lunes, 30 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 181

Introducción a las lecciones 181-200

1. El propósito de estas próximas lecciones es intensificar tu buena voluntad a fin de fortalecer tu débil compromiso y de fun­dir todos tus variados objetivos en un solo empeño. 2No se te pide que tu dedicación sea total todo el tiempo. 3Pero sí que prac­tiques ahora a fin de llegar a alcanzar la sensación de paz que, aunque sólo sea de manera intermitente, tal compromiso unifi­cado brinda. 4Experimentar eso es lo que hará que estés comple­tamente dispuesto a seguir el camino que este curso señala.

2. Nuestras lecciones están ahora orientadas específicamente a ampliar tus horizontes, y a tratar de manera directa con determi­nados obstáculos que mantienen tu visión constreñida y dema­siado limitada para dejarte ver el valor de nuestro objetivo. 2Lo que nos proponemos ahora es trascender esos obstáculos, aun­que sólo sea brevemente. 3Las palabras en sí no pueden transmi­tir la sensación de liberación que se experimenta una vez que se han eliminado dichos obstáculos. 4Mas la experiencia de libertad y de paz que descenderá sobre ti cuando renuncies a tu férreo control de lo que ves será más que suficiente para convencerte. 5Tu motivación se intensificará de tal manera que las palabras dejarán de ser relevantes. 6Sabrás con certeza lo que quieres y lo que no tiene valor.

3. Así pues, comencemos la jornada que nos llevará más allá de las palabras, concentrándonos en primer lugar en lo que todavía supone un escollo para tu progreso. 2La experiencia de lo que existe más allá de toda actitud defensiva sigue siendo inalcanza­ble mientras se siga negando. 3Quizá esté ahí, pero tú no puedes aceptar su presencia. 4De modo que lo que nos proponemos ahora es ir más allá de todas las defensas por un breve intervalo cada día. 5No se te pide nada más porque no se necesita nada más. 6Ello será suficiente para garantizar que todo lo demás llegue.

LECCIÓN 181

Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

1. Confiar en tus hermanos es esencial para establecer y sustentar tu fe en tu propia capacidad para trascender tus dudas y tu falta de absoluta convicción en ti mismo. 2Cuando atacas a un her­mano, proclamas que está limitado por lo que tú has percibido en él. 3No estás viendo más allá de sus errores. 4Por el contrario, éstos se exageran, convirtiéndose en obstáculos que te impiden tener conciencia del Ser que se encuentra más allá de tus propios erro­res, así como de sus aparentes pecados y de los tuyos.

2. La percepción tiene un enfoque. 2Eso es lo que hace que lo que ves sea consistente. 3Cambia de enfoque, y, lo que contemples, consecuentemente cambiará. 4Ahora se producirá un cambio en tu visión para apoyar la intención que ha reemplazado a la que antes tenías. 5Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano, y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad. 6El único apoyo que esta fe recibe procede de lo que ves en otros más allá de sus pecados. 7Pues sus errores, si te concentras en ellos, no son sino testigos de tus propios pecados. 8no podrás sino verlos, lo cual te impedirá ver la impecabilidad que se encuentra más allá de ellos.

3. En nuestras prácticas de hoy, por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es dejar que todos esos insignificantes enfoques den paso a la gran necesidad que tenemos de que nuestra impeca­bilidad se haga evidente. 2Damos instrucciones a nuestras mentes para que, por un breve intervalo, eso, y sólo eso, sea lo que bus­quen. 3No vamos a preocuparnos por objetivos futuros. 4Lo que vimos un instante antes no nos preocupará en absoluto dentro de este lapso de tiempo en el que nuestra práctica consiste en cam­biar de intención. 5Buscamos la inocencia y nada más. 6la busca­mos sin interesarnos por nada que no sea el ahora.

4. Uno de los mayores obstáculos que ha impedido tu éxito ha sido tu dedicación a metas pasadas y futuras. 2El que las metas que propugna este curso sean tan extremadamente diferentes de las que tenías antes ha sido motivo de preocupación para ti. 3Y también te has sentido consternado por el pensamiento restric­tivo y deprimente de que, incluso si tuvieses éxito, volverías ine­vitablemente a perder el rumbo.

5. ¿Por qué habría de ser esto motivo de preocupación? 2Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan solo algo imaginario. 3Preocupa­ciones de esta índole no son sino defensas: para impedir que cam­biemos el enfoque de nuestra percepción en el presente. 4Nada más. 5Vamos a dejar de lado estas absurdas limitaciones por un momento. 6No vamos a recurrir a creencias pasadas, ni a dejar que lo que hayamos de creer en el futuro nos estorbe ahora. 7Damos comienzo a nuestra sesión de práctica con un solo propósito: ver la impecabilidad que mora dentro de nosotros.

6. Reconoceremos que hemos perdido de vista este objetivo si de alguna manera la ira se interpone en nuestro camino. 2Y si se nos ocurre pensar en los pecados de un hermano, nuestro restringido foco nos nublará la vista y nos hará volver los ojos hacia nuestros propios errores, que exageraremos y llamaremos "pecados". 3De modo que, por un breve intervalo, de surgir tales obstáculos, los transcenderemos sin ocuparnos del pasado o del futuro, dando instrucciones a nuestras mentes para que cambien de foco, según decimos:

4No es esto lo que quiero contemplar.
5Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

7. Y nos valdremos asimismo de este pensamiento para mante­nernos a salvo a lo largo del día. 2No estamos interesados en metas a largo plazo. 3Conforme cada uno de los obstáculos nuble la visión de nuestra impecabilidad, lo único que nos interesará será poner fin, por un instante, al dolor que, de concentrarnos en el pecado experimentaríamos, y que, de no corregirlo, persistiría.

8. No vamos en pos de fantasías. 2Pues lo que procuramos con­templar está realmente ahí. 3conforme nuestro foco se extienda más allá del error, veremos un mundo completamente impecable. 4cuando esto sea lo único que queramos ver y lo único que busquemos en nombre de la verdadera percepción, los ojos de Cristo se volverán inevitablemente los nuestros. 5El Amor que Él siente por nosotros se volverá también el nuestro. 6Esto será lo único que veremos reflejado en el mundo, así como en nosotros mismos.

9. El mundo que una vez proclamó nuestros pecados se convierte ahora en la prueba de que somos incapaces de pecar. 2nuestro amor por todo aquel que contemplemos dará testimonio de que recordamos al santo Ser que no conoce el pecado, y que jamás podría concebir nada que no compartiese Su impecabilidad. 3Éste es el recuerdo que queremos evocar hoy cuando consagramos nuestras mentes a la práctica. 4No miramos ni hacia adelante ni hacia atrás. 5Miramos directamente al presente. 6Y depositamos nuestra fe en la experiencia que ahora pedimos. 7Nuestra impeca­bilidad no es sino la Voluntad de Dios. 8En este instante nuestra voluntad dispone lo mismo que la Suya.


¿Qué me enseña esta lección?

En origen, en estado potencial, los Hijos de Dios, que constituyen la Filiación, conforman una Unidad, pues todos han sido emanados de un mismo Pensamiento Creador. 

La condición creadora heredada por el Hijo de Dios ha de llevarle a hacer uso de ese poder y a extender, de Sí Mismo, a Su Hijo, como parte de Su Mente Una. Sin embargo, el hecho de haber elegido crear de forma diferente a Su Padre ha llevado al Hijo del Dios a creer que es posible hacer uso de la Mente desligándose del Amor, lo que ha propiciado la creencia en la separación, el error original. 

Desde este mundo de ilusión, fraguado por el uso incorrecto de la mente, la identidad deja de ser espiritual y adquiere los ropajes del mundo físico: el cuerpo. 

Cada uno de esos cuerpos es distinto al de los demás; se le asigna unas funciones que potencian la diferenciación entre ellos y, desde el punto de vista de las relaciones, esas diferencias nos llevan a percibir al otro como una amenaza de la que debemos defendernos. 

Recuperar la consciencia de unidad nos lleva a cambiar, igualmente, de identidad, es decir, dejamos de identificarnos con el cuerpo y potenciamos los valores de nuestro Yo Espiritual. Dejo de ser limitado, temporal, escaso y necesitado. Dejo de dar valor al miedo, a la culpa, al castigo, al dolor y al sufrimiento. Dejo de creer en el pecado. En cambio, me manifiesto en la confianza, en la certeza de que soy perfecto; impecable; abundante; eterno e ilimitado. Soy Amor. Soy Uno con el universo. 

Esa visión me permite creer en mi hermano y le atribuyo la condición de mensajero de Dios, pues mi relación con él me permite conocer, de una manera más amplia, mi propia divinidad.


Ejemplo-Guía: "Nuestro hermano y la visión de la impecabilidad"

Sin duda, una nueva invitación a deshacer nuestro aprendizaje, nuestras actuales creencias. Nuestra percepción nos lleva a ver e interpretar lo externo como algo diferente a lo que sucede en nuestro interior, en nuestra mente, cuando en verdad el mundo externo es la proyección de lo que deseamos y nos muestra el contenido de nuestras creencias. 

No existe un tú y un yo, salvo que nuestra mente así lo perciba. Aquello que percibimos no es lo real, no es la verdad, pues el pensamiento nunca abandona su fuente, lo que nos ha de llevar a la certeza de lo que somos, es decir, Hijos de Dios, unidos por el lazo de un único y verdadero Pensamiento que ha creado a la Filiación. 

Vamos por el mundo proyectando nuestras creencias y lo hacemos haciendo uso de una práctica que nos puede ayudar a conocernos y, sin embargo, es una práctica que nos hace mucho daño: el juicio condenatorio. 

Cada vez que percibimos en el exterior aquello que se encuentra en sintonía con nuestro pensamiento, nos invita a emitir un juicio de valor. Cuando condenamos, estamos extendiendo nuestra propia condena y aquello que condenamos se convierte en nuestro peor enemigo. 

Nuestro hermano adquiere un papel principal en el guion de nuestra vida. Él actúa de cómplice para que nos veamos reflejados en él, tanto en lo que hemos decidido juzgar como bueno y como malo. Lo primero que proyectamos sobre él son nuestros miedos, nuestra escasez, nuestro sufrimiento, nuestro dolor. Tanto es así que los convertimos en los causantes de todo cuanto nos ocurre. Sin embargo, no nos damos cuenta de que no podremos percibir nada que no se encuentre en nuestro interior. Esto significa que, si no vemos en nuestra mente el ataque, no podremos ser atacados; si no vemos el dolor, no podremos experimentarlo; si no vemos la culpa, no seremos culpados. 

La lección de hoy nos da una de las principales claves para recorrer el camino que ha de conducirnos a las puertas de la salvación. Nos dice que la percepción tiene un enfoque, que es lo mismo que decir que responde a un deseo. Si esto lo aplicamos a la visión que tenemos de nuestro mundo y, en particular, de nuestros hermanos, podemos concluir que cada vez que vemos la culpa en ellos, en verdad estamos deseando proyectar nuestra propia culpa y no encontramos un modo mejor de hacerlo que desear que sean culpables. 

Si ahora, en este momento, somos capaces de cambiar nuestro deseo, estaremos cambiando nuestra percepción y con ello estaremos cambiando nuestra visión. Si lo que deseamos es la impecabilidad, la extenderemos en nuestra percepción y en aquello que percibimos. 

Es una invitación que nos hace el Curso y que me gustaría compartir con todos vosotros. Desde aquí deseo vuestra impecabilidad, pues es lo que deseo para mí mismo. Cada vez que la vida me ofrezca la oportunidad de elegir entre la condena y la impecabilidad, elegiré desde la nueva percepción y haré todo lo posible por satisfacer mi nuevo deseo de ser impecable.

Reflexión: ¿Cómo percibimos a nuestros hermanos?

Capítulo 21. IV. El miedo a mirar adentro (3ª parte).

 IV. El miedo a mirar adentro (3ª parte).

6. En las enseñanzas del Espíritu Santo no hay inconsistencias. 2Éste es el razonamiento de los cuerdos. 3Has percibido la locura del ego, y no te ha dado miedo porque elegiste no compartirla. 4Pero aún te engaña a veces. 5No obstante, en tus momentos más lúcidos, sus desvaríos no producen ningún terror en tu corazón. 6Pues te has dado cuenta de que no quieres los regalos que el ego te quitaría de rabia por tu "presuntuoso" deseo de querer mirar adentro. 7Todavía quedan unas cuantas baratijas que parecen titi­lar y llamarte la atención. 8No obstante, ya no "venderías" el Cielo por ellas.

Cuando decidimos valientemente abrir la habitación prohibida del miedo y comprobamos que tal prohibición no estaba fundamentada, no era real, nuestra fe en nuestra visión, en nuestra creencia nos fortalecerá y la debilidad a la que estábamos acostumbrados, caminando de la mano del ego, se convertirá en fortaleza y reconocimiento de nuestra verdadera identidad.

La práctica de las acciones rectas formará parte de nuestros hábitos y de nuestra nueva personalidad. Dar y recibir nos hará abundantes; amar desde la libertad nos permitirá gozar de la fidelidad y nuestra inocencia garantizará nuestra seguridad.

7. Y ahora el ego tiene miedo. 2Mas lo que él oye aterrorizado, la otra parte de tu mente lo oye como la más dulce melodía: el canto que añoraba oír desde que el ego se presentó en tu mente por primera vez. 3La debilidad del ego es su fortaleza. 4El himno de la libertad, el cual canta en alabanza de otro mundo, le brinda espe­ranzas de paz. 5Pues recuerda al Cielo, y ve ahora que el Cielo por fin ha descendido a la tierra, de donde el dominio del ego lo había mantenido alejado por tanto tiempo. 6El Cielo ha llegado porque encontró un hogar en tu relación en la tierra. 7Y la tierra no puede retener por más tiempo lo que se le ha dado al Cielo como suyo propio.

Cuando no ponemos nuestra atención en el ego y en su contexto, el mundo material, ocurre lo que tiene que ocurrir, que lo que no es nada siga siéndolo; dicho de otro modo, que cada uno perciba lo que cree ser, que el miedo se quede con su miedo y desatendido.

En este nuevo estado de ser, el cuerpo desarrolla su función más elevada y se convierte en un canal de comunicación de la visión verdadera, la que nos lleva a experimentar el poder de la unión y del amor incondicional. De este modo, transformamos las relaciones especiales en relaciones santas.

8Contempla amorosamente a tu hermano, y recuerda que la debilidad del ego se pone de manifiesto ante vuestra vista. 2Lo que el ego pretendía mantener separado se ha encontrado y se ha unido, y ahora contempla al ego sin temor. 3Criatura inocente de todo pecado, sigue el camino de la certeza jubilosamente. 4No dejes que la demente insistencia del miedo de que la certeza reside en la duda te detenga. 5Eso no tiene sentido. 6¿Qué importa cuán imperiosamente se proclame? 7Lo que es insensato no cobra sentido porque se repita o se aclame. 8El camino de la paz está libre y despejado. 9Síguelo felizmente, y no pongas en duda lo que no puede sino ser cierto. 

Contemplar amorosamente a nuestro hermano es la confirmación de que hemos atendido a la llamada de la Expiación y hemos corregido el error de la falsa percepción de creernos separados del resto de la creación. Nos hemos deshecho del sistema de pensamiento del ego y hemos sustituido el miedo por el amor, así como la división por la unidad. Hemos abandonado el hábito de juzgar y condenar, al tiempo que hemos adoptado un nuevo estado de ser en el que elegimos perdonar todos nuestros errores y rendir culto a la inocencia en el altar de la verdad.

Ahora tenemos la certeza de la verdad y proclamamos nuestra filiación a ella.

domingo, 29 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 180

QUINTO REPASO
                                                                
LECCIÓN 180

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (169) Por la gracia vivo. 2Por la gracia soy liberado.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (170) En Dios no hay crueldad, ni en mí tampoco.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (169) Por la gracia vivo. 2Por la gracia soy liberado.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


La Gracia, como el Amor Verdadero, no se puede aprender, pues forman parte de nuestra condición natural. Dios, al crearnos, nos hizo a Su imagen y semejanza, por lo que la esencia de la Gracia y del Amor forman parte de nuestra genética espiritual.

Cierto es que la consciencia de nuestra verdadera identidad permanece dormida a la realidad que somos. Nuestra mente, identificada con la transitoriedad del cuerpo físico, se halla a merced del ego, el cual la mantiene prisionera de falsas creencias, como la separación, el miedo, el castigo, la culpa, etc.

No obstante, la mente, alejada de la Verdad, siente añoranza por Ella. Intuye el lejano recuerdo de su emanación original y eleva su mirada hacia el cielo, en un intento por evocar los días en los que se veía unida a su Creador.

En ese recuerdo extrae un rayo de luz que le lleva a despertar del pesado letargo en el que se ha encontrado sumida. Esa luz es un bálsamo esperanzador que la conecta de nuevo con la vida, resucitando de la ilusoria muerte.

Las trompetas del perdón claman a los cuatro vientos y de todos los confines del universo se recibe el clamor de la victoria sobre el mundo de la ilusión. Atrás queda el miedo; atrás queda la culpa y su aliado, el castigo; atrás queda el odio y el rencor…; atrás queda el sueño del pecado…; atrás queda el dolor.

El cielo se abre y nos da la bienvenida. Vamos acompañados de la Gracia y del Amor. Es un instante santo. Es la vivencia del milagro. No caminamos separados, no caminamos solos. Caminamos unidos en la Filiación. Es la hora de la liberación.


2. (170) En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Si nos creemos separados de nuestros hermanos, es lógico justificar nuestro miedo y nuestro deseo de defendernos. Tratamos de protegernos de aquello que interpretamos que es un ataque contra nuestra vulnerabilidad, nuestra falsa identidad, el cuerpo.

El origen de la creencia de la separación se ha grabado en el inconsciente colectivo de la humanidad como una acción transgresora de las Leyes Divinas, lo que ha sido interpretado como el “pecado original”.

Ese pecado ha dado lugar al sentimiento de la culpabilidad y al deseo desenfrenado de limpiar nuestra consciencia a través de la vía del castigo y del dolor.

El rostro de Dios aparece como un rostro riguroso e inspirador de temor. Creer que le hemos fallado nos inspira un poderoso miedo, el cual derivó en la creencia de la separación.

Ese error nos ha llevado a la individualidad y a percibir al otro como algo externo del que debemos protegernos, pues nos recuerda nuestros propios miedos.

Despertar de esa pesadilla que nos mantiene identificados con el miedo y con el sufrimiento nos permitirá el reencuentro con nuestra verdadera realidad: Somos Amor y en nosotros no cabe la crueldad.

sábado, 28 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 179

QUINTO REPASO

                                                       
LECCIÓN 179

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (167) Sólo hay una vida, y ésa es la vida que  comparto con Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (168) Tu gracia me es dada. 2La reclamo ahora.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (167) Sólo hay una vida, y ésa es la vida que  comparto con Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Sólo hay una vida porque Dios es Unidad.

El Hijo de Dios, creado como expansión emanada de la Mente de Dios, sigue y permanece en su Fuente Original. Por lo tanto, el Hijo de Dios es portador de una sola vida.

Sin embargo, la mente permitió dar valor al mundo de percepción procedente del mundo físico y ello dio lugar a que quedara “dormida” o, lo que es lo mismo, fabricara la creencia de la “separación”.

Esa identificación favoreció la idea de la dualidad, pues la visión podía captar el mundo espiritual y el mundo material. La consciencia de Unidad se fue transformando en una consciencia dual, y la Verdadera Vida cedió la hegemonía a la creencia en la muerte.

Hoy es el día en el que podemos recuperar la consciencia de la Unidad; hoy es un día en el que podemos despertar del sueño de la dualidad. Hoy es el día en el que abandonamos la idea de la muerte y acogemos la única y verdadera Vida.

2. (168) Tu gracia me es dada. 2La reclamo ahora.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

La gracia de Dios es una bendición que nos ilumina el camino que debemos recorrer. La gracia nos revela que el amor hacia nuestros hermanos es el único acto que nos abre las puertas de la salvación.

Hoy he tenido la oportunidad de tomar consciencia de que, más allá de cualquier creencia, religión o filosofía, mucho más allá de todo ello, existe una condición que nos hace Uno con Dios: el Amor.

Yo me pregunto, ¿por qué los hombres preferimos luchar contra nuestros hermanos cuando tenemos puntos de vista diferentes? ¿Por qué no respetamos las opiniones de los demás, como quisiéramos que respetasen las nuestras? ¿Tememos que si cedemos en nuestros puntos de vista, ello dará más poder al otro?

Imagino un mundo en el que todos sepamos ver en el otro nuestro propio rostro; en el que la Unidad prevalezca por encima de la separación; en el que el Amor sea la única moneda de cambio.

Crear ese mundo es misión de cada uno de nosotros.

viernes, 27 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 178

QUINTO REPASO

LECCIÓN 178

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (165) Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo. 

2. (166) Se me han confiado los dones de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.



¿Qué me enseña esta lección?


1. (165) Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

La identificación de nuestra mente con el error percibido a través del cuerpo físico nos lleva a negar el Pensamiento de Dios, a violar sus Leyes Creadoras, nos ha llevado a creer en la separación de nuestra Fuente Original: la Divinidad.

Sin embargo, a pesar de que El Hijo de Dios ha permanecido “dormido” desde que decidió dar valor a su visión material, jamás se ha encontrado separado de su Creador, el cual es la Fuente de donde emana su única y verdadera realidad.

Negar el pensamiento de Dios es negarnos a nosotros mismos, pues hemos sido creados de la emanación expansiva del Padre.


2. (166) Se me han confiado los dones de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Somos Unidad y buscamos la paz.

Somos Amor y sentimos miedo.

Somos Inteligencia Creadora y cometemos errores.

Somos Abundancia y buscamos saciar nuestra necesidad.

Somos Justicia y nos castigamos.

Somos Armonía y actuamos incoherentemente.

Somos Belleza y ansiamos placer.

Somos Verdad y juzgamos.

Somos Dioses y fabricamos lo ilusorio.

Somos portadores de los dones de Dios y actuamos sin saberlo.

Capítulo 21. IV. El miedo a mirar adentro (2ª parte).

IV. El miedo a mirar adentro (2ª parte).

3. ¿Qué pasaría si mirases en tu interior y no vieses ningún pecado? 2Esta "temible" pregunta es una que el ego nunca plan­tea. 3tú que la haces ahora estás amenazando demasiado seria­mente todo su sistema defensivo como para que él se moleste en seguir pretendiendo que es tu amigo. 4Aquellos que se han unido a sus hermanos han abandonado la creencia de que su identidad reside en el ego. 5Una relación santa es aquella en la que te unes con lo que en verdad forma parte de ti. 6Tu creencia en el pecado ha sido quebrantada, y ahora no estás totalmente reacio a mirar dentro de ti y no ver pecado alguno.

El ego tan solo puede dar lo que tiene. Y por tal razón no puede renunciar al miedo como su mejor aliado para conseguir lo que desea. Lo que más desea el ego es sobrevivir y, para asegurarse su supervivencia, necesita que nuestra mente siga creyendo en la separación y en el miedo; es decir, lo que no puede permitir es que decidamos no tener miedo y decidir entrar en la habitación prohibida, en nuestro interior, en nuestra mente, para descubrir que la luz que nos acompaña en ese acto de valentía disipa de forma inmediata la oscuridad de esa habitación, mostrándonos la inexistencia del miedo, la inexistencia de cualquier pensamiento que abrigara la idea de ser diferente, de ser especial.

El miedo a no ser alguien, a ser nada, a carecer de significado, es el mayor secreto custodiado por el ego. Es su habitación prohibida. Para evitarlo, ocupa nuestra mente con pensamientos de escasez, de necesidad, y estimula nuestros deseos de posesión para aliviar la pesada carga de no tener. Su voz se hace oír en nuestra mente diciéndonos: "Si eres valiente y decides entrar en la habitación prohibida, te ocurrirán tan solo desgracias; serás pobre si compartes lo que tienes; te engañarán si decides amar desde la libertad; te desposeerán de lo que tienes si no blindas tus tesoros en cámara de seguridad".

4. Tu liberación no es aún total: todavía es parcial e incompleta, aunque ya ha despuntado en ti. 2Al no estar completamente loco, has estado dispuesto a contemplar una gran parte de tu demen­cia y a reconocer su locura. 3Tu fe está comenzado a interiorizarse más allá de la demencia hacia la razón. 4lo que tu razón te dice ahora, el ego no lo quiere oír. 5El propósito del Espíritu Santo fue aceptado por aquella parte de tu mente que el ego no conoce 6que tú tampoco conocías. 7Sin embargo, esa parte, con la que ahora te identificas, no teme mirarse a sí misma. 8No conoce el pecado. 9¿De qué otra forma, sino, habría estado dispuesta a con­siderar el propósito del Espíritu Santo como suyo propio?

En la estrategia del ego para evitar que descubramos su preciado tesoro, podemos encontrar inscrito el sello de la propia naturaleza del ego, el error. Sí, el ego no puede tramar un plan donde el error no esté presente. Ya hemos visto cómo el ego da lo que tiene y, si el ego es fruto del error, su semilla también lo será. ¿Cuál es el error que el ego no supo ocultar en su propuesta de mostrarnos el lugar donde se encontraba la habitación en la que nunca podemos entrar?

Al mostrarnos ese lugar, al mostrarnos dónde se encuentra el causante de nuestros miedos, de nuestro pecado, nos está revelando dónde se encuentra el origen de su identidad. Nos está aportando la llave para que podamos acceder a nuestra mente y descubrir que lo que llamábamos miedo tan solo era un pensamiento erróneo, fruto de una elección equivocada. En verdad, nos está enseñando que somos libres para elegir y somos libres, igualmente, para corregir, esto es, elegir nuevamente. Por lo tanto, tenemos el inmenso poder para ser creadores cuando elegimos ver desde el amor, tal y como Dios nos ha creado.

5. Esta parte ha visto a tu hermano y lo ha reconocido perfecta­mente desde los orígenes del tiempo. 2Y no ha deseado más que unirse a él y ser libre nuevamente, como una vez lo fue. 3Ha estado esperando el nacimiento de la libertad, la aceptación de la liberación que te espera. 4Y ahora reconoces que no fue el ego el que se unió al propósito del Espíritu Santo, y, por lo tanto, que tuvo que haber sido otra cosa. 5No creas que esto es una locura, 6pues es lo que te dice la razón y se deduce perfectamente de lo que ya has aprendido.

El ego no es muy dado a invitarnos a sondear nuestro interior, sencillamente porque su identidad se refuerza cuando nos lleva a creer tan solo en lo que percibe en el mundo exterior, donde el cuerpo físico se erige en su símbolo representativo. A pesar de ello, trama una estrategia para mostrarnos la presencia del pecado y de la culpa formando parte de nuestros pensamientos, de nuestras creencias, al ser identificados como procedentes de su fiel representante, el cuerpo. De este modo, nos lleva al convencimiento de que somos un cuerpo y que este es el único causante de la creencia en el pecado. A partir de ese momento establece que la única vía para alcanzar la salvación y el perdón se encuentra en el sacrificio y el sufrimiento del cuerpo.

El plan de salvación dispuesto por Dios es el verdadero, el único que nos aportará la corrección del error. ¿Por qué? Pues, porque Dios da lo que tiene y lo que tiene es lo que Es, esto es, Amor. Tan solo el amor puede salvarnos y su poder radica en la creencia en la Unidad de la Filiación. La mente es el canal que utilizamos, bien para crear o para fabricar. Cuando elegimos desde el amor, el resultado son actos creadores que gozan de la eternidad. Cuando elegimos desde el miedo, el resultado son fabricaciones temporales, que tienen un principio y un fin.

La parte de la mente que vibra a la frecuencia del amor nos permitirá percibir correctamente el mundo externo, lo cual nos llevará a experimentar la unidad con todo lo creado. En dicha experiencia, la presencia de nuestro hermano se convierte en la vía que nos conduce hasta la salvación.

jueves, 26 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 177

QUINTO REPASO
                                        
LECCIÓN 177

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (163) La muerte no existe. 2El Hijo de Dios es libre.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (164) Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (163) La muerte no existe. 2El Hijo de Dios es libre.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Dónde habita la muerte, realmente, si no es en nuestra mente?

La identificación con el cuerpo nos ha llevado a atribuirle el máximo poder sobre nuestras vidas. Pensamos que el cuerpo, al igual que nace, muere y con ello establece el final de nuestra existencia.

Con la confirmación de la muerte, el ego nos impone la certeza de que representa la única realidad posible. Confirma, definitivamente, que la Unidad con Dios no existe y que la vida se reduce a un corto y fugaz tránsito en el tiempo material.

Si recuperamos la consciencia de lo que realmente somos, la muerte deja de ser una realidad, pues habremos reconocido nuestra Esencia Espiritual, la cual no conoce la muerte, es Eterna.

Durante el tiempo que permanezcamos identificados con la transitoriedad del ego, nuestra mente se encontrará brindando culto a la muerte, pues todo lo fabricado por el ego lleva ese sello de temporalidad.


2. (164) Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.



Dice el refrán: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

En verdad, si es nuestra voluntad, en el ahora, podemos conectar con la Fuente de la Unidad.

A veces pensamos que debemos entregarnos a un duro peregrinaje, donde a través de un largo proceso iniciático, podemos alcanzar la salvación.

Sin embargo, no es necesario tal viaje, pues podemos decidir, ahora, que el velo que nos oculta la realidad espiritual caiga ante nuestros ojos y nos permita vislumbrar la realidad que somos.

Capítulo 21. IV. El miedo a mirar adentro (1ª parte).

IV. El miedo a mirar adentro (1ª parte).

1. El Espíritu Santo jamás te enseñará que eres un pecador. 2Corregirá tus errores, pero eso no es algo que le pueda causar temor a nadie. 3Tienes un gran temor a mirar en tu interior y ver el pecado que crees que se encuentra allí. 4No tienes miedo de admitir esto. 5El ego considera muy apropiado que se asocie el miedo con el pecado, y sonríe con aprobación. 6No teme dejar que te sientas avergonzado. 7No pone en duda la creencia y la fe que tienes en el pecado. 8Sus templos no se tambalean por razón de ello. 9Tu certeza de que dentro de ti anida el pecado no hace sino dar fe de tu deseo de que esté allí para que se pueda ver. 10Sin embargo, esto tan sólo aparenta ser la fuente del temor. 

El pensamiento erróneo, para sobrevivir, debe hacer todo lo posible para evitar que descubramos la verdad. Esa situación se puede comparar con el momento en el que, encontrándonos en una habitación totalmente a oscuras, decidimos encender la luz. Mientras nos encontrábamos en la oscuridad, no podíamos evitar sentir miedo y temor, pero cuando decidimos encender la luz, todo a nuestro alrededor se hace inteligible, conocido, lo que espanta al pensamiento del miedo y nos confirma que todo ha sido fruto de nuestra imaginación.

En este punto, Jesús nos muestra la estrategia del ego para ocultar la verdad que no quiere que descubramos. Para ello utiliza una técnica muy utilizada cuando queremos evitar que alguien pueda acceder a la instancia donde guardamos celosamente nuestros secretos. El miedo se convierte, en estas situaciones, en su mejor aliado. El ego nos dice: "De todas las habitaciones que hay podrás entrar, excepto en una. Si lo haces, algo terrible te ocurrirá". De este modo, el ego se asegura de que el miedo nos impedirá acceder a la habitación prohibida donde, supuestamente, nuestra integridad correría un grave peligro.

¿Qué hay en esa habitación prohibida que tanto valor tiene para el ego?

Esa habitación hace referencia a nuestro mundo interior. El ego es el fruto de haber elegido libremente dirigir su atención en una dirección incorrecta, donde la carencia del amor lo lleva a fabricar una realidad ilusoria donde imperan las leyes de la percepción. Esa elección errónea le lleva a ver un mundo diferente al que Su Creador dispuso para él. Esa elección le lleva a la creencia en la separación y a la pérdida de su inocencia, la cual fue sustituida por la idea de pecado. Por lo tanto, el secreto que custodia en esa habitación, en su interior, en su mente, es esa falsa creencia.

2. Recuerda que el ego no está solo. 2Su dominio está circunscrito, y teme a su "enemigo" desconocido, a Quien ni siquiera puede ver. 3Te pide imperiosamente que no mires dentro de ti, pues si lo haces tus ojos se posarán sobre el pecado y Dios te cegará. 4Esto es lo que crees, y, por lo tanto, no miras. 5Mas no es éste el temor secreto del ego, ni tampoco el tuyo que eres su siervo. 6El ego, vociferando destempladamente y demasiado a menudo, profiere a gritos que lo es. 7Pues bajo ese constante griterío y esas declara­ciones disparatadas, el ego no tiene ninguna certeza de que lo sea. 8Tras tu temor de mirar en tu interior por razón del pecado se oculta todavía otro temor, y uno que hace temblar al ego.

Pero la argucia del ego no se limita tan solo a mostrarnos la habitación donde no debemos entrar o, lo que es lo mismo, identificándonos el peligro que correremos si lo desobedecemos. El ego, el hijo del miedo, no puede mostrarnos un mundo ausente de miedo. Al igual que la oscuridad no puede aportarnos la visión de la luz al carecer de ella. Si nos muestra el lugar donde custodia su tesoro, esto es, el miedo, en realidad nos estaría mostrando su secreto y eso no lo permitiría nunca. Entonces, ¿qué es lo que oculta realmente en esa habitación?

miércoles, 25 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 176

QUINTO REPASO
                                                             
LECCIÓN 176

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (161) Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (162) Soy tal como Dios me creó.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (161) Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Hemos atribuido al cuerpo la culpa de que nos haya incitado a pecar; le hemos atribuido el símbolo del miedo, pues a raíz de su acción nos hemos identificado con la necesidad de liberarnos del pecado que nos ha llevado fuera de la Consciencia de Unidad, fuera del Edén.

En la medida en que reconocemos en el vehículo corporal la seña de nuestra identidad, estamos cometiendo el error de servir a la personalidad material, al tiempo que negamos cualquier vinculación con el mundo espiritual.

La presencia del miedo nos lleva a proyectarlo en nuestras relaciones y, para protegernos de él, procedemos a atacar a nuestro hermano en un intento de salvaguardar nuestras posesiones.

Es preciso recuperar la consciencia de Unidad, la cual nos llevará a establecer relaciones humanas basadas en el verdadero Amor. Cuando estamos en condiciones de ver lo que realmente somos, el miedo dejará de formar parte de nuestra realidad y, en su lugar, experimentaremos la capacidad de amar.


2. (162) Soy tal como Dios me creó.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, nuestro Padre.

En su Sagrado Nombre, somos sus legítimos herederos y portadores plenipotenciarios de sus Facultades Divinas.

Somos Uno con Su Mente Creadora y somos Uno con la Mente de todos nuestros Hermanos.

Somos Espíritu, a salvo, sanos y plenos.

Gozamos de la libertad para perdonar; la libertad para salvarnos y salvar al mundo.

Somos impecables; invulnerables, perfectos y eternos.

Somos dioses en formación.