II.
El poder de la santidad (1ª parte).
1. Puede que aún pienses que no es
posible entender lo que es la santidad porque no puedes ver cómo se puede
extender de manera que incluya a todo el mundo. 2Y se te ha dicho que para que sea santa tiene que incluir a todo
el mundo. 3La extensión de la santidad no es algo que te deba
preocupar, pues no comprendes la naturaleza de los milagros. 4Tampoco
eres tú el que los obra. 5Esto lo demuestra el hecho de que los
milagros se extienden más allá de los límites que tú
percibes. 6¿Por qué preocuparte por cómo se va a extender el milagro
a toda
2. Existe una tendencia a
fragmentar, y luego a ocuparse de la verdad de una pequeña porción del todo. 2Eso
no es más que un intento, de evitar el todo o de no querer contemplarlo, concentrándote
en lo que crees que te sería más fácil entender, 3lo cual no es sino otra manera en
la que aún tratas de limitarte a tu propio entendimiento. 4Otra
manera de considerar los milagros -que es mucho mejor y más útil- es ésta: los
milagros son algo que no entiendes ni total ni parcialmente. 5Pero
se han manifestado a través de ti. 6Por lo tanto, tu entendimiento
no es necesario. 7Mas sigue siendo imposible llevar a cabo lo que
no entiendes. 8Así que debe haber Algo en ti que sí entiende.
La creencia en la separación tiene su origen en el deseo de ser diferente, de ser especial, de utilizar el libre albedrío para ver de otra manera. La Visión de Dios es Una, como Una es Su Creación. El lazo de unión que establece esa igualdad en lo creado por Dios es Su Fuente: La Mente de Dios Emanó de Sí Misma la identidad de Su Hijo, compartiendo Su misma Imagen y Semejanza.
Su Hijo, dotado de ese poder creador, elige ver de otra manera, y la Mente Integral se convierte en una mente fragmentada, lo que le lleva a desconectarse del Conocimiento y elige percibir. Ese proceso de percepción se caracteriza por su poder fragmentador. El deseo de conocer lleva a la mente a seccionar lo percibido en un intento de dar significado a lo desconocido. En ese proceso, la Unidad queda dividida en pequeñas porciones de lo que es el Todo.
El ego no entiende los milagros. Sin embargo, la Mente sigue siendo el canal a través del cual comparte el poder milagroso. Dicho poder emana de la esencia creadora del Amor, cuya Fuente es Dios. Al ser Hijos de Dios, nuestra esencia tiene la capacidad para obrar milagros. Ello se hace posible cuando nos ponemos al servicio de nuestro Ser y de la Mente Recta, el Espíritu Santo.
El Curso nos enseña que los milagros trascienden la manifestación del tiempo, pues no responden a la percepción que se encuentra sustentada por la creencia en la separación.
La pérdida del Conocimiento, lleva al ego a escudriñar el mundo que percibe. Su intención no es otra que superar el miedo que le produce la pérdida de ese Conocimiento. El modo en cómo su sistema de pensamiento trata de acallar ese miedo a la ignorancia le lleva a perpetuar aún más dicha ignorancia, pues, en sus investigaciones, la verdad queda tan fragmentada que es incapaz de reconocerla, aunque se dibuje con bellos colores.
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