miércoles, 19 de junio de 2024

Capítulo 12. II. Cómo recordar a Dios (1ª parte).

II. Cómo recordar a Dios (1ª parte).

1. Los milagros son simplemente la transformación de la negación en verdad. 2Si amarse uno a sí mismo significa curarse uno a sí mismo, los que están enfermos no se aman a sí mismos. 3Por lo tanto, están pidiendo el amor que los podría sanar, pero que se están negando a sí mismos. 4Si supiesen la verdad acerca de sí mismos no podrían estar enfermos. 5La tarea del obrador de mila­gros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad. 6Los enfermos deben curarse a sí mismos, pues la verdad mora en ellos. 7Mas al haberla nublado, la luz de otra mente necesita brillar sobre la suya porque dicha luz es suya.

El ego piensa que el cuerpo puede enfermar, pues al percibir sus síntomas, le da esa credibilidad, y al creer des esta manera, piensa que cuerpo y mente son una misma cosa, lo que le lleva a albergar un profundo temor, pues la mente del ego se fundamenta en el miedo, en la separación y en el ataque.

La creencia en la separación es la negación de la verdad, pues el Hijo de Dios no puede estar separado de Su Padre, ni de Su Filiación.

Cuando este punto nos dice que los enfermos deben curarse a sí mismo, pues la verdad mora en ellos, lo que nos está enseñando es a transformar la negación en verdad. No es el cuerpo el que enferma, sino la mente, por lo que es en ese nivel donde debemos sanar. El milagro, a través de la Expiación -corrección del error-, nos llevará recordar la verdad que se encuentra en nuestro interior, compartiendo la Mente Una de Dios.

2. La luz brilla en todos ellos con igual intensidad independien­temente de cuán densa sea la niebla que la oculta. 2Si no le otor­gas a la niebla ningún poder para ocultar la luz, no tiene ninguno. 3Pues sólo tiene poder si el Hijo de Dios se lo confiere. 4Y debe ser él mismo quien le retire ese poder, recordando que todo poder es de Dios. 5Tú puedes recordar esto por toda la Filia­ción. 6No permitas que tu hermano se olvide, pues su olvido es también el tuyo. 7Pero cuando tú lo recuerdas, lo estás recordando por él también porque a Dios no se le recuerda solo. 8Esto es lo que has olvidado. 9Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. 10Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido no es sino la manera de recordar.

Me encanta la frase que se recoge en este punto, que dice: “Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios”. Los milagros tienen el poder de despertar nuestro corazón para que recuerde nuestro verdadero origen. Ese recuerdo, nos permitirá ver a nuestros hermanos, como los compañeros de viaje que han de permitirnos alcanzar nuestro destino, que no es otro que alcanzar la salvación.

3. No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer a sí mismo. 2Sea cuál sea la enfermedad, no hay más que un remedio. 3Alcanzarás la plenitud a medida que restaures la plenitud de otros, pues percibir en la enfermedad una petición de salud es reconocer en el odio una súplica de amor. 4Y dar a un hermano lo que realmente desea es ofrecértelo a ti mismo, ya que tu padre dispone que comprendas que tu hermano y tú sois lo mismo. 5Concédele su petición de amor, y la tuya quedará concedida. 6La curación es el Amor de Cristo por Su Padre y por Sí Mismo.

La única causa que da origen a la enfermedad, se encuentra en la mente: la creencia en la separación. Dicha creencia nos indica que, hemos elegido sustituir el amor por el miedo. Toda enfermedad es carencia de amor, por lo tanto, es una llamada, una súplica a ser amado. Ofrezcamos amor, y ello significará, que hemos sanado y que conservaremos ese estado de sanación, al compartirlo con nuestros hermanos.

4. Recuerda lo que dijimos acerca de las percepciones atemorizan­tes que tienen los niños pequeños, las cuales son aterrorizantes para ellos porque no las entienden. 2Si piden iluminación y la aceptan, sus miedos se desvanecen. 3Pero si ocultan sus pesadi­llas, las conservan. 4Es fácil ayudar a un niño inseguro, ya que reconoce que no entiende el significado de sus percepciones. 5Tú, sin embargo, crees que entiendes el significado de las tuyas. 6Cria­tura de Dios, estás ocultando tu cabeza bajo unas pesadas mantas que tú mismo te has echado encima. 7Estás ocultando tus pesadi­llas en la oscuridad de tu falsa certeza y negándote a abrir los ojos y a mirarlas de frente.

El niño, al nacer, tras su primer aliento de vida, rompe en llanto, pues acaba de ser “separado” de su madre, su gestadora, su creadora. Ese llanto, es su primera súplica de necesidad de amor. Mientras que ha permanecido en el seno materno, ha gozado de todo lo necesario para su crecimiento. Podríamos comparar ese estado con la etapa del “paraíso terrenal”, en el cual, el Hijo de Dios, gozaba de la Plenitud dispuesta por Su Hacedor. La expulsión de ese “paraíso”, la consecuencia de creerse separado, es semejante al momento en el que el recién nacido rompe en llanto, anunciando que, su conciencia ha cambiado del estado de Conocimiento al de percepción. Ese llanto, es una demanda de amor, de protección, de continuar recibiendo el alimento que recibía cuando se encontraba en comunicación directa con su creador.

Ese mismo llanto, sigue formando parte del ego, aunque trata de ocultar esa necesidad, utilizando las armas que le aportan identidad, como son el miedo y el ataque. Llorar es de débiles, lo que lleva a dar muestra de su fortaleza, haciendo uso de sus armas más preciadas.

5. No nos quedemos con las pesadillas, pues no son ofrendas dig­nas de Cristo, y, por lo tanto, no son regalos dignos de ti. 2Quítate las mantas de encima y hazle frente a lo que te da miedo. 3Sólo lo que tú te imaginas que ello pueda ser es lo que te da miedo, pues la realidad de lo que no es nada no puede dar miedo. 4 No demo­remos esto, pues el sueño de odio no se apartará de ti a menos que tengas ayuda, y la Ayuda ya está aquí. 5Aprende a mantenerte sereno en medio de la agitación, pues la quietud supone el final de la lucha y en esto consiste la jornada a la paz. 6Mira de frente cada imagen que surja para demorarte, pues el logro del objetivo es inevitable debido a que es eterno. 7Tener al amor por objetivo es algo a lo que tienes derecho, y ello es así a pesar de tus sueños.

El ego, piensa erróneamente, que Dios es su enemigo, pues se siente abandonado en un mundo que él ha fabricado, pero del que no reconoce su autoría. El recién nacido, demanda con su llanto, los cuidados de su madre, pero en la medida que va adquiriendo conciencia, el significado de lo verdadero se va olvidando, lo que llevará a buscar nuevos significados, aquellos que le hagan sentirse dueños de sí mismo y capaces de afrontar sus miedos haciendo uso del poder que le otorga la estrategia del ataque. Pero ese niño no podrá negar permanentemente lo verdadero. Crecerá y descubrirá su condición creadora. Ese reconocimiento, le ofrece la oportunidad de recordar el amor que es capaz de dar un padre/madre por su hijo. Desde ese instante, no cesará en su voluntad por cuidar y proteger a ese hijo.

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