viernes, 28 de junio de 2024

Capítulo 12. VI. La visión de Cristo (1ª parte).

VI. La visión de Cristo (1ª parte). 

1. El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y per­der tu alma. 2El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada. 3Invertir sin recibir beneficios es sin duda una manera segura de empobrecerte, y los gastos generales son muy altos. 4No sólo no recibes ningún beneficio de la inversión, sino que el costo es enorme. 5Pues esta inversión te cuesta la realidad del mundo al negar la tuya, y no te da nada a cambio. 6No puedes vender tu alma, pero puedes vender tu conciencia de ella. 7No puedes perci­bir tu alma, y no la podrás conocer mientras percibas cualquier otra cosa como más valiosa. 

El ego es un inversor y un negociador nato. Desde que toma conciencia del mundo, aprende con rapidez, que hay que invertir para conseguir dividendos que le aseguren su felicidad. De esta forma, dedica su tiempo en especular la mejor manera para conseguir el máximo beneficio al menor coste posible. Su esfuerzo es inefable, pues lo que invierte nunca le aporta el rendimiento esperado, y, cuando esto ocurre, se ve forzado a emplear estrategias, todas ellas basadas en el miedo, que le lleva a atacar, a engañar, a engatusar, con el único propósito de obtener las mayores ganancias posibles. Pero su búsqueda le llevará a la frustración, pues el mundo que ha fabricado, en el que considera su reino, es efímero, es temporal y está llamado a desaparecer.

Elegir, invertir en el mundo del ego, es agotador y ruinoso. Dar desde la escasez, nos lleva al encuentro con el sufrimiento. 

2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. 2Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. 3Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. 4Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. 5Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Pare. 6Dios está en tu memoria por causa de Él. 7Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. 8Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo. 

El ego piensa que el amor es debilidad y que el ataque es fortaleza. Ese sistema de pensamiento, le lleva a invertir en todo momento en empresas que el único beneficio que le otorgará, será el conflicto.

El Espíritu Santo es nuestra fortaleza porque conoce lo que somos. Su Mente Una nos inspira el amor que es la fuerza natural de nuestra condición espiritual, como Hijos de Dios. 

3. Tú no deseas el mundo. 2Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. 3Eso le confiere la única reali­dad que jamás tendrá. 4Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. 5De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti mismo, de igual modo la percepción de tu propia estima procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. 6Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece. 

Nuestra mente, tiene el poder de crear o de fabricar. Cuando ama, crea, y cuando tiene miedo, fabrica. Cuando ama, está creando un mundo real; cuando tiene miedo, está fabricando un mundo falso e irreal. 

4. La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. 2La misión del Espíritu Santo es abrirles los ojos a los ciegos, pues Él sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duer­men. 3Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. 4Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya. 

La mente que fabrica el mundo irreal, es la mente que ve desde el miedo. Esa mente, ha elegido mantenerse ciega a la verdad, a la realidad, por lo tanto, es incapaz de percibir correctamente el mundo que percibe, pues está dormida y soñando pesadillas, sin saber, que es el soñador del sueño.

El Espíritu Santo mantiene vivo el recuerdo de Dios en la mente y Su Voz, nos guiará para que recordemos lo que somos, el Hijo de Dios. A través de la Expiación, nuestra mente despertará del sueño y recordará su fortaleza, la que reside en el amor. 

5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo a recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos. 

La visión de Cristo, es la visión del Amor, la fuerza con la que El Padre nos has creado. 

6. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7Y sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser. 

La visión de Cristo, abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Ese despertar, nos unirá a nuestros hermanos con los que formamos la Filiación, y juntos, caminaremos hasta por la senda que nos conduce a la salvación, llevándonos hasta las puertas del Cielo, donde se encuentra nuestro verdadero Hogar. 

7. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

Hemos dicho, en el punto anterior, que la visión de Cristo abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Esa nueva percepción, esto es, la percepción verdadera, nos lleva hasta las puertas del conocimiento, hasta las puertas del Cielo. Cuando esto ocurre, el Espíritu Santo, nos inspirará sueños felices para que, con plena consciencia de que somos los soñadores del sueño, podamos expandir el amor y experimentemos los beneficios de la creación. 

8. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti. 

¡Feliz retorno a nuestro hogar, hermano! ¡Feliz reencuentro con nuestro Hacedor! ¡Feliz despertar! 

Capítulo 12. V. El programa de estudios cuerdo (2ª parte).

V. El programa de estudios cuerdo (2ª parte). 

5. Tienes problemas de aprendizaje en un sentido muy literal. 2Ciertas áreas de tus facultades para aprender están tan deteriora­das, que sólo puedes progresar bajo una dirección clara, precisa y constante, suministrada por un Maestro que pueda trascender tus limitados recursos. 3Él se convierte en tu Recurso, ya que por tu cuenta no puedes aprender. 4Es imposible aprender nada en la situación de aprendizaje en la que te has puesto a ti mismo, y es obvio que en esa situación necesitas un Maestro especial, así como un programa de estudios especial. 5A los malos estudiantes no se les debería elegir como maestros de sí mismos o de otros. 6No te dirigirías a ellos para establecer el programa de estudios que les permitiría escapar de sus limitaciones. 7Si comprendiesen lo que se encuentra más allá de ellos, no tendrían limitaciones. 

Para poder crear, debemos amar, pues crear es extender el amor. El Amor no se puede enseñar, ni aprender, pero sí es necesario recordar. Para recordar el Amor, debemos limpiar todas las falsas creencias que nos impiden acceder a ese recuerdo, que nos impiden ver la realidad que somos. Esa limpieza no podemos hacerla por nosotros mismos, pues nos hemos acostumbrado tanto a ese estado de suciedad, que somos incapaces de percibir la necesidad de hacer limpieza. El ego no es el maestro adecuado para enseñarnos a amar, pues siento pánico al amor. El amor es indiviso, mientras que el ego es padre de la división.

Para recordar lo que somos, para recordar el Amor, debemos pedir Expiación al Espíritu Santo, el cual nos dispensará la única lección que debemos aprender: la Mente Una. 

6. No sabes cuál es el significado del amor, y ésa es tu limitación. 2No intentes enseñarte a ti mismo lo que no entiendes, ni trates de establecer los objetivos del programa de estudios cuando los tuyos claramente han fracasado. 3El objetivo de tu aprendizaje ha sido no aprender y esto no puede conducir a un aprendizaje fructífero. 4No puedes transferir lo que no has aprendido, y el menoscabo de tu capacidad de generalizar es un fallo fundamental de tu aprendizaje. 5¿Les preguntarías a los que no han podido aprender para qué sirven los recursos de aprendizaje? 6Ellos no lo saben. 7Si pudiesen interpretar correctamente dichos recursos, habrían aprendido de ellos. 

¿Acaso puede dar lo que no tienes? El ego no puede ser nuestro maestro para enseñarnos la lección del Amor, pues, tiene miedo al amor. Recordar el amor, llevaría al ego a reconocer su inexistencia. 

7. He dicho que la regla del ego es: “Busca, pero no halles”. 2Traducido al lenguaje del programa de estudios eso significa: "Trata de aprender, pero no lo logres”. El resultado de este objetivo de aprendizaje es obvio: 4hará que se interprete erróneamente todo recurso de aprendizaje legítimo; toda instrucción real y toda dirección sensata, ya que el propósito de éstos es facilitar el apren­dizaje al que se opone ese absurdo programa de estudios. 5Si estás tratando de aprender cómo no aprender, y el objetivo de lo que enseñas es la auto-derrota, ¿qué puedes esperar sino confusión? 6Un programa así no tiene sentido. 7Este intento de "aprender" ha debilitado tanto a tu mente que no puedes amar, ya que el programa que has escogido es contrario al amor, y no es más que un curso en cómo atacarte a ti mismo. 8Un objetivo suplementa­rio de ese programa es no aprender cómo superar la división que da credibilidad a su objetivo principal. 9no te será posible superar esa división siguiendo dicho programa, ya que todo lo que aprendas será en su favor. 10Mas tu mente se pronuncia en contra de tu aprendizaje, tal como tu aprendizaje se pronuncia en contra de tu mente, y así, te opones a todo aprendizaje y lo consigues, pues eso es lo que quieres. 11Pero puede que todavía no te hayas dado cuenta de que hay algo que sí quieres aprender, y de que lo puedes aprender porque eso es lo que has decidido hacer. 

No podremos recordar el Amor, si no percibimos el mundo real. Mientras que percibamos el mundo que nos muestra la creencia en la separación, estaremos percibiendo erróneamente, y el mundo que veremos será irreal. En dicho mundo, aparentamos que estamos buscando el verdadero amor, pero cuando analizamos los resultados de dicha búsqueda, tomamos consciencia de que no estamos buscando del modo correcto. El amor no limita, no posee, no debilita, no ataca, no siente miedo. 

8. Tú, que has intentado aprender lo que no deseas, debes animarte, Buscar pues, aunque el programa de estudios que tú estableciste es en verdad deprimente, si lo examinas con detenimiento es simplemente ridículo. 2¿Cómo iba a ser posible que la manera de alcanzar un objetivo fuese no alcanzándolo? 3Renuncia ahora a ser tu propio maestro. 4Esta renuncia no te conducirá a la depre­sión. 5Es simplemente el resultado de haber evaluado honesta­mente lo que te has enseñado ti mismo y los resultados que se han derivado de ello. 6Bajo las condiciones de aprendizaje adecuadas, que tú no puedes proveer ni comprender, llegarás a con­vertirte en un alumno y maestro excelente. 7Pero aún no lo eres, ni lo serás hasta que la situación de aprendizaje tal como la urdiste se invierta. 

Buscar el amor en el lugar adecuado, significa que estamos dispuestos a renunciar a la creencia en la separación. Ver las cosas de otra manera, de tal forma que veamos a Dios en todo lo creado, que lo veamos en nuestra mente, nos llevará a percibir correctamente, a ver el mundo real, donde el amor favorecerá la libertad, la generosidad, la fortaleza, la unidad, la salvación. 

9. Tu potencial para aprender, debidamente entendido, es ilimitado porque te conducirá hasta Dios. 2Puedes enseñar el camino que conduce a Dios y aprenderlo, si sigues al Maestro que conoce el camino que conduce a Él y que sabe cómo se aprende Su pro­grama de estudios. 3El programa está desprovisto de toda ambigüedad porque Su objetivo no está dividido y los medios y el fin están en completo acuerdo. 4Lo único que necesitas hacer es ofrecerle tu atención indivisa. 5Todo lo demás se té proveerá, 6pues la verdad es que quieres aprender debidamente y nada puede oponerse a la decisión del Hijo de Dios. 7Lo que él puede aprender es tan ilimitado como él mismo. 

Aprender a través de la guía del Espíritu Santo, requiere por nuestra parte renunciar a la creencia en la separación. Poner nuestra voluntad al servicio del Creador, nos permitirá reconocernos como Maestros de Dios.

jueves, 27 de junio de 2024

Capítulo 12. V. El programa de estudios cuerdo (1ª parte).

V. El programa de estudios cuerdo (1ª parte). 


1. Sólo el amor es fuerte, puesto que es indiviso. 2Los fuertes no atacan, pues no ven que haya necesidad de ello. 3Antes de que la idea de atacar pudiese entrar en tu mente, tuviste que haberte percibido a ti mismo como débil. 4Puesto que te atacaste a ti mismo y creíste que el ataque había sido efectivo, te consideras a ti mismo debilitado. 5Al dejar de percibir la igualdad que existe entre tus hermanos y tú, y al considerarte a ti mismo como más débil, intentas "equilibrar" la situación a la que tú mismo diste lugar. 6Y te vales del ataque para ello porque crees que el ataque logró debilitarte.

El ataque, antes de adoptar formas físicas, es decir, antes de ser dirigido hacia algo externo, se produce en el nivel de la mente, de tal modo, que elegimos pensamientos que dividen nuestra mente. Dicha división, o lo que es lo mismo, ver un mundo distinto al de Dios, nos lleva a proyectar al exterior, la única causa que da lugar a la carencia, el miedo al amor, lo que se manifiesta externamente como el ataque a todo aquello que nos amenaza. 


2. Por eso es por lo que el reconocimiento de tu propia invulnera­bilidad es tan importante para el restablecimiento de tu cordura. 2Pues al aceptar tu invulnerabilidad estás reconociendo que el ataque no tiene efectos. 3Aunque te has atacado a ti mismo, demuestras que en realidad no ocurrió nada. 4Por lo tanto, al atacar no hiciste nada. 5Una vez que te des cuenta de esto, atacar dejará de tener sentido para ti, pues resultará evidente que ni es efectivo ni puede protegerte. 6Con todo, el reconocimiento de tu invulnerabilidad te aporta todavía mucho más que eso. 7Si tus ataques contra ti mismo no han podido debilitarte, eso quiere decir que aún eres fuerte. 8Por lo tanto, no tienes que "equilibrar" la situación para demostrar tu fuerza.
 
Recuperar la plena consciencia de lo que somos, nos permitirá recordar que somos Hijos del Amor y, por lo tanto, invulnerables a la falsa creencia en la necesidad y en la escasez. Al ver nuestra abundancia, la carencia de Amor, se convertirá en nuestra fortaleza. Bajo esa consciencia, el ataque, desaparece. 


3. No podrás darte cuenta de cuán inútil es el ataque hasta que no reconozcas que los ataques que lanzas contra ti mismo no tienen efectos. 2Pues otros ciertamente reaccionan ante el ataque si lo perciben, y, si estás tratando de atacarles, no podrás sino interpretar su reacción como un refuerzo de tu creencia en el ataque. 3El único lugar donde puedes cancelar todo refuerzo es en ti mismo. 4Pues tú eres siempre el primer blanco de tus ata­ques, y si éstos nunca han tenido lugar, tampoco pudieron haber tenido consecuencias.
 
La corrección del error original de vernos separados del Creador y de Su Filiación, nos liberará del miedo al amor, del miedo a Dios. Esa liberación, es el fruto que nos ofrece la Visión Crística, pues no podemos atacar aquello que amamos. Ver a Dios en nuestro interior, es ser consciente de que somos Su Hijo bien amado, en quien tiene Su Complacencia. 

4. El Amor del Espíritu Santo es tu fortaleza, pues el tuyo está dividido y, por lo tanto, no es real. 2No puedes confiar en tu pro­pio amor cuando lo atacas. 3 No puedes aprender lo que es el amor perfecto con una mente dividida, porque una mente dividida se ha convertido a sí misma en un mal estudiante. 4Trataste de hacer que la separación fuese eterna porque querías conservar las carac­terísticas de la creación, aunque con tu propio contenido. 5La crea­ción, sin embargo, no procede de ti, y los malos estudiantes tienen ciertamente necesidad de una enseñanza especial.
 
Ver un mundo distinto al creado por Dios, es un ataque al Creador y un ataque a nosotros mismos, pues hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, es decir, somos herederos de Dios y, por tanto, conservamos Su Propia Condición. 

Si nuestra mente se encuentra dividida, la creencia en la separación, nos llevará a proyectar esa división al exterior, lo que justificará el sistema de pensamiento del ego, el cual, utiliza el ataque como un mecanismo de defensa ante el miedo de ser atacado. 

miércoles, 26 de junio de 2024

Capítulo 12. IV. Buscar y hallar (2ª parte).

IV. Buscar y hallar (2ª parte). 

5.No podrás por menos que buscar, ya que en este mundo no te sientes a gusto. 2Y buscarás tu hogar tanto si sabes dónde se encuentra como si no. 3Si crees que se encuentra fuera de ti, la búsqueda será en vano, pues lo estarás buscando dónde no está. 4No recuerdas cómo buscar dentro de ti porque no crees que tu hogar esté ahí. 5Pero el Espíritu Santo lo recuerda por ti y te guiará a tu hogar porque ésa es Su misión. 6A medida que Él cumpla Su misión te enseñará a cumplir la tuya, pues tu misión es la misma que la Suya. 7Al guiar a tus hermanos hasta su hogar estarás siguiéndolo a Él.

No es en el cuerpo, sino en la Mente, donde debemos buscar la respuesta de lo que realmente somos. La visión de los cuerpos, nos hará creer que nuestra identidad se encuentra separada de las de los demás. La visión de la Mente, nos mostrará el rostro de nuestra verdadera realidad y, en ese rostro, reconoceremos el rostro de la Unidad que nos hace Uno con la Mente de nuestro Creador y con su Creación, la Filiación.

6. Contempla el Guía que tu Padre te ha dado, para que puedas aprender que posees vida eterna, 2pues la muerte no es la Volun­tad de tu Padre ni la tuya, y todo lo que es verdad es la Voluntad del Padre. 3La vida no te cuesta nada, pues se te dio, pero por la muerte tienes ciertamente que pagar, y pagar un precio exorbitante. 4Si la muerte es tu tesoro, venderás todo lo demás para comprarla. 5Y creerás haberla adquirido, al haber vendido todo lo demás. 6No obstante, no puedes vender el Reino de los Cielos. 7Tu herencia no se puede comprar ni vender. 8Ninguna parte de la Filiación puede quedar desheredada, pues Dios goza de pleni­tud y todas sus extensiones son como Él.

El cuerpo desaparecerá, pues es la fabricación de aquel cuya identidad es temporal. El ego niega a la Mente Una, al percibir un mundo separado, habitado por cuerpos separados. Creer en lo temporal, es creer en la muerte.

En cambio, la Mente no desaparecerá, pues es la creación de Aquel cuya identidad es Eterna. El Espíritu Santo da vida a la Mente Una, pues es la manifestación del Amor Uno. Creer en lo Eterno, es creer en la Vida.

7. La Expiación no es el precio de tu plenitud; es, no obstante, el precio de ser consciente de tu plenitud. 2Lo que decidiste "ven­der" tuvo que ser salvaguardado para ti, ya que no lo habrías podido volver a "comprar". 3Aun así, tienes que invertir en ello, no con dinero sino con espíritu. 4Porque el espíritu es voluntad, y la voluntad es el "precio" del Reino. 5Tu herencia aguarda únicamente tu reconocimiento de que has sido redimido. 6El Espíritu Santo te guía hacia la vida: eterna, pero tienes que abandonar tu interés por la muerte, o, de lo contrario, no podrás ver la vida aunque te rodea por todas partes.

La voluntad que compartimos con nuestro Creador, ha de llevarnos al abandono de la falsa creencia en la muerte; ha de llevarnos a la percepción verdadera, la que abrirá nuestros ojos a la Visión Crística del Amor, la que nos permitirá expresar la Mente Una.

martes, 25 de junio de 2024

Capítulo 12. IV. Buscar y hallar (1ª parte).

IV. Buscar y hallar (1ª parte). 

1. El ego está seguro de que el amor es peligroso, y ésta es siem­pre su enseñanza principal. 2Nunca lo expresa de este modo. aAl contrario, todo el que cree que el ego es la salvación parece estar profundamente inmerso en la búsqueda del amor. 3El ego, sin embargo, aunque alienta con gran insistencia la búsqueda del amor, pone una condición: que no se encuentre. 4Sus dictados, por lo tanto, pueden resumirse simplemente de esta manera: "Busca, pero no halles". 5Esta es la única promesa que el ego te hace y la única que cumplirá. 6Pues el ego persigue su objetivo con fanática insistencia, y su juicio, aunque seriamente menoscabado, es completamente coherente.

¿Quién puede tener miedo al amor? ¿Quién no desea ser amado? 

Ambas preguntas, tienen la misma respuesta: el ego.

El ego, basa toda su existencia en la creencia de la separación. El mundo que percibe, le lleva a negar su conexión con él, pues reconocerlo, significaría que es su mente la que lo ha fabricado, lo ha proyectado. Viéndolo fuera de sí mismo, lo juzga y lo interpreta aportándole el significado que más le convenga para demostrar su inmenso poder.

Para el ego, el amor es una fuente de miedo, por la sencilla razón de que el Amor nos conduce a la percepción verdadera, esta es, somos uno con todo lo creado. Reconocer esa verdad, significa la desaparición del ego.

A pesar de ello, el ego niega que le tenga miedo al amor, es más, argumenta, que necesita sentirse amado. Y es en esa reafirmación, el ego se declara débil ante el amor, pues toda necesidad significa carencia y negación. El ego ama de manera especial, proyectando el sello de su identidad: el especialismo.

2. La búsqueda que el ego emprende está, por lo tanto, condenada al fracaso. 2Y como también te enseña que él es tu identidad, su consejo te embarca en una jornada que siempre acaba en una per­cepción de auto-derrota. 3Pues el ego es incapaz de amar, y, en su frenética búsqueda de amor, anda en pos de lo que teme encon­trar. 4La búsqueda es inevitable porque el ego es parte de tu mente, y, debido a su origen, él no está totalmente dividido, pues, de lo contrario, carecería por completo de credibilidad. 5Tu mente es la que cree en él y la que le otorga existencia. 6Sin embargo, es también tu mente la que tiene el poder de negar su existencia, y eso es sin duda lo que harás cuando te des cuenta exactamente de la clase de jornada en la que el ego te embarca. 

Así es, el controvertido mundo que ha fabricado el ego y con el cual, nos encontramos identificados. Nos sentimos necesitados de amor y nos lanzamos a su búsqueda de una manera desmedida. Cuando creemos haberlo encontrado, el miedo que sentimos a amar, de forma verdadera, hace que ese amor, tan deseado, se desvanezca. Realmente, hemos confundido el amor especial, con el Amor Incondicional. El primero es falso, el segundo, el único y verdadero.

3. Es sin duda obvio que nadie quiere encontrar lo que le derrota­ría por completo. 2El ego, al ser incapaz de amar, se sentiría total­mente perdido en presencia del amor, pues no podría responder en absoluto. 3Tendrías entonces que abandonar su dirección, puesto que sería evidente que no te puede enseñar la respuesta que necesitas. 4El ego, por lo tanto, distorsionará el amor, y te enseñará que él te puede proveer las respuestas que el amor en realidad evoca. 5Si sigues sus enseñanzas, pues, irás en busca de amor, pero serás incapaz de reconocerlo. 

Para el ego, aquello que cree amar, es lo que más miedo le da, pues desde que lo percibe, siempre un profundo temor a perderlo. Es incapaz de reconocer que el verdadero Amor es eterno; que el verdadero Amor, es para darlo y cuanto más lo damos, más lo mantenemos, pues nos hace conscientes de que somos lo que damos.

4. ¿No te das cuenta de que el ego sólo puede embarcarte en una jornada que únicamente puede conducirte a una sensación de futilidad y depresión? 2Buscar y no hallar no puede ser una activi­dad que brinde felicidad. 3¿Es ésta la promesa que quieres seguir manteniendo? 4El Espíritu Santo te ofrece otra promesa, la cual te conduce a la dicha. 5Pues Su promesa es siempre: "Busca y halla­rás", y bajo Su dirección no podrás fracasar. 6La jornada en la que el Espíritu Santo es tu Guía es la jornada que te conduce al triunfo, y el objetivo que pone ante ti, Él Mismo lo consumará. 7Pues Él nunca engañará al Hijo de Dios a quien ama con el Amor del Padre.

El sistema de pensamiento del ego nos lleva a creer, que dar es perder. El sistema de pensamiento del Espíritu Santo, nos enseña, que dar es recibir.

Reconoceremos la verdad, en la medida que practiquemos bajo la guía del ego o la del Espíritu Santo.

Bajo la tutela del ego, nuestras experiencias nos llevarán al encuentro con el dolor y el sufrimiento, hijos predilectos del miedo.

Bajo la tutela del Espíritu Santo, nuestras experiencias no llevarán al encuentro con el gozo y la alegría.

lunes, 24 de junio de 2024

Capítulo 12. III. Cómo invertir en la realidad (2ª parte).

II. Cómo invertir en la realidad (2ª parte).

6. Identificarte con el ego es atacarte a ti mismo y empobrecerte. 2Por eso es por lo que todo aquel que se identifica con el ego se siente desposeído. 3Lo que experimenta entonces es depresión o ira, ya que lo que hizo fue intercambiar su amor hacia Sí Mismo por odio hacia sí mismo, y, como consecuencia de ello, tiene miedo de sí mismo. 4Él no se da cuenta de esto. 5Aun si es plenamente consciente de que está sintiendo ansiedad, no percibe que el ori­gen de ésta reside en su propia identificación con el ego, y siem­pre trata de lidiar con ella haciendo algún "trato" demente con el mundo. 6Siempre percibe este mundo como algo externo a él, pues esto es crucial para su propia adaptación. No se da cuenta de que él es el autor de este mundo, pues fuera de sí mismo no existe ningún mundo. 

La percepción del mundo tiene una autoría, el ego, el cual reconoce su identidad en aquello que percibe fuera de sí mismo. Todo su sistema de pensamiento, se fundamenta en una ley principal: Yo y el mundo que percibo estamos separados. Y esa visión le produce un profundo pánico que le lleva a vivir aterrorizado. 

7. Si sólo los pensamientos amorosos del Hijo de Dios constituyen la realidad del mundo, el mundo real tiene que estar en su mente. 2Sus pensamientos descabellados tienen que estar también en su mente, pero él no puede tolerar un conflicto interno de tal magnitud. 3Una mente dividida está en peligro, y el reconocimiento de que alberga dentro de sí pensamientos diametralmente opuestos es intolerable. 4Proyecta, por consiguiente, la división, no la realidad. 5Todo lo que percibes como el mundo externo no es otra cosa que tu intento de mantener vigente tu identificación con el ego, pues todo el mundo cree que esa identificación es su salvación. 6Observa, sin embargo, lo que ha sucedido, pues los pensamientos tienen consecuencias para el que los piensa. 7Estás en conflicto con el mundo tal como lo percibes porque crees que el mundo es antagónico a ti. 8Ésta es una consecuencia inevitable de lo que has hecho. 9Has proyectado afuera aquello que es antagónico a lo que está adentro, y, así, no puedes por menos que percibirlo de esa forma. 10Por eso es por lo que debes darte cuenta de que tu odio se encuentra en tu mente y no fuera de ella antes de que puedas liberarte de él, y por lo que debes deshacerte de él antes de que puedas percibir el mundo tal como realmente es. 

No podemos servir a dos señores a la vez. No podemos servir a Dios y al ego, al mismo tiempo. Servir a Dios, es elegir ver la unidad que compartimos con nuestros hermanos. Servir al ego, es elegir ver la separación, o lo que es lo mismo, ver un mundo distinto al Creado por Dios.

Elegir al ego, la separación, es apostar por el ataque, por el miedo y por la ira.

No podremos ofrecer a nuestra consciencia esos pensamientos, pues ello, nos impedirá disfrutar de la paz que nos ofrece el Altar de Dios. 

8. He dicho antes que Dios amó tanto al mundo, que se lo dio Su Hijo unigénito. 2Dios ama ciertamente el mundo real y aque­llos que perciben la realidad de éste no pueden ver el mundo de la muerte, 3pues la muerte no forma parte del mundo real, en el que todo es un reflejo de lo eterno. 4Dios te dio el mundo real a cambio del mundo que tú fabricaste como resultado de la divi­sión de tu mente, el cual es el símbolo de la muerte. 5Pues si pudieses realmente separarte de la Mente de Dios, perecerías. 

Dios es Eterno y Su Hijo, lo es igual, pues lo creó a Su Imagen y Semejanza. Por esta razón, el Ser, es eterno y permanece en el mundo real, el que se percibe con la Visión de Cristo. 

9. El mundo que percibes es un mundo de separación. 2Quizá estés dispuesto a aceptar incluso la muerte con tal de negar a tu Padre. 3Sin embargo, Él no dispuso que fuese así, y, por lo tanto, no es así. 4Tu voluntad sigue siendo incapaz de oponerse a lo que la Suya dispone, y ésa es la razón de que no tengas ningún con­trol sobre el mundo que fabricaste. 5No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la volun­tad. 6El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sen­tido ni significado alguno. 7Se compone de lo que tú no deseas, lo cual has proyectado desde tu mente porque tienes miedo de ello. 8Sin embargo, un mundo así sólo se puede encontrar en la mente de su hacedor, junto con su verdadera salvación. 9No creas que se encuentra fuera de ti, ya que únicamente reconociendo dónde se encuentra es como podrás tener control sobre él. 10Ciertamente tienes control sobre tu mente, ya que la mente es el mecanismo de decisión. 

Este punto es sumamente importante, pues nos señala la causa verdadera que ha dado lugar a la fabricación del mundo de la muerte, el deseo de ser diferente de Dios, y, por otro lado, nos revela, que podemos cambiar esa visión, tomando consciencia de que esa invención ha sido imaginada en nuestra mente, eligiendo un mundo contrario del de Dios, lo que significa, que podemos elegir ver el mundo real, el que Dios nos ha dado para que neguemos el mundo falso, con el que hemos estado identificados. 

10. Si reconocieses que cualquier ataque que percibes se encuentra en tu mente, y sólo en tu mente, habrías por fin localizado su origen, y allí donde el ataque tiene su origen, allí mismo tiene que terminar. 2Pues en ese mismo lugar reside también la salva­ción. 3El altar de Dios donde Cristo mora se encuentra ahí. 4Tú has profanado el altar, pero no has profanado el mundo. 5Cristo, sin embargo, ha puesto la Expiación sobre el altar para ti. 6Lleva todas tus percepciones del mundo ante ese altar, pues es el altar a la verdad. 7Ahí verás tu visión transformarse y ahí aprenderás a ver verdaderamente. 8Desde este lugar, en el que Dios y Su Hijo moran en paz y en el que se te da la bienvenida, mirarás en paz hacia el exterior, y verás el mundo correctamente. 9Mas para encontrar ese lugar tienes que renunciar a tu inversión en el mundo tal como lo proyectas, y permitir que el Espíritu Santo extienda el mundo real desde el altar de Dios hasta ti. 

El mundo falso, es el mundo de la separación, La mente, la inventado leyes diferentes a las que Dios ha dispuesto para Su Hijo. La única ley de Dios, es la ley del Amor. En cambio, para el ego, las leyes que gobiernan su reino, su sistema de pensamiento, están basadas en el miedo.

La Expiación, es el regalo que nos ofrece el Espíritu Santo, si se lo reclamamos. Ese regalo no permitirá corregir nuestra percepción de necesidad, la que nos lleva a suplicar por aquello que sentimos miedo y por que nos sentimos escasos, el amor.

Sustituye el miedo por amor y las puertas de Cielo se abrirán de par en par, dándonos la bienvenida a nuestro verdadero hogar, en el cual, disfrutaremos de la más absoluta paz y felicidad.

viernes, 21 de junio de 2024

Capítulo 12. III. Cómo invertir en la realidad (1ª parte).

III. Cómo invertir en la realidad (1ª parte).

 

1. Te pedí una vez que vendieses todo cuanto tuvieses, que se lo dieses a los pobres y que me siguieras. 2Esto es lo que quise decir: si no inviertes tu atención en ninguna de las cosas de este mundo, puedes enseñarle a los pobres dónde está su tesoro. 3Los pobres son sencillamente los que han invertido mal, ¡y vaya que son pobres! 4Puesto que están necesitados, se te ha encomendado que los ayudes, pues te cuentas entre ellos. 5Observa lo bien que aprenderías tu lección si te negases a compartir su pobreza, 6pues la pobreza no es otra cosa que insuficiencia, y sólo hay una insu­ficiencia, ya que sólo hay una necesidad. 

En este punto, Jesús nos enseña una importante lección de la que tenemos que tomar consciencia. Utiliza el término “pobre” y lo vincula con uno de los sinónimos de dicho término, la escasez, la necesidad.

¿Cómo puede ser el Hijo de Dios, escaso, pobre, si goza de los atributos divinos que Su Padre le ha otorgado, entre los que se encuentra la Abundancia y la Plenitud?

La razón de esta percepción de escasez y de pobreza responde a la creencia de haber elegido el miedo, en sustitución del amor. 

2. Suponte que un hermano insiste en que hagas algo que tú crees que no quieres hacer. 2Su misma insistencia debería indicarte que él cree que su salvación depende de que tú hagas lo que te pide. 3Si insistes en que no puedes satisfacer su deseo y experimentas de inmediato una reacción de oposición, es que crees que tu salva­ción depende de no hacerlo. 4Estás, por lo tanto, cometiendo el mismo error que él, y haciendo que su error sea real para ambos. 5Insistir significa invertir, y aquello en lo que inviertes está siem­pre relacionado con tu idea de lo que es la salvación. 6La pregunta se compone de dos partes: primera, ¿qué es lo que hay que salvar? 7y segunda, ¿cómo se puede salvar? 

Tenemos que salvarnos de la creencia en la separación y la única manera que tenemos para salvarnos de esa creencia, es percibiendo correctamente, lo que nos llevará a recordar el pacto de amor que nos une a la Filiación Divina. 

3. Cada vez que te enfadas con un hermano, por la razón que sea, crees que tienes que proteger al ego, y que tienes que protegerlo atacando. 2Si es tu hermano el que ataca, estás de acuerdo con esta creencia; si eres tú el que ataca, no haces sino reforzarla. 3Recuerda que los que atacan son pobres. 4Su pobreza pide regalos, no mayor empobrecimiento. 5Tú que podrías ayudarles estás ciertamente actuando en forma destructiva si aceptas su pobreza como propia. 6Si no hubieses invertido de la manera en que ellos lo hicieron, jamás se te hubiese ocurrido pasar por alto su necesidad.  

El sistema de pensamiento del ego, tan solo favorece la invención de un mundo donde impera el miedo. El miedo impide ver lo real, impide ver que, la necesidad del otro es nuestra propia necesidad. Creer que dar es perder, nos llevará a hacer real la escasez. 

4. Reconoce lo que no importa, y si tus hermanos te piden algo "des­cabellado", hazlo precisamente porque no importa. 2Niégate, y tu oposición demuestra que sí te importa. 3Eres únicamente tú, por lo tanto, el que determina si la petición es descabellada o no, y toda petición de un hermano es tu propia petición. 4¿Por qué te empeñas en negarle lo que pide? 5Pues negárselo es negártelo a ti mismo, y empobrecerte a ti y a él. 6Él está pidiendo la salvación, al igual que tú. 7La pobreza es siempre cosa del ego y nunca de Dios. 8Ninguna petición es "descabellada” para el que reconoce lo que es valioso y no acepta nada más. 

Aplicar esta enseñanza en el mundo, significaría el fin de la pobreza, y cuando hablamos de pobreza, no nos estamos refiriendo tan solo a lo material, sino también, a la mental y a la emocional. Podemos ser tacaños con nuestras ideas y con nuestros sentimientos, y ello, nos llevaría a apropiarnos de las ideas y sentimientos de los demás.

Dar cuando se nos requiera, es conservar lo que tenemos. No es lo que damos, sino desde donde decidimos dar. Cuando damos nuestra negación, lo que estamos haciendo es negarnos a nosotros mismos. Si somos amor, recibiremos amor. Si negamos nuestro amor, lo que damos, realmente, es nuestra falta de amor y, será esa ausencia de amor, lo que recibiremos. 

5. La salvación es para la mente, y se alcanza por medio de la paz. 2La mente es lo único que se puede salvar, y sólo se puede salvar a través de la paz. 3Cualquier otra respuesta que no sea amor, surge como resultado de una confusión con respecto a "qué" es la salva­ción y a "cómo" se alcanza, y el amor es la única respuesta. 4Nunca te olvides de esto, y nunca te permitas creer, ni por un solo instante, que existe otra respuesta, 5pues de otro modo te contarás forzosamente entre los pobres, quienes no han entendido que moran en la abundancia y que la salvación ha llegado. 

El origen, la causa de la pobreza, es un pensamiento irreal, una creencia ilusoria, pues se fundamenta en la negación de lo que realmente somos: Hijos del Amor. 

jueves, 20 de junio de 2024

Capítulo 12. II. Cómo recordar a Dios (2ª parte).

II. Cómo recordar a Dios (2ª parte).

6. Quieres todavía lo que Dios dispone, y ninguna pesadilla puede impedir que un Hijo de Dios logre su propósito. 2Pues tu pro­pósito te fue dado por Dios y no puedes sino cumplirlo, ya que ésa es Su Voluntad. 3Despierta y recuerda tu propósito, pues es tu voluntad recordarlos 4Lo que ya se ha llevado a cabo por ti tiene que ser tuyo. 5No permitas que tu odio obstruya el camino del amor, pues no hay nada que pueda resistirse al Amor que Cristo le profesa a Su Padre, o al Amor que Su Padre le profesa a Él.

Nuestro despertar es una realidad, es un hecho. La razón de esta afirmación se fundamenta en el reconocimiento de lo que realmente somos. Dios es Amor, y el Hijo de Dios, no puede ser diferente a Su Padre. Si somos Amor, y no lo sabemos, no es porque no lo seamos, sino porque lo hemos olvidado. Despertar significa recordar lo que hemos olvidado. Mientras que permanecemos en el olvido de lo que somos, estamos dormidos a la realidad y experimentaremos sueños de separación. Despertar es el paso ineludible que Dios ha dispuesto para que pongamos fin a la ilusión del sueño.

7. Dentro de poco me verás, pues yo no estoy oculto porque tú te estés ocultando. 2Es tan seguro que te despertaré como que me desperté a mí mismo, porque desperté por ti. 3En mi resurrección radica tu liberación. 4Nuestra misión es escaparnos de la crucifi­xión, no de la redención. 5Confía en mi ayuda, pues yo no caminé solo, y caminaré contigo de la misma manera en que nuestro Padre caminó conmigo: 6¿No sabías que caminé con Él en paz? 7¿Y no significa eso que la paz nos acompaña durante toda la jornada?

Jesús, nuestro hermano, representa el estadio, en el que decidimos abrir nuestros ojos y despertar del sueño. Ese despertar significa la resurrección, pues en verdad, la muerte no es más que la creencia en el error de la separación. Despertar, resucitar, es creer en la Unidad de la Filiación.

8. En el amor perfecto no hay miedo. 2No haremos otra cosa que mostrarte la perfección de lo que ya es perfecto en ti. 3No tienes miedo de lo desconocido sino de lo conocido. 4No fracasarás en tu misión porque yo no fracasé en la mía. 5En nombre de la absoluta confianza que tengo en ti, confía en mí, aunque sólo sea un poco, y alcanzaremos fácilmente la meta de perfección juntos. 6Pues la perfección simplemente es y no puede ser negada. 7Negar la negación de lo perfecto no es tan difícil como negar la verdad; y creerás en lo que podemos realizar juntos cuando lo veas realizado.

Lo ilusorio, lo falso, no es un hecho. Lo ilusorio, no es real, y si no es real, no es nada. Lo que no es nada, no puede ser un hecho.

La percepción verdadera nos abre las puertas de lo que es real, por lo que tan solo aquello que percibimos correctamente, será un hecho, esto es, será la experiencia que elevará nuestra conciencia hacia la verdad.

9. Tú que has tratado de desterrar el amor no has podido lograrlo, pero tú que eliges desterrar el miedo no podrás por menos que triunfar. 2El Señor está contigo, pero tú no lo sabes. 3Sin embargo, tu Redentor vive, y mora en ti en la paz de la cual Él fue creado. 4¿No te gustaría intercambiar tu conciencia de miedo por ésta conciencia? 5Cuando hayamos superado el miedo -no ocultándolo, ni restándole importancia, ni negando en modo alguno su impacto- esto es lo que realmente verás. 6No puedes dejar a un lado los obstáculos que se interponen a la verdadera visión a menos que primero los observes, ya que dejarlos a un lado significa que has juzgado contra ellos. 7Si los examinas, el Espíritu Santo los juzgará, y los juzgará correctamente. 8Sin embargo, Él no puede eliminar con Su luz lo que tú mantienes oculto, pues tú no se lo has ofrecido y Él no puede quitártelo.

Ocultar nuestros miedos, es el reconocimiento de que son reales. Mientras que el sistema de creencias del ego, ocupe nuestra mente y dirija nuestros pensamientos, estaremos impidiendo que se produzca nuestro despertar. Examinemos nuestros pensamientos y tomemos conciencia de aquello que estamos juzgando. En ese juicio descubriremos, aquello que estamos ocultando, que permanece distante de la luz, y que nos está impidiendo, recibir la orientación verdadera del Espíritu Santo, hacia el encuentro con nuestro despertar.

10. Nos estamos embarcando, por lo tanto, en un programa muy bien organizado, debidamente estructurado y cuidadosamente planeado, que tiene por objeto aprender a entregarle al Espíritu Santo todo aquello que no desees. 2El sabe qué hacer con ello. 3Tú, sin embargo, no sabes cómo valerte de Su conocimiento. 4Cual­quier cosa que se le entregue que no sea de Dios, desaparece. 5No obstante, tú tienes que estar completamente dispuesto a examinar eso que le entregas, ya que de otro modo Su conocimiento no te servirá de nada. 6Él jamás dejará de prestarte ayuda, pues prestar ayuda es Su único propósito. 7¿No es cierto acaso que tienes más razones para temer al mundo tal como lo percibes, que para mirar a la causa del miedo y abandonarla para siempre?

Sí es cierto. La percepción de un niño recién nacido, le llevará a emitir su llanto en un reconocimiento, del miedo aterrador que está sintiendo, al creerse separado de su madre.

Ese niño entrega en su madre todos sus miedos, para que, aportándole su amor de madre, le tranquilice. Lo único que le pide ese niño a su madre, es que lo cuide, que lo ame, que lo abrigue, que lo proteja, que lo alimente. Le pide lo esencial, le pide aquello que puede dar desde el amor, no desde el miedo. No le pide que ataque a otros para salvaguardarle del miedo.

No le pidamos al Espíritu Santo, que medie por nosotros para que salgamos vencedores en nuestras contiendas. No le pidamos desde el miedo, sino desde el reconocimiento de que es la Voz que ha dispuesto nuestro Padre para que nos sirva de guía en el retorno a nuestro verdadero Hogar. 

miércoles, 19 de junio de 2024

Capítulo 12. II. Cómo recordar a Dios (1ª parte).

II. Cómo recordar a Dios (1ª parte).

1. Los milagros son simplemente la transformación de la negación en verdad. 2Si amarse uno a sí mismo significa curarse uno a sí mismo, los que están enfermos no se aman a sí mismos. 3Por lo tanto, están pidiendo el amor que los podría sanar, pero que se están negando a sí mismos. 4Si supiesen la verdad acerca de sí mismos no podrían estar enfermos. 5La tarea del obrador de mila­gros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad. 6Los enfermos deben curarse a sí mismos, pues la verdad mora en ellos. 7Mas al haberla nublado, la luz de otra mente necesita brillar sobre la suya porque dicha luz es suya.

El ego piensa que el cuerpo puede enfermar, pues al percibir sus síntomas, le da esa credibilidad, y al creer des esta manera, piensa que cuerpo y mente son una misma cosa, lo que le lleva a albergar un profundo temor, pues la mente del ego se fundamenta en el miedo, en la separación y en el ataque.

La creencia en la separación es la negación de la verdad, pues el Hijo de Dios no puede estar separado de Su Padre, ni de Su Filiación.

Cuando este punto nos dice que los enfermos deben curarse a sí mismo, pues la verdad mora en ellos, lo que nos está enseñando es a transformar la negación en verdad. No es el cuerpo el que enferma, sino la mente, por lo que es en ese nivel donde debemos sanar. El milagro, a través de la Expiación -corrección del error-, nos llevará recordar la verdad que se encuentra en nuestro interior, compartiendo la Mente Una de Dios.

2. La luz brilla en todos ellos con igual intensidad independien­temente de cuán densa sea la niebla que la oculta. 2Si no le otor­gas a la niebla ningún poder para ocultar la luz, no tiene ninguno. 3Pues sólo tiene poder si el Hijo de Dios se lo confiere. 4Y debe ser él mismo quien le retire ese poder, recordando que todo poder es de Dios. 5Tú puedes recordar esto por toda la Filia­ción. 6No permitas que tu hermano se olvide, pues su olvido es también el tuyo. 7Pero cuando tú lo recuerdas, lo estás recordando por él también porque a Dios no se le recuerda solo. 8Esto es lo que has olvidado. 9Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. 10Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido no es sino la manera de recordar.

Me encanta la frase que se recoge en este punto, que dice: “Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios”. Los milagros tienen el poder de despertar nuestro corazón para que recuerde nuestro verdadero origen. Ese recuerdo, nos permitirá ver a nuestros hermanos, como los compañeros de viaje que han de permitirnos alcanzar nuestro destino, que no es otro que alcanzar la salvación.

3. No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer a sí mismo. 2Sea cuál sea la enfermedad, no hay más que un remedio. 3Alcanzarás la plenitud a medida que restaures la plenitud de otros, pues percibir en la enfermedad una petición de salud es reconocer en el odio una súplica de amor. 4Y dar a un hermano lo que realmente desea es ofrecértelo a ti mismo, ya que tu padre dispone que comprendas que tu hermano y tú sois lo mismo. 5Concédele su petición de amor, y la tuya quedará concedida. 6La curación es el Amor de Cristo por Su Padre y por Sí Mismo.

La única causa que da origen a la enfermedad, se encuentra en la mente: la creencia en la separación. Dicha creencia nos indica que, hemos elegido sustituir el amor por el miedo. Toda enfermedad es carencia de amor, por lo tanto, es una llamada, una súplica a ser amado. Ofrezcamos amor, y ello significará, que hemos sanado y que conservaremos ese estado de sanación, al compartirlo con nuestros hermanos.

4. Recuerda lo que dijimos acerca de las percepciones atemorizan­tes que tienen los niños pequeños, las cuales son aterrorizantes para ellos porque no las entienden. 2Si piden iluminación y la aceptan, sus miedos se desvanecen. 3Pero si ocultan sus pesadi­llas, las conservan. 4Es fácil ayudar a un niño inseguro, ya que reconoce que no entiende el significado de sus percepciones. 5Tú, sin embargo, crees que entiendes el significado de las tuyas. 6Cria­tura de Dios, estás ocultando tu cabeza bajo unas pesadas mantas que tú mismo te has echado encima. 7Estás ocultando tus pesadi­llas en la oscuridad de tu falsa certeza y negándote a abrir los ojos y a mirarlas de frente.

El niño, al nacer, tras su primer aliento de vida, rompe en llanto, pues acaba de ser “separado” de su madre, su gestadora, su creadora. Ese llanto, es su primera súplica de necesidad de amor. Mientras que ha permanecido en el seno materno, ha gozado de todo lo necesario para su crecimiento. Podríamos comparar ese estado con la etapa del “paraíso terrenal”, en el cual, el Hijo de Dios, gozaba de la Plenitud dispuesta por Su Hacedor. La expulsión de ese “paraíso”, la consecuencia de creerse separado, es semejante al momento en el que el recién nacido rompe en llanto, anunciando que, su conciencia ha cambiado del estado de Conocimiento al de percepción. Ese llanto, es una demanda de amor, de protección, de continuar recibiendo el alimento que recibía cuando se encontraba en comunicación directa con su creador.

Ese mismo llanto, sigue formando parte del ego, aunque trata de ocultar esa necesidad, utilizando las armas que le aportan identidad, como son el miedo y el ataque. Llorar es de débiles, lo que lleva a dar muestra de su fortaleza, haciendo uso de sus armas más preciadas.

5. No nos quedemos con las pesadillas, pues no son ofrendas dig­nas de Cristo, y, por lo tanto, no son regalos dignos de ti. 2Quítate las mantas de encima y hazle frente a lo que te da miedo. 3Sólo lo que tú te imaginas que ello pueda ser es lo que te da miedo, pues la realidad de lo que no es nada no puede dar miedo. 4 No demo­remos esto, pues el sueño de odio no se apartará de ti a menos que tengas ayuda, y la Ayuda ya está aquí. 5Aprende a mantenerte sereno en medio de la agitación, pues la quietud supone el final de la lucha y en esto consiste la jornada a la paz. 6Mira de frente cada imagen que surja para demorarte, pues el logro del objetivo es inevitable debido a que es eterno. 7Tener al amor por objetivo es algo a lo que tienes derecho, y ello es así a pesar de tus sueños.

El ego, piensa erróneamente, que Dios es su enemigo, pues se siente abandonado en un mundo que él ha fabricado, pero del que no reconoce su autoría. El recién nacido, demanda con su llanto, los cuidados de su madre, pero en la medida que va adquiriendo conciencia, el significado de lo verdadero se va olvidando, lo que llevará a buscar nuevos significados, aquellos que le hagan sentirse dueños de sí mismo y capaces de afrontar sus miedos haciendo uso del poder que le otorga la estrategia del ataque. Pero ese niño no podrá negar permanentemente lo verdadero. Crecerá y descubrirá su condición creadora. Ese reconocimiento, le ofrece la oportunidad de recordar el amor que es capaz de dar un padre/madre por su hijo. Desde ese instante, no cesará en su voluntad por cuidar y proteger a ese hijo.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 202

SEXTO REPASO Introducción 1.  Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos.  2 Además d...