijos de Dios, nuestra esencia tiene la capacidad para obrar milagros. Ello se hace posible cuando nos ponemos al servicio de nuestro Ser y de la Mente Recta, el Espíritu Santo.

3. Es imposible que los milagros te parezcan naturales porque lo que has hecho para hacerle daño a tu mente, la ha vuelto tan anti­natural que no recuerda lo que le es natural. 2Y cuando se te dice lo que es natural, no puedes comprenderlo. 3El reconocimiento de que la parte es igual al todo y de que el todo está en cada parte es perfectamente natural, pues así es como Dios piensa, y lo que es natural para Él es natural para ti. 4Una percepción completamente natural te mostraría de inmediato que es imposible que haya gra­dos de dificultad en los milagros, pues ello estaría en contradic­ción con su significado. 5Y si pudieses comprender su significado, sus atributos no podrían causarte perplejidad.

El Curso nos enseña que los milagros trascienden la manifestación del tiempo, pues no responden a la percepción que se encuentra sustentada por la creencia en la separación. 

La pérdida del Conocimiento, lleva al ego a escudriñar el mundo que percibe. Su intención no es otra que superar el miedo que le produce la pérdida de ese Conocimiento. El modo en cómo su sistema de pensamiento trata de acallar ese miedo a la ignorancia le lleva a perpetuar aún más dicha ignorancia, pues, en sus investigaciones, la verdad queda tan fragmentada que es incapaz de reconocerla, aunque se dibuje con bellos colores.

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