miércoles, 3 de septiembre de 2025

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (1ª Parte).

II. Las leyes del caos (1ª Parte).

1. Puedes llevar las "leyes" del caos ante la luz, pero nunca las podrás entender. 2Las leyes caóticas no tienen ningún significado y, por lo tanto, se encuentran fuera de la esfera de la razón. 3No obstante, aparentan ser un obstáculo para la razón y para la ver­dad. 4Contemplémoslas, pues, detenidamente, para que poda­mos ver más allá de ellas y entender lo que son, y no lo que quieren probar. 5Es esencial que se entienda cuál es su propósito porque su fin es crear caos y atacar la verdad. 6Éstas son las leyes que rigen el mundo que tú fabricaste. 7Sin embargo, no gobiernan nada ni necesitan violarse: necesitan simplemente contemplarse y transcenderse.

Tan sólo aquello que es verdad tiene significado. La razón nos invita a reflexionar sobre dicha afirmación, ya que entenderlo nos llevará a una evidente conclusión: "Si no tiene significado, no es nada". En el Libro de Ejercicios del Curso, las primeras lecciones nos enseñan que los pensamientos sobre este mundo no tienen significados; por lo tanto, si carecen de significado, no son nada.

Cuando pensamos, lo hacemos condicionados por el pasado, lo que impide ver el único tiempo real, el presente. Trasladando a nuestro presente el pasado, lo que hacemos es interponer un velo que nos impide corregir cualquier error al que le hemos otorgado el significado de pecado.

Si realmente queremos cambiar, debemos empezar a entender cómo funciona nuestra mente y cómo nuestro cerebro inscribe nuestras creencias y modula nuestro comportamiento de manera autónoma e inconsciente. Como bien nos dice Jesús, tan solo tenemos que contemplar esos pensamientos sin significados y trascenderlos.

2. La primera ley caótica es que la verdad es diferente para cada persona. 2Al igual que todos estos principios, éste mantiene que cada cual es un ente separado, con su propia manera de pensar que lo distingue de los demás. 3Este principio procede de la creen­cia en una jerarquía de ilusiones: de que algunas son más impor­tantes que otras, y, por lo tanto, más reales. 4Cada cual establece esto para sí mismo, y le confiere realidad atacando lo que otro valora. 5Y el ataque se justifica porque los valores difieren, y los que tienen distintos valores parecen ser diferentes, y, por ende, enemigos.

Decíamos en el punto anterior que tan solo la verdad tiene significado y la razón de ello responde a que el Hijo de Dios es Uno con Su Creador y con Su Creación. La creencia en la separación defendida por el sistema de pensamiento del ego es un pensamiento erróneo y falso que nos lleva a la percepción de un mundo donde las ilusiones, sin significados, han sustituido a la verdad y a la realidad.

Desde el punto de vista del sistema de pensamiento del ego, la creencia en la separación favorece el culto a múltiples verdades. Cada personaje es dueño de su verdad, la cual entiende irreconciliable con las verdades de los demás, pues atenta directamente contra su deseo de ser especial.

Mientras que para la razón la verdad es inalterable y única, para la mente ilusoria, la verdad de hoy es la base de las verdades del mañana.

3. Observa cómo parece ser esto un impedimento para el primer principio de los milagros, 2pues establece grados de verdad entre las ilusiones, haciendo que algunas parezcan ser más difíciles de superar que otras. 3Si uno pudiese darse cuenta de que todas ellas son la misma ilusión y de que todas son igualmente falsas, sería fácil entender entonces por qué razón los milagros se apli­can a todas ellas por igual. 4Cualquier clase de error puede ser corregido precisamente porque no es cierto. 5Cuando se lleva ante la verdad en vez de ante otro error, simplemente desaparece. 6Ninguna parte de lo que no es nada puede ser más resistente a la verdad que otra.

Si no es verdad, no tiene significado, y si no tiene significado, es nada. Si no es verdad, es ilusión y no tiene significado. Si es ilusión, es nada. Para la razón, la verdad es una y su significado magnifica la idea de la unidad que rige la Creación de Dios. Para la verdad, no hay grados a la hora de percibir el error, es decir, no hay pequeños errores, ni grandes errores. Tan solo hay un error, el cual tiene un solo origen: la creencia en la separación.

El sufrimiento, el dolor, la enfermedad, la soledad, la escasez, el miedo, etc., son manifestaciones de ese error original. Corregir el error nos invita a deshacernos de la falsa creencia en la separación y recordar nuestra afinidad con la Filiación. 

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