domingo, 30 de junio de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 182

LECCIÓN 182

Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar.

1.  Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar. 2en algún recodo de tu mente sabes que esto es verdad. 3El recuerdo de tu hogar sigue rondándote, como si hubiera un lugar que te llamase a regresar, si bien no reconoces la voz, ni lo que ésta te recuerda. 4No obstante, sigues sintiéndote como un extraño aquí, proce­dente de algún lugar desconocido. 5No es algo tan concreto que puedas decir con certeza que eres un exilado aquí. 6Es más bien un sentimiento persistente, no más que una leve punzada a veces, que en otras ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento, pero que sin duda ha de volver a rondarte otra vez.

2. No hay nadie que no sepa de qué estamos hablando. 2Sin embargo, hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entrete­niéndose en juegos para pasar el tiempo y no sentir su tristeza: 3Otros prefieren negar que están tristes, y no reconocen en abso­luto que se están tragando las lágrimas. 4Hay quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que no se debe considerar más que como un sueño. 5Sin embargo, ¿quién podría honestamente afirmar, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sí mismo, que no sabe de lo que estamos hablando?

3. Hoy hablamos en nombre de todo aquel que vaga por este mundo, pues en él no está en su hogar. 2Camina a la deriva enfras­cado en una búsqueda interminable, buscando en la oscuridad lo que no puede hallar, y sin reconocer qué es lo que anda buscando. 3Construye miles de casas, pero ninguna de ellas satisface a su desasosegada mente. 4No se da cuenta de que las construye en vano. 5El hogar que anda buscando, él no lo puede construir. 6El Cielo no tiene sustituto. 7Lo único que él jamás construyó fue un infierno.

4. Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es el hogar de tu infancia. 2La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es simple­mente una imagen de un pasado que nunca tuvo lugar. 3Mas en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. 4Su infancia es eterna, llena de una inocencia que ha de perdurar para siempre. 5Por dondequiera que este Niño camina es tierra santa. 6Su santidad es lo que ilumina al Cielo, y lo que trae a la tierra el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto, en la que el Cielo y la tierra se encuentran unidos cual uno solo.

5. Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su Hijo. 2Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. 3Él anhela tan profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su voz te suplica que lo dejes descansar por un momento. 4Tan sólo pide unos segundos de respiro: un intervalo en el que pueda volver a respirar el aire santo que llena la casa de Su Padre. 5Tú eres también Su hogar. 6Él retornará. 7Pero dale un poco de tiempo para que pueda ser lo que es dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz y en amor.

6. Este Niño necesita tu protección. 2Se encuentra muy lejos de Su hogar. 3Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oír Su vocecilla, quedando así Su llamada de auxilio ahogada en los estridentes sonidos y destemplados y discordantes ruidos del mundo. 4No obstante, Él sabe que en ti aún radica Su protección. 5Tú no le fallarás. 6Él volverá a Su hogar, y tú lo acompañarás.

7. Este Niño es tu indefensión, tu fortaleza. 2Él confía en ti. 3Vino porque sabía que tú no le fallarías. 4Te habla incesantemente de Su hogar con suaves murmullos. 5Pues desea llevarte consigo de vuelta a él, a fin de poder Él Mismo permanecer allí y no tener que regresar de nuevo a donde no le corresponde estar y donde vive proscrito en un mundo de pensamientos que le son ajenos. 6Su paciencia es infinita. 7Esperará hasta que oigas Su dulce Voz dentro de ti instándote a que lo dejes ir en paz, junto contigo, a donde Él se encuentra en Su casa, al igual que tú.

8. Cuando estés en perfecta quietud por un instante, cuando el mundo se aparte de ti y las vanas ideas que abrigas en tu desaso­segada mente dejen de tener valor, oirás Su Voz. 2Su llamada es tan conmovedora que ya no le ofrecerás más resistencia. 3En ese instante te llevará a Su hogar, y tú permanecerás allí con Él en perfecta quietud, en silencio y en paz, más allá de las palabras, libre de todo temor y de toda duda, sublimemente seguro de que estás en tu hogar.

9. Descansa a menudo con Él hoy. 2Pues Él estuvo dispuesto a convertirse en un Niño pequeño para que tú pudieras aprender cuán fuerte es aquel que viene sin defensas, ofreciendo única­mente los mensajes del amor a quienes creen ser sus enemigos. 3Con el poder del Cielo en Sus manos, los llama amigos y les presta Su fortaleza para que puedan darse cuenta de que Él quiere ser su Amigo. 4Les pide que lo protejan, pues Su hogar está muy lejos, y Él no quiere regresar a él solo.

10. Cristo renace como un Niño pequeño cada vez que un pere­grino abandona su hogar. 2Pues éste debe aprender que a quien quiere proteger es sólo a este Niño, que viene sin defensas y a Quien la indefensión ampara. 3Ve con Él a tu hogar de vez en cuando hoy. 4Tú eres un extraño aquí, al igual que Él.

11. Dedica algún tiempo hoy a dejar a un lado tu escudo que de nada te ha servido, y a deponer la espada y la lanza que blandiste contra un enemigo imaginario. 2Cristo te ha llamado amigo y her­mano. 3Ha venido incluso a pedirte ayuda para que lo dejes regre­sar a Su hogar hoy, íntegro y completamente. 4Ha venido como lo haría un niño pequeño, que tiene que implorar la protección y el amor de su padre. 5Él rige el universo, y, sin embargo, te pide incesantemente que regreses con Él y que no sigas convirtiendo a las ilusiones en dioses.

12. Tú no has perdido tu inocencia. 2Y eso es lo que anhelas, 3lo que tu corazón desea. 4Ésa es la voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. 5Ese santo Niño todavía sigue a tu lado. 6Su hogar es el tuyo. 7Hoy Él te da Su indefensión, y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos que has fabricado. 8Y ahora el camino está libre y despejado, y el final de la jornada puede por fin vislumbrarse. 9Permanece muy quedo por un instante, regresa a tu hogar junto con Él y goza de paz por un rato.


¿Qué me enseña esta lección?

El hogar se convierte en el espacio donde debemos convivir con nuestros progenitores y donde recibimos el alimento que ha de permitirnos crecer física y anímicamente. El hogar se convierte, igualmente, en la fuente donde recibimos el aprendizaje necesario para crecer en armonía y bien-ser. 

Ese hogar terrenal, se manifiesta como el intento de reconstruir el verdadero Hogar de donde procedemos, donde formamos la gran familia de la Filiación, donde Somos Uno con nuestro Padre Celestial. 

Pero el intento de reconstruir el Cielo en la Tierra, encuentra un gran obstáculo, la voluntad del ego no persigue los mismos objetivos que la Voluntad Divina. Mientras que el ego, fabrica un mundo ilusorio y temporal, el Espíritu crea un mundo Real y Eterno. Mientras que el ego cree en la separación, el Espíritu cree en la Unidad. Mientras que el ego, cree en la culpabilidad, en el pecado y en el castigo como vía de redención, el Espíritu, cree en la inocencia, en el perdón y en el amor como vía de liberación y salvación. 

Acallemos las voces procedentes del mundanal ruido que nos impiden oír el susurro de nuestra personalidad inocente. Prestemos atención a la llamada de nuestro Padre, el cual, nos invita a abrir los ojos y a evidenciar la grandeza de Su Hogar. Él nos tiende Sus manos y nos da la bienvenida a nuestra Patria, a nuestro Verdadero Origen.

Sí, reconocemos ese Santo lugar, pues, en realidad siempre habíamos permanecido en él. Tan sólo un sueño temporal nos ha llevado a creer que fuimos expulsados del mismo.


Ejemplo-Guía: "El retorno al verdadero Hogar"

Soy consciente de que vivimos la ilusión de estar en este mundo, sin pertenecer a él. Este pensamiento, me ha llevado a reflexionar sobre una cuestión que tarde o temprano nos haremos: ¿es necesario morir a este mundo para experimentar la dicha del Cielo?

Una primera respuesta acude a mi mente. Al igual que el creer vivir en este mundo es una ilusión, morir en él, es, igualmente, una ilusión.

Esta respuesta no me deja otra opción que afrontar este asunto desde la Verdad, es decir, no somos lo que creemos ser, no somos un cuerpo, ni estamos separados de nuestra Fuente, por lo tanto, no podemos hablar de retorno a nuestro verdadero Hogar, pues en verdad, nunca lo hemos abandonado.

La lección de hoy nos habla del niño que habita en nuestro interior y que nos habla con el propósito de que, al oír su Voz, recordemos que estamos dormidos y experimentando un profundo sueño. Un sueño que no deja de ser, parte de la ilusión que hemos fabricado.

Ese acto volitivo del Hijo de Dios, nos ha situado en un estado de conciencia semejante al sueño del olvido y, desde esa lejana morada, todo lo que se percibe nos hace perder la conexión que nos mantiene unido a nuestra Fuente, a Dios.
Consciente de ese estado ilusorio, conocedor de que cualquier propuesta que hagamos con la intención de recordar nuestro origen, nuestra estirpe, forma parte del juego de la ilusión, se nos presenta el reto de encontrar el camino que nos permita ese anhelado encuentro con nuestro verdadero Ser, el único que ha de permitirnos despertar de la angustiosa pesadilla en la que nos encontramos sumidos.

No creo que tengamos que morir a este mundo para alcanzar las puertas del Cielo, es más, creo que el fin más elevado de este ilusorio mundo ha de permitirnos recordar lo que hemos olvidado, de que somos Dioses en formación. Pero sí podemos morir a las cosas de este mundo, lo que significa, que dentro del sueño no le damos valor a lo que percibimos en él, pues si lo hacemos estaríamos reconociendo de que son reales, y esa visión, ya la conocemos, es la que nos conduce a la senda del sufrimiento, pues, es la vía del miedo y de la separación.

Sí, hay que acallar la atención que nuestra mente presta a los asuntos del mundo y dejar oír la Voz del Niño Crístico que nos habla desde nuestro interior. Ese niño es como la luz que alumbra las penumbras que nos atemorizan en las pesadillas de nuestro sueño. Ese niño, es una invitación a pensar de una manera diferente, donde el ataque sea sustituido por la indefensión.

Es en el instante presente, en el ahora, cuando debemos vencer el miedo y sustituirlo por el único antídoto, el Amor.

Hoy, ahora, es el único y verdadero tiempo. Deja que tu niño interior se manifieste. Está llamando a tu puerta. Ve y ábrele las puertas para que su soplo de inocencia purifique todo tu hogar. Su rostro es el Amor y lo verás dibujado en los rostros de todos y cada uno de tus hermanos.


Reflexión: ¿En verdad crees que el mundo físico es tu verdadero hogar?

sábado, 29 de junio de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 181


Introducción a las lecciones 181-200

1. El propósito de estas próximas lecciones es intensificar tu buena voluntad a fin de fortalecer tu débil compromiso y de fun­dir todos tus variados objetivos en un solo empeño. 2No se te pide que tu dedicación sea total todo el tiempo. 3Pero sí que prac­tiques ahora a fin de llegar a alcanzar la sensación de paz que, aunque sólo sea de manera intermitente, tal compromiso unifi­cado brinda. 4Experimentar eso es lo que hará que estés comple­tamente dispuesto a seguir el camino que este curso señala.

2. Nuestras lecciones están ahora orientadas específicamente a ampliar tus horizontes, y a tratar de manera directa con determi­nados obstáculos que mantienen tu visión constreñida y dema­siado limitada para dejarte ver el valor de nuestro objetivo. 2Lo que nos proponemos ahora es trascender esos obstáculos, aun­que sólo sea brevemente. 3Las palabras en sí no pueden transmi­tir la sensación de liberación que se experimenta una vez que se han eliminado dichos obstáculos. 4Mas la experiencia de libertad y de paz que descenderá sobre ti cuando renuncies a tu férreo control de lo que ves será más que suficiente para convencerte. 5Tu motivación se intensificará de tal manera que las palabras dejarán de ser relevantes. 6Sabrás con certeza lo que quieres y lo que no tiene valor.

3. Así pues, comencemos la jornada que nos llevará más allá de las palabras, concentrándonos en primer lugar en lo que todavía supone un escollo para tu progreso. 2La experiencia de lo que existe más allá de toda actitud defensiva sigue siendo inalcanza­ble mientras se siga negando. 3Quizá esté ahí, pero tú no puedes aceptar su presencia. 4De modo que lo que nos proponemos ahora es ir más allá de todas las defensas por un breve intervalo cada día. 5No se te pide nada más porque no se necesita nada más. 6Ello será suficiente para garantizar que todo lo demás llegue.

LECCIÓN 181

Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

1. Confiar en tus hermanos es esencial para establecer y sustentar tu fe en tu propia capacidad para trascender tus dudas y tu falta de absoluta convicción en ti mismo. 2Cuando atacas a un her­mano, proclamas que está limitado por lo que tú has percibido en él. 3No estás viendo más allá de sus errores. 4Por el contrario, éstos se exageran, convirtiéndose en obstáculos que te impiden tener conciencia del Ser que se encuentra más allá de tus propios erro­res, así como de sus aparentes pecados y de los tuyos.

2. La percepción tiene un enfoque. 2Eso es lo que hace que lo que ves sea consistente. 3Cambia de enfoque, y, lo que contemples, consecuentemente cambiará. 4Ahora se producirá un cambio en tu visión para apoyar la intención que ha reemplazado a la que antes tenías. 5Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano, y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad. 6El único apoyo que esta fe recibe procede de lo que ves en otros más allá de sus pecados. 7Pues sus errores, si te concentras en ellos, no son sino testigos de tus propios pecados. 8no podrás sino verlos, lo cual te impedirá ver la impecabilidad que se encuentra más allá de ellos.

3. En nuestras prácticas de hoy, por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es dejar que todos esos insignificantes enfoques den paso a la gran necesidad que tenemos de que nuestra impeca­bilidad se haga evidente. 2Damos instrucciones a nuestras mentes para que, por un breve intervalo, eso, y sólo eso, sea lo que bus­quen. 3No vamos a preocuparnos por objetivos futuros. 4Lo que vimos un instante antes no nos preocupará en absoluto dentro de este lapso de tiempo en el que nuestra práctica consiste en cam­biar de intención. 5Buscamos la inocencia y nada más. 6la busca­mos sin interesarnos por nada que no sea el ahora.

4. Uno de los mayores obstáculos que ha impedido tu éxito ha sido tu dedicación a metas pasadas y futuras. 2El que las metas que propugna este curso sean tan extremadamente diferentes de las que tenías antes ha sido motivo de preocupación para ti. 3Y también te has sentido consternado por el pensamiento restric­tivo y deprimente de que, incluso si tuvieses éxito, volverías ine­vitablemente a perder el rumbo.

5. ¿Por qué habría de ser esto motivo de preocupación? 2Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan solo algo imaginario. 3Preocupa­ciones de esta índole no son sino defensas: para impedir que cam­biemos el enfoque de nuestra percepción en el presente. 4Nada más. 5Vamos a dejar de lado estas absurdas limitaciones por un momento. 6No vamos a recurrir a creencias pasadas, ni a dejar que lo que hayamos de creer en el futuro nos estorbe ahora. 7Damos comienzo a nuestra sesión de práctica con un solo propósito: ver la impecabilidad que mora dentro de nosotros.

6. Reconoceremos que hemos perdido de vista este objetivo si de alguna manera la ira se interpone en nuestro camino. 2Y si se nos ocurre pensar en los pecados de un hermano, nuestro restringido foco nos nublará la vista y nos hará volver los ojos hacia nuestros propios errores, que exageraremos y llamaremos "pecados". 3De modo que, por un breve intervalo, de surgir tales obstáculos, los transcenderemos sin ocuparnos del pasado o del futuro, dando instrucciones a nuestras mentes para que cambien de foco, según decimos:

4No es esto lo que quiero contemplar.
5Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

7. Y nos valdremos asimismo de este pensamiento para mante­nernos a salvo a lo largo del día. 2No estamos interesados en metas a largo plazo. 3Conforme cada uno de los obstáculos nuble la visión de nuestra impecabilidad, lo único que nos interesará será poner fin, por un instante, al dolor que, de concentrarnos en el pecado experimentaríamos, y que, de no corregirlo, persistiría.

8. No vamos en pos de fantasías. 2Pues lo que procuramos con­templar está realmente ahí. 3conforme nuestro foco se extienda más allá del error, veremos un mundo completamente impecable. 4cuando esto sea lo único que queramos ver y lo único que busquemos en nombre de la verdadera percepción, los ojos de Cristo se volverán inevitablemente los nuestros. 5El Amor que Él siente por nosotros se volverá también el nuestro. 6Esto será lo único que veremos reflejado en el mundo, así como en nosotros mismos.

9. El mundo que una vez proclamó nuestros pecados se convierte ahora en la prueba de que somos incapaces de pecar. 2nuestro amor por todo aquel que contemplemos dará testimonio de que recordamos al santo Ser que no conoce el pecado, y que jamás podría concebir nada que no compartiese Su impecabilidad. 3Éste es el recuerdo que queremos evocar hoy cuando consagramos nuestras mentes a la práctica. 4No miramos ni hacia adelante ni hacia atrás. 5Miramos directamente al presente. 6Y depositamos nuestra fe en la experiencia que ahora pedimos. 7Nuestra impeca­bilidad no es sino la Voluntad de Dios. 8En este instante nuestra voluntad dispone lo mismo que la Suya.


¿Qué me enseña esta lección?

En origen, en estado potencial, los Hijos de Dios, que constituyen la Filiación, conforman una Unidad, pues Todos han sido Emanados de un mismo Pensamiento Creador. 

La condición creadora heredada por el Hijo de Dios, ha de llevarle a hacer uso de ese poder y a Extender, de Si Mismo, a Su Hijo, como parte de Su Mente Una. Sin embargo, el hecho de haber elegido crear de forma diferente a Su Padre, ha llevado al Hijo del Dios, a creer que es posible hacer uso de la Mente desligándose del Amor, lo que ha propiciado la creencia en la separación, el error original. 

Desde este mundo de ilusión, fraguado por el uso incorrecto de la mente, la identidad deja de ser Espiritual y adquiere los ropajes del mundo físico: el cuerpo. 

Cada uno de esos cuerpos es distinto al de los demás; se le asigna unas funciones que potencian la diferenciación entre ellos y desde el punto de vista de las relaciones, esas diferencias nos llevan a percibir al otro como una amenaza de la que debemos defendernos. 

Recuperar la consciencia de unidad, nos lleva a cambiar, igualmente, de identidad, es decir, dejamos de identificarnos con el cuerpo y potenciamos los valores de nuestro Yo Espiritual. Dejo de ser limitado; temporal; escaso y necesitado. Dejo de dar valor al miedo, a la culpa, al castigo, al dolor y al sufrimiento. Dejo de creer en el pecado. En cambio, me manifiesto en la confianza, en la certeza de que soy perfecto; impecable; abundante; eterno e ilimitado. Soy Amor. Soy Uno con el Universo. 

Esa visión me permite creer en mi Hermano y le atribuyo la condición de Mensajeros de Dios, pues mi relación con él, me permite conocer, de una manera más amplia, mi propia divinidad.


Ejemplo-Guía: "Nuestro hermano y la visión de la impecabilidad"

Sin duda, una nueva invitación a deshacer nuestro aprendizaje, nuestras actuales creencias. Nuestra percepción nos lleva a ver y a interpretar lo externo como algo diferente a lo que sucede en nuestro interior, en nuestra mente, cuando en verdad, el mundo externo, es la proyección de lo que deseamos y nos muestra el contenido de nuestras creencias. 

No existe un tú y un yo, salvo que nuestra mente así lo perciba. Aquello que percibimos no es lo real, no es la verdad, pues el pensamiento nunca abandona su fuente, lo que nos ha de llevar a la certeza de lo que somos, es decir, Hijo de Dios, unidos por el lazo de un único y verdadero Pensamiento que ha creado a la Filiación. 

Vamos por el mundo, proyectando nuestras creencias, y, lo hacemos haciendo uso de una práctica que nos puede ayudar a conocernos, si bien, es una práctica que nos hace mucho daño: el juicio condenatorio. 

Cada vez que percibimos en el exterior aquello que se encuentra en sintonía con nuestro pensamiento, nos invita a emitir un juicio de valor. Cuando condenamos, estamos extendiendo nuestra propia condena y aquello que condenamos se convierte en nuestro peor enemigo. 

Nuestro hermano, adquiere un papel principal en el guion de nuestra vida. El actúa de cómplice para que nos veamos reflejado en él, tanto en lo que hemos decidido juzgar, como bueno y como malo. Lo primero que proyectamos sobre él, son nuestros miedos, nuestra escasez, nuestro sufrimiento, nuestro dolor. Tanto es así, que los convertimos en los causantes de todo cuanto nos ocurre. Sin embargo, no nos damos cuenta, de que no podremos percibir nada que no se encuentre en nuestro interior. Esto significa, que, si no vemos en nuestra mente el ataque, no podremos ser atacados; si no vemos, el dolor, no podremos experimentarlo; si no vemos la culpa, no seremos culpados. 

La lección de hoy, nos da una de las principales claves para recorrer el camino que ha de conducirnos a las puertas de la Salvación. Nos dice, que la percepción tiene un enfoque, que es lo mismo que decir, que responde a un deseo. Si esto lo aplicamos a la visión que tenemos de nuestro mundo, y, en particular, de nuestros hermanos, podemos concluir, que cada vez que vemos la culpa en ellos, en verdad estamos deseando proyectar nuestra propia culpa y no encontramos un modo mejor que hacerlo, que desear que sean culpables. 

Si ahora, en este momento, somos capaces de cambiar nuestro deseo, estaremos cambiando nuestra percepción y con ello estaremos cambiando nuestra visión. Si lo que deseamos es la impecabilidad, la extenderemos en nuestra percepción y en aquello que percibimos. 

Es una invitación que nos hace el Curso y que me gustaría compartir con todos vosotros. Desde aquí deseo vuestra impecabilidad, pues, es lo que deseo para mí mismo. Cada vez que la vida me ofrezca la oportunidad de elegir entre la condena y la impecabilidad, elegiré desde la nueva percepción y haré todo lo posible por satisfacer mi nuevo deseo de ser impecable.

Reflexión: ¿Cómo percibimos a nuestros hermanos?

viernes, 28 de junio de 2024

Capítulo 12. VI. La visión de Cristo (1ª parte).

VI. La visión de Cristo (1ª parte). 

1. El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y per­der tu alma. 2El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada. 3Invertir sin recibir beneficios es sin duda una manera segura de empobrecerte, y los gastos generales son muy altos. 4No sólo no recibes ningún beneficio de la inversión, sino que el costo es enorme. 5Pues esta inversión te cuesta la realidad del mundo al negar la tuya, y no te da nada a cambio. 6No puedes vender tu alma, pero puedes vender tu conciencia de ella. 7No puedes perci­bir tu alma, y no la podrás conocer mientras percibas cualquier otra cosa como más valiosa. 

El ego es un inversor y un negociador nato. Desde que toma conciencia del mundo, aprende con rapidez, que hay que invertir para conseguir dividendos que le aseguren su felicidad. De esta forma, dedica su tiempo en especular la mejor manera para conseguir el máximo beneficio al menor coste posible. Su esfuerzo es inefable, pues lo que invierte nunca le aporta el rendimiento esperado, y, cuando esto ocurre, se ve forzado a emplear estrategias, todas ellas basadas en el miedo, que le lleva a atacar, a engañar, a engatusar, con el único propósito de obtener las mayores ganancias posibles. Pero su búsqueda le llevará a la frustración, pues el mundo que ha fabricado, en el que considera su reino, es efímero, es temporal y está llamado a desaparecer.

Elegir, invertir en el mundo del ego, es agotador y ruinoso. Dar desde la escasez, nos lleva al encuentro con el sufrimiento. 

2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. 2Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. 3Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. 4Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. 5Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Pare. 6Dios está en tu memoria por causa de Él. 7Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. 8Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo. 

El ego piensa que el amor es debilidad y que el ataque es fortaleza. Ese sistema de pensamiento, le lleva a invertir en todo momento en empresas que el único beneficio que le otorgará, será el conflicto.

El Espíritu Santo es nuestra fortaleza porque conoce lo que somos. Su Mente Una nos inspira el amor que es la fuerza natural de nuestra condición espiritual, como Hijos de Dios. 

3. Tú no deseas el mundo. 2Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. 3Eso le confiere la única reali­dad que jamás tendrá. 4Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. 5De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti mismo, de igual modo la percepción de tu propia estima procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. 6Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece. 

Nuestra mente, tiene el poder de crear o de fabricar. Cuando ama, crea, y cuando tiene miedo, fabrica. Cuando ama, está creando un mundo real; cuando tiene miedo, está fabricando un mundo falso e irreal. 

4. La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. 2La misión del Espíritu Santo es abrirles los ojos a los ciegos, pues Él sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duer­men. 3Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. 4Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya. 

La mente que fabrica el mundo irreal, es la mente que ve desde el miedo. Esa mente, ha elegido mantenerse ciega a la verdad, a la realidad, por lo tanto, es incapaz de percibir correctamente el mundo que percibe, pues está dormida y soñando pesadillas, sin saber, que es el soñador del sueño.

El Espíritu Santo mantiene vivo el recuerdo de Dios en la mente y Su Voz, nos guiará para que recordemos lo que somos, el Hijo de Dios. A través de la Expiación, nuestra mente despertará del sueño y recordará su fortaleza, la que reside en el amor. 

5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo a recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos. 

La visión de Cristo, es la visión del Amor, la fuerza con la que El Padre nos has creado. 

6. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7Y sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser. 

La visión de Cristo, abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Ese despertar, nos unirá a nuestros hermanos con los que formamos la Filiación, y juntos, caminaremos hasta por la senda que nos conduce a la salvación, llevándonos hasta las puertas del Cielo, donde se encuentra nuestro verdadero Hogar. 

7. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

Hemos dicho, en el punto anterior, que la visión de Cristo abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Esa nueva percepción, esto es, la percepción verdadera, nos lleva hasta las puertas del conocimiento, hasta las puertas del Cielo. Cuando esto ocurre, el Espíritu Santo, nos inspirará sueños felices para que, con plena consciencia de que somos los soñadores del sueño, podamos expandir el amor y experimentemos los beneficios de la creación. 

8. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti. 

¡Feliz retorno a nuestro hogar, hermano! ¡Feliz reencuentro con nuestro Hacedor! ¡Feliz despertar! 

Capítulo 12. V. El programa de estudios cuerdo (2ª parte).

V. El programa de estudios cuerdo (2ª parte). 

5. Tienes problemas de aprendizaje en un sentido muy literal. 2Ciertas áreas de tus facultades para aprender están tan deteriora­das, que sólo puedes progresar bajo una dirección clara, precisa y constante, suministrada por un Maestro que pueda trascender tus limitados recursos. 3Él se convierte en tu Recurso, ya que por tu cuenta no puedes aprender. 4Es imposible aprender nada en la situación de aprendizaje en la que te has puesto a ti mismo, y es obvio que en esa situación necesitas un Maestro especial, así como un programa de estudios especial. 5A los malos estudiantes no se les debería elegir como maestros de sí mismos o de otros. 6No te dirigirías a ellos para establecer el programa de estudios que les permitiría escapar de sus limitaciones. 7Si comprendiesen lo que se encuentra más allá de ellos, no tendrían limitaciones. 

Para poder crear, debemos amar, pues crear es extender el amor. El Amor no se puede enseñar, ni aprender, pero sí es necesario recordar. Para recordar el Amor, debemos limpiar todas las falsas creencias que nos impiden acceder a ese recuerdo, que nos impiden ver la realidad que somos. Esa limpieza no podemos hacerla por nosotros mismos, pues nos hemos acostumbrado tanto a ese estado de suciedad, que somos incapaces de percibir la necesidad de hacer limpieza. El ego no es el maestro adecuado para enseñarnos a amar, pues siento pánico al amor. El amor es indiviso, mientras que el ego es padre de la división.

Para recordar lo que somos, para recordar el Amor, debemos pedir Expiación al Espíritu Santo, el cual nos dispensará la única lección que debemos aprender: la Mente Una. 

6. No sabes cuál es el significado del amor, y ésa es tu limitación. 2No intentes enseñarte a ti mismo lo que no entiendes, ni trates de establecer los objetivos del programa de estudios cuando los tuyos claramente han fracasado. 3El objetivo de tu aprendizaje ha sido no aprender y esto no puede conducir a un aprendizaje fructífero. 4No puedes transferir lo que no has aprendido, y el menoscabo de tu capacidad de generalizar es un fallo fundamental de tu aprendizaje. 5¿Les preguntarías a los que no han podido aprender para qué sirven los recursos de aprendizaje? 6Ellos no lo saben. 7Si pudiesen interpretar correctamente dichos recursos, habrían aprendido de ellos. 

¿Acaso puede dar lo que no tienes? El ego no puede ser nuestro maestro para enseñarnos la lección del Amor, pues, tiene miedo al amor. Recordar el amor, llevaría al ego a reconocer su inexistencia. 

7. He dicho que la regla del ego es: “Busca, pero no halles”. 2Traducido al lenguaje del programa de estudios eso significa: "Trata de aprender, pero no lo logres”. El resultado de este objetivo de aprendizaje es obvio: 4hará que se interprete erróneamente todo recurso de aprendizaje legítimo; toda instrucción real y toda dirección sensata, ya que el propósito de éstos es facilitar el apren­dizaje al que se opone ese absurdo programa de estudios. 5Si estás tratando de aprender cómo no aprender, y el objetivo de lo que enseñas es la auto-derrota, ¿qué puedes esperar sino confusión? 6Un programa así no tiene sentido. 7Este intento de "aprender" ha debilitado tanto a tu mente que no puedes amar, ya que el programa que has escogido es contrario al amor, y no es más que un curso en cómo atacarte a ti mismo. 8Un objetivo suplementa­rio de ese programa es no aprender cómo superar la división que da credibilidad a su objetivo principal. 9no te será posible superar esa división siguiendo dicho programa, ya que todo lo que aprendas será en su favor. 10Mas tu mente se pronuncia en contra de tu aprendizaje, tal como tu aprendizaje se pronuncia en contra de tu mente, y así, te opones a todo aprendizaje y lo consigues, pues eso es lo que quieres. 11Pero puede que todavía no te hayas dado cuenta de que hay algo que sí quieres aprender, y de que lo puedes aprender porque eso es lo que has decidido hacer. 

No podremos recordar el Amor, si no percibimos el mundo real. Mientras que percibamos el mundo que nos muestra la creencia en la separación, estaremos percibiendo erróneamente, y el mundo que veremos será irreal. En dicho mundo, aparentamos que estamos buscando el verdadero amor, pero cuando analizamos los resultados de dicha búsqueda, tomamos consciencia de que no estamos buscando del modo correcto. El amor no limita, no posee, no debilita, no ataca, no siente miedo. 

8. Tú, que has intentado aprender lo que no deseas, debes animarte, Buscar pues, aunque el programa de estudios que tú estableciste es en verdad deprimente, si lo examinas con detenimiento es simplemente ridículo. 2¿Cómo iba a ser posible que la manera de alcanzar un objetivo fuese no alcanzándolo? 3Renuncia ahora a ser tu propio maestro. 4Esta renuncia no te conducirá a la depre­sión. 5Es simplemente el resultado de haber evaluado honesta­mente lo que te has enseñado ti mismo y los resultados que se han derivado de ello. 6Bajo las condiciones de aprendizaje adecuadas, que tú no puedes proveer ni comprender, llegarás a con­vertirte en un alumno y maestro excelente. 7Pero aún no lo eres, ni lo serás hasta que la situación de aprendizaje tal como la urdiste se invierta. 

Buscar el amor en el lugar adecuado, significa que estamos dispuestos a renunciar a la creencia en la separación. Ver las cosas de otra manera, de tal forma que veamos a Dios en todo lo creado, que lo veamos en nuestra mente, nos llevará a percibir correctamente, a ver el mundo real, donde el amor favorecerá la libertad, la generosidad, la fortaleza, la unidad, la salvación. 

9. Tu potencial para aprender, debidamente entendido, es ilimitado porque te conducirá hasta Dios. 2Puedes enseñar el camino que conduce a Dios y aprenderlo, si sigues al Maestro que conoce el camino que conduce a Él y que sabe cómo se aprende Su pro­grama de estudios. 3El programa está desprovisto de toda ambigüedad porque Su objetivo no está dividido y los medios y el fin están en completo acuerdo. 4Lo único que necesitas hacer es ofrecerle tu atención indivisa. 5Todo lo demás se té proveerá, 6pues la verdad es que quieres aprender debidamente y nada puede oponerse a la decisión del Hijo de Dios. 7Lo que él puede aprender es tan ilimitado como él mismo. 

Aprender a través de la guía del Espíritu Santo, requiere por nuestra parte renunciar a la creencia en la separación. Poner nuestra voluntad al servicio del Creador, nos permitirá reconocernos como Maestros de Dios.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 180

QUINTO REPASO
                                                                
LECCIÓN 180

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (169) Por la gracia vivo. 2Por la gracia soy liberado.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (170) En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (169) Por la gracia vivo. 2Por la gracia soy liberado.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


La Gracia, como el Amor Verdadero, no se puede aprender, pues forman parte de nuestra condición natural. Dios, al crearnos, nos hizo a su Imagen y Semejanza, por lo que la esencia de la Gracia y del Amor forman parte de nuestra genética espiritual.

Cierto es que la consciencia de nuestra verdadera identidad permanece dormida a la Realidad que Somos. Nuestra mente, identificada con la transitoriedad del cuerpo físico, se halla a merced del ego, el cual la mantiene prisionera de falsas creencias, como la separación, el miedo, el castigo, la culpa, etc.

No obstante, la mente, alejada de la Verdad, siente añoranza por Ella. Intuye el lejano recuerdo de su emanación original y eleva su mirada hacia el cielo, en un intento por evocar los días en los que se veía unida a su Creador.

En ese recuerdo extrae un rayo de luz que le lleva despertar del pesado letargo en el que se ha encontrado sumida. Esa luz es un bálsamo esperanzador que la conecta de nuevo con la Vida, resucitando de la ilusoria muerte.

Las trompetas del perdón claman a los cuatro vientos y de todos los confines del universo se recibe el clamor de la victoria sobre el mundo de la ilusión. Atrás queda el miedo; atrás queda la culpa y su aliado el castigo; atrás queda el odio y el rencor…, atrás queda el sueño del pecado…, atrás queda el dolor.

El cielo se abre y nos da la bienvenida… vamos acompañado de la Gracia y del Amor. Es un instante Santo…, es la vivencia del Milagro… no caminamos separados…, no caminamos solos…, caminamos unidos en la Filiación. Es la hora de la liberación.


2. (170) En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Si nos creemos separados de nuestros hermanos, es lógico justificar nuestro miedo y nuestro deseo de defendernos. Tratamos de protegernos de aquello que interpretamos es un ataque contra nuestra vulnerabilidad, nuestra falsa identidad, el cuerpo.

El origen de la creencia de la separación, se ha grabado en el inconsciente colectivo de la humanidad como una acción transgresora de las Leyes Divinas, lo que ha sido interpretado como el “pecado original”.

Ese pecado, ha dado lugar al sentimiento de la culpabilidad y al deseo desenfrenado de limpiar nuestra consciencia a través de la vía del castigo y del dolor.

El rostro de Dios, aparece como un rostro riguroso e inspirador de Temor. Creer que le hemos fallado, nos inspira un poderoso miedo, el cual derivó en la creencia de la separación.

Ese error, nos ha llevado a la individualidad y a percibir al otro como algo externo del que debemos protegernos pues nos recuerda nuestros propios miedos.

Despertar de esa pesadilla que nos mantiene identificados con el miedo y con el sufrimiento, nos permitirá el reencuentro con nuestra verdadera realidad: Somos Amor y en nosotros no cabe la crueldad.

jueves, 27 de junio de 2024

Capítulo 12. V. El programa de estudios cuerdo (1ª parte).

V. El programa de estudios cuerdo (1ª parte). 


1. Sólo el amor es fuerte, puesto que es indiviso. 2Los fuertes no atacan, pues no ven que haya necesidad de ello. 3Antes de que la idea de atacar pudiese entrar en tu mente, tuviste que haberte percibido a ti mismo como débil. 4Puesto que te atacaste a ti mismo y creíste que el ataque había sido efectivo, te consideras a ti mismo debilitado. 5Al dejar de percibir la igualdad que existe entre tus hermanos y tú, y al considerarte a ti mismo como más débil, intentas "equilibrar" la situación a la que tú mismo diste lugar. 6Y te vales del ataque para ello porque crees que el ataque logró debilitarte.

El ataque, antes de adoptar formas físicas, es decir, antes de ser dirigido hacia algo externo, se produce en el nivel de la mente, de tal modo, que elegimos pensamientos que dividen nuestra mente. Dicha división, o lo que es lo mismo, ver un mundo distinto al de Dios, nos lleva a proyectar al exterior, la única causa que da lugar a la carencia, el miedo al amor, lo que se manifiesta externamente como el ataque a todo aquello que nos amenaza. 


2. Por eso es por lo que el reconocimiento de tu propia invulnera­bilidad es tan importante para el restablecimiento de tu cordura. 2Pues al aceptar tu invulnerabilidad estás reconociendo que el ataque no tiene efectos. 3Aunque te has atacado a ti mismo, demuestras que en realidad no ocurrió nada. 4Por lo tanto, al atacar no hiciste nada. 5Una vez que te des cuenta de esto, atacar dejará de tener sentido para ti, pues resultará evidente que ni es efectivo ni puede protegerte. 6Con todo, el reconocimiento de tu invulnerabilidad te aporta todavía mucho más que eso. 7Si tus ataques contra ti mismo no han podido debilitarte, eso quiere decir que aún eres fuerte. 8Por lo tanto, no tienes que "equilibrar" la situación para demostrar tu fuerza.
 
Recuperar la plena consciencia de lo que somos, nos permitirá recordar que somos Hijos del Amor y, por lo tanto, invulnerables a la falsa creencia en la necesidad y en la escasez. Al ver nuestra abundancia, la carencia de Amor, se convertirá en nuestra fortaleza. Bajo esa consciencia, el ataque, desaparece. 


3. No podrás darte cuenta de cuán inútil es el ataque hasta que no reconozcas que los ataques que lanzas contra ti mismo no tienen efectos. 2Pues otros ciertamente reaccionan ante el ataque si lo perciben, y, si estás tratando de atacarles, no podrás sino interpretar su reacción como un refuerzo de tu creencia en el ataque. 3El único lugar donde puedes cancelar todo refuerzo es en ti mismo. 4Pues tú eres siempre el primer blanco de tus ata­ques, y si éstos nunca han tenido lugar, tampoco pudieron haber tenido consecuencias.
 
La corrección del error original de vernos separados del Creador y de Su Filiación, nos liberará del miedo al amor, del miedo a Dios. Esa liberación, es el fruto que nos ofrece la Visión Crística, pues no podemos atacar aquello que amamos. Ver a Dios en nuestro interior, es ser consciente de que somos Su Hijo bien amado, en quien tiene Su Complacencia. 

4. El Amor del Espíritu Santo es tu fortaleza, pues el tuyo está dividido y, por lo tanto, no es real. 2No puedes confiar en tu pro­pio amor cuando lo atacas. 3 No puedes aprender lo que es el amor perfecto con una mente dividida, porque una mente dividida se ha convertido a sí misma en un mal estudiante. 4Trataste de hacer que la separación fuese eterna porque querías conservar las carac­terísticas de la creación, aunque con tu propio contenido. 5La crea­ción, sin embargo, no procede de ti, y los malos estudiantes tienen ciertamente necesidad de una enseñanza especial.
 
Ver un mundo distinto al creado por Dios, es un ataque al Creador y un ataque a nosotros mismos, pues hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, es decir, somos herederos de Dios y, por tanto, conservamos Su Propia Condición. 

Si nuestra mente se encuentra dividida, la creencia en la separación, nos llevará a proyectar esa división al exterior, lo que justificará el sistema de pensamiento del ego, el cual, utiliza el ataque como un mecanismo de defensa ante el miedo de ser atacado.