jueves, 20 de junio de 2024

Capítulo 12. II. Cómo recordar a Dios (2ª parte).

II. Cómo recordar a Dios (2ª parte).

6. Quieres todavía lo que Dios dispone, y ninguna pesadilla puede impedir que un Hijo de Dios logre su propósito. 2Pues tu pro­pósito te fue dado por Dios y no puedes sino cumplirlo, ya que ésa es Su Voluntad. 3Despierta y recuerda tu propósito, pues es tu voluntad recordarlos 4Lo que ya se ha llevado a cabo por ti tiene que ser tuyo. 5No permitas que tu odio obstruya el camino del amor, pues no hay nada que pueda resistirse al Amor que Cristo le profesa a Su Padre, o al Amor que Su Padre le profesa a Él.

Nuestro despertar es una realidad, es un hecho. La razón de esta afirmación se fundamenta en el reconocimiento de lo que realmente somos. Dios es Amor, y el Hijo de Dios, no puede ser diferente a Su Padre. Si somos Amor, y no lo sabemos, no es porque no lo seamos, sino porque lo hemos olvidado. Despertar significa recordar lo que hemos olvidado. Mientras que permanecemos en el olvido de lo que somos, estamos dormidos a la realidad y experimentaremos sueños de separación. Despertar es el paso ineludible que Dios ha dispuesto para que pongamos fin a la ilusión del sueño.

7. Dentro de poco me verás, pues yo no estoy oculto porque tú te estés ocultando. 2Es tan seguro que te despertaré como que me desperté a mí mismo, porque desperté por ti. 3En mi resurrección radica tu liberación. 4Nuestra misión es escaparnos de la crucifi­xión, no de la redención. 5Confía en mi ayuda, pues yo no caminé solo, y caminaré contigo de la misma manera en que nuestro Padre caminó conmigo: 6¿No sabías que caminé con Él en paz? 7¿Y no significa eso que la paz nos acompaña durante toda la jornada?

Jesús, nuestro hermano, representa el estadio, en el que decidimos abrir nuestros ojos y despertar del sueño. Ese despertar significa la resurrección, pues en verdad, la muerte no es más que la creencia en el error de la separación. Despertar, resucitar, es creer en la Unidad de la Filiación.

8. En el amor perfecto no hay miedo. 2No haremos otra cosa que mostrarte la perfección de lo que ya es perfecto en ti. 3No tienes miedo de lo desconocido sino de lo conocido. 4No fracasarás en tu misión porque yo no fracasé en la mía. 5En nombre de la absoluta confianza que tengo en ti, confía en mí, aunque sólo sea un poco, y alcanzaremos fácilmente la meta de perfección juntos. 6Pues la perfección simplemente es y no puede ser negada. 7Negar la negación de lo perfecto no es tan difícil como negar la verdad; y creerás en lo que podemos realizar juntos cuando lo veas realizado.

Lo ilusorio, lo falso, no es un hecho. Lo ilusorio, no es real, y si no es real, no es nada. Lo que no es nada, no puede ser un hecho.

La percepción verdadera nos abre las puertas de lo que es real, por lo que tan solo aquello que percibimos correctamente, será un hecho, esto es, será la experiencia que elevará nuestra conciencia hacia la verdad.

9. Tú que has tratado de desterrar el amor no has podido lograrlo, pero tú que eliges desterrar el miedo no podrás por menos que triunfar. 2El Señor está contigo, pero tú no lo sabes. 3Sin embargo, tu Redentor vive, y mora en ti en la paz de la cual Él fue creado. 4¿No te gustaría intercambiar tu conciencia de miedo por ésta conciencia? 5Cuando hayamos superado el miedo -no ocultándolo, ni restándole importancia, ni negando en modo alguno su impacto- esto es lo que realmente verás. 6No puedes dejar a un lado los obstáculos que se interponen a la verdadera visión a menos que primero los observes, ya que dejarlos a un lado significa que has juzgado contra ellos. 7Si los examinas, el Espíritu Santo los juzgará, y los juzgará correctamente. 8Sin embargo, Él no puede eliminar con Su luz lo que tú mantienes oculto, pues tú no se lo has ofrecido y Él no puede quitártelo.

Ocultar nuestros miedos, es el reconocimiento de que son reales. Mientras que el sistema de creencias del ego, ocupe nuestra mente y dirija nuestros pensamientos, estaremos impidiendo que se produzca nuestro despertar. Examinemos nuestros pensamientos y tomemos conciencia de aquello que estamos juzgando. En ese juicio descubriremos, aquello que estamos ocultando, que permanece distante de la luz, y que nos está impidiendo, recibir la orientación verdadera del Espíritu Santo, hacia el encuentro con nuestro despertar.

10. Nos estamos embarcando, por lo tanto, en un programa muy bien organizado, debidamente estructurado y cuidadosamente planeado, que tiene por objeto aprender a entregarle al Espíritu Santo todo aquello que no desees. 2El sabe qué hacer con ello. 3Tú, sin embargo, no sabes cómo valerte de Su conocimiento. 4Cual­quier cosa que se le entregue que no sea de Dios, desaparece. 5No obstante, tú tienes que estar completamente dispuesto a examinar eso que le entregas, ya que de otro modo Su conocimiento no te servirá de nada. 6Él jamás dejará de prestarte ayuda, pues prestar ayuda es Su único propósito. 7¿No es cierto acaso que tienes más razones para temer al mundo tal como lo percibes, que para mirar a la causa del miedo y abandonarla para siempre?

Sí es cierto. La percepción de un niño recién nacido, le llevará a emitir su llanto en un reconocimiento, del miedo aterrador que está sintiendo, al creerse separado de su madre.

Ese niño entrega en su madre todos sus miedos, para que, aportándole su amor de madre, le tranquilice. Lo único que le pide ese niño a su madre, es que lo cuide, que lo ame, que lo abrigue, que lo proteja, que lo alimente. Le pide lo esencial, le pide aquello que puede dar desde el amor, no desde el miedo. No le pide que ataque a otros para salvaguardarle del miedo.

No le pidamos al Espíritu Santo, que medie por nosotros para que salgamos vencedores en nuestras contiendas. No le pidamos desde el miedo, sino desde el reconocimiento de que es la Voz que ha dispuesto nuestro Padre para que nos sirva de guía en el retorno a nuestro verdadero Hogar. 

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