viernes, 25 de julio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 206

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 23Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 206

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (186) De mí depende la salvación del mundo.

2Se me han confiado los dones de Dios porque soy Su Hijo. 3Y deseo otorgarlos allí donde Él dispuso que se dieran.


4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

Somos herederos de los dones de Dios, nuestro Padre, porque somos su Hijo.

Esos dones nos capacitan para ser dioses creadores.  En nuestro estado actual, esa condición se manifiesta en estado incipiente, en estado potencial, lo que significa que somos dioses en formación.

El Hijo de Dios ha hecho uso de su poder creador y, en ese acto volitivo, ha decidido fabricar un mundo ilusorio separado de su Hacedor.  En ese mundo ilusorio, transitorio y temporal, rigen las leyes de la percepción, las cuales han llevado al hombre a identificarse con su envoltorio material, con el cuerpo, y a establecer como verdades aquellas que recibe vía sensorial.  Lo que no es capaz de percibir con sus sentidos, no existe.

Ese estado de separación nos ha llevado a proyectar en el exterior nuestro contenido interior, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, y a fabricar estados de percepción que nos llevan a dar valor a lo percibido.  Proyectamos la culpa y fabricamos culpables.  Proyectamos nuestros miedos y fabricamos el ataque y la venganza.  Proyectamos el castigo y fabricamos a los verdugos.

Somos herederos de los dones de Dios y, como tal, tenemos la facultad de crear desde la Unidad, desde el Amor, desde la Paz.

El mundo está demente.  Actualmente, estamos siendo testigos de acciones que nos confirman la realidad de esta afirmación.  Israel y Palestina mantienen un enfrentamiento bélico que nos revela el profundo miedo colectivo que atenaza a ambas naciones.  El miedo es lo opuesto al amor.  El miedo nos lleva a fabricar la ilusión del ataque y de la venganza.

Esas naciones, de profundo significado ancestral, nos hablan, a nivel social, de los sentimientos y emociones que alimentamos a nivel individual.  Y esta gran verdad debe hacernos “despertar”, pues nadie es ajeno a lo que está sucediendo en esos dos territorios.  Estaríamos muy equivocados si pensásemos, por un solo segundo, que esos enfrentamientos no tienen nada que ver con nosotros.

Cada uno de nuestros pensamientos de separación, de ataque, de venganza, de odio, es una semilla que sembramos en la grandiosidad del Universo.  Y el Universo, en un gesto amable y cordial, nos devuelve aquello que hemos dado y nos sitúa en un contexto donde podremos cosechar lo que hemos sembrado.

De ti, de mí, de todos y cada uno de nosotros, los Hijos de Dios, depende la salvación del mundo.  Pero yo no voy a exigir que tú cambies para que el mundo sea mejor.  Yo elijo ser tú, porque siendo tú, seré yo mismo, ya que entre tú y yo tan sólo hay unidad.

La salvación del mundo depende de ver esa realidad.

Reflexión: ¿Qué puedo aportar de mí para alcanzar la salvación del mundo?

Capítulo 22. I. El mensaje de la relación santa (1ª parte).

I. El mensaje de la relación santa (1ª parte).

1. Deja que la razón dé otro paso. 2Si atacas a quien Dios quiere sanar y odias a quien Él ama, entonces tú y tu Creador tenéis voluntades diferentes. 3Pero si tú eres Su Voluntad, entonces debes creer que tú no eres quien eres. 4Puedes ciertamente creer esto y, de hecho, lo crees. 5Y tienes fe en ello y encuentras muchas pruebas a su favor. 6¿Y de dónde procede, te preguntas, tu extraño desasosiego, tu sensación de estar desconectado y tu constante temor de que tú no signifiques nada? 7Es como si hubieses llegado hasta aquí a la deriva, sin ningún plan, excepto el de seguir vagando, pues sólo eso parece seguro.

El uso de la lógica que emplea Jesús para ayudarnos a reconocer la verdad de lo que somos nos simplifica enormemente, al menos para mí, el encuentro con ese reconocimiento. Me amparo en la razón, pero también lo hago en el bagaje de vivencias que se acumulan en mi memoria y que me animan a plantearme una cuestión que considero fundamental.

A pesar de todo lo vivido, ¿eres feliz?

Reconozco que me hubiese gustado poder responder afirmativamente, pero no sería honesto conmigo mismo. Tanto a nivel mental, como emocional, mi percepción no es de ser feliz en este mundo. Y esta es la única razón por la que decidí buscar otra manera de ver las cosas, otra manera de percibir, pues entendí que no tenía poder sobre las cosas percibidas, pero sí lo tenía sobre el cómo las juzgabas, sobre el significado que les daba.

Sí, me he sentido a la deriva y ahora tengo la fortaleza para dirigir mi nave hacia el destino que comparto con el resto de la humanidad, hacia la salvación, hacia el reencuentro con mi santidad y con quien soy realmente.

2. Sin embargo, hemos oído una descripción muy similar ante­riormente, pero no se refería a ti. 2Aun así, crees ser esa extraña idea que con tanta precisión se describe ahí. 3La razón te diría que es imposible que el mundo que ves a través de ojos que no son los tuyos tenga sentido para ti. 4¿A quién le devolvería sus mensajes esta forma de ver? 5Ciertamente no a ti, cuya visión es totalmente independiente de los ojos que contemplan al mundo. 6Si ésa no es tu visión, ¿qué podría mostrarte? 7El cerebro no puede interpretar lo que tu visión ve. 8Esto tú lo puedes comprender. 9El cerebro interpreta para el cuerpo del que forma parte. 10Pero tú no puedes comprender lo que dice. 11Sin embargo, lo has escuchado. 12Y te has esforzado durante mucho tiempo por entender sus mensajes.

La razón por la cual me he sentido a la deriva durante tanto tiempo responde a la elección de servir al deseo de ser especial, lo que significa que me creo separado de mi Fuente y, a partir de ahí, mi fe se deposita en lo que mi deseo me muestra, un mundo cuya dimensión está sujeta a las leyes de la temporalidad y del cambio, lo que lo hace irreal y perecedero. Elegí la percepción que sustituyó a la verdadera visión. Mi mente se puso al servicio del especialismo y fabricó una realidad sujeta a la creencia en la separación y el miedo.

Hoy, cuando practicaba mi paseo matinal, reflexionaba sobre la función del cerebro en el cuerpo. Establecí cierta analogía al compararlo con un receptor de radio a través del cual podemos elegir sintonizar diferentes canales, los cuales están identificados por distintas frecuencias. En los sistemas de comunicación por radio, la información se transporta a través del espacio utilizando ondas de radio. Las ondas de radio son un tipo de radiación electromagnética con longitudes de onda en el espectro electromagnético más largas que la luz infrarroja. Dichas ondas no son visibles al ojo humano, aunque sí son medibles físicamente, lo que le aporta la condición de ser real desde el punto de vista del ego.

¿Podríamos funcionar el cerebro como un receptor de radio? Hay teorías que lo relacionan con un holograma. No voy a entrar en estos detalles; lo que sí me gustaría compartir con vosotros es el motivo por el cual no utilizamos el cerebro al igual que lo hacemos con un receptor de radio. En el uso de la radio, si queremos oír música con unas características determinadas, lo que hacemos es sintonizar el canal adecuado por el cual se emite ese tipo de música. En esta práctica, lo que estamos haciendo es unir nuestra voluntad a nuestro deseo. Bien, si aceptamos que nuestro cerebro es como un receptor de radio que capta las ondas del pensamiento convirtiéndolas en ideas y creencias, cuando queramos utilizarlo de manera creativa, lo que tenemos que hacer es movilizar nuestra voluntad y unirla al deseo. La clave está en que debemos elegir la calidad de ese deseo, al igual que lo hacemos cuando queremos oír un tipo de música en concreto. No produce la misma relajación una música estridente que una pausada, al igual que no nos sentiremos igual con un deseo egoísta que con un deseo altruista. El cerebro, al igual que la radio, lo que hace es captar la fuerza de nuestra voluntad y de nuestro deseo.

Si nuestra mente sirve a nuestro ser espiritual, nuestro cerebro captará la frecuencia de pensamientos amorosos. Si nuestra mente sirve al ego, nuestro cerebro colapsará la frecuencia de pensamientos dementes.

jueves, 24 de julio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 205

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 205

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (185) Deseo la paz de Dios.

2La paz de Dios es lo único que quiero. 3La paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi vida y mi función, mientras habite en un lugar que no es mi hogar.


4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy consciente de que, mientras continúe identificado con las leyes impuestas por el ego, no gozaré de la verdadera paz.

La Paz de Dios se asienta en los pilares de la Unidad, del Amor, del Perdón.

La Paz de Dios no conoce lo que es la culpa, la separación, el castigo, el miedo, el sufrimiento, el sacrificio, la enfermedad…

La Paz de Dios es la comunión consciente con nuestro Creador.

La Paz de Dios es despertar a nuestro verdadero Ser, a nuestra verdadera realidad.

La Paz de Dios es ser Uno con Dios.

Reflexión: ¿Qué nos priva de la Paz de Dios?

Capítulo 22. LA SALVACIÓN Y LA RELACIÓN SANTA: Introducción

 Capítulo 22

LA SALVACIÓN Y LA RELACIÓN SANTA

 

Introducción

1. Ten piedad de ti mismo, tú que por tanto tiempo has estado esclavizado. 2Regocíjate de que los que Dios ha unido se han jun­tado y ya no tienen necesidad de seguir contemplando el pecado por separado. 3No es posible que dos individuos puedan contem­plar el pecado juntos, pues nunca podrían verlo en el mismo sitio o al mismo tiempo. 4El pecado es una percepción estrictamente personal, que se ve en el otro, pero que cada uno cree que está dentro de sí mismo. 5Y cada uno parece cometer un error dife­rente, que el otro no puede comprender. 6Hermano, se trata del mismo error, cometido por lo que es lo mismo, y perdonado por su hacedor de igual manera. 7La santidad de tu relación os per­dona a ti y a tu hermano, y cancela los efectos de lo que ambos creísteis y visteis. 8Y al desaparecer dichos efectos, desaparece también la necesidad del pecado.

La presentación del Capítulo 22, dedicado a la salvación y la relación santa, es sencillamente maravillosa y alentadora, invitándonos a un encuentro con el consuelo de reconfortarnos en la afirmación de la certeza de que hemos despertado del sueño en el que hemos creído estar sumidos y en el que hemos sufrido el desvarío de pesadillas que nos han mantenido prisioneros de la ilusión de estar solos y abandonados.

Dejemos de atormentarnos, de castigarnos, dejemos de sufrir y, en su lugar, contemplemonos desde la inocencia, desde la pureza, desde la impecabilidad.

¿Has dejado el dolor atrás? Ahora lo que nos espera es maravilloso, pues la salvación es el camino que hemos elegido realizar de la mano de nuestros hermanos. En ese viaje compartiremos nuestra santidad, nuestra visión de unidad, nuestra percepción verdadera. De esa relación no puede menos que fluir el amor verdadero.

2. ¿Quién tiene necesidad del pecado? 2Únicamente los que deambulan por su cuenta y en soledad, creyendo que sus herma­nos son diferentes de ellos. 3Es esta diferencia, que aunque es visible no es real, lo que hace que el pecado, que si bien no es real es visible, parezca estar justificado. 4Todo esto sería real si el pecado lo fuese. 5Pues una relación no santa se basa en diferen­cias y en que cada uno piense que el otro tiene lo que a él le falta. 6Se juntan, cada uno con el propósito de completarse a sí mismo robando al otro. 7Siguen juntos hasta que piensan que ya no queda nada más por robar, y luego se separan. 8Y así, vagan por un mundo de extraños, distintos de ellos, viviendo tal vez con los cuerpos de esos extraños bajo un mismo techo que a ninguno de ellos da cobijo; en la misma habitación y, sin embargo, a todo un mundo de distancia.

Nuestros ojos se han abierto y por fin vemos la verdad. Reconocemos que todos somos Hijos de Dios y que todos hemos sido emanados de la misma Fuente. Por lo tanto, nuestros hermanos no serán unos extraños. Veremos en ellos nuestra propia condición espiritual y esa visión de unidad nos llevará a compartir la esencia del amor de la que somos portadores. El miedo y la creencia en la separación ya no forman parte de nuestra mente. Ahora conocemos que Dios camina junto a nosotros en perfecta santidad.

¿Qué temor nos puede atacar cuando tenemos la certeza de que caminamos junto a nuestro Hacedor?

3. La relación santa parte de una premisa diferente. 2Cada uno ha mirado dentro de sí y no ha visto ninguna insuficiencia. 3Al acep­tar su compleción, desea extenderla uniéndose a otro, tan pleno como él. 4No ve diferencias entre su ser y el ser del otro, pues las diferencias sólo se dan a nivel del cuerpo. 5Por lo tanto, no ve nada de lo que quisiera apropiarse. 6No niega su propia realidad porque ésta es la verdad. 7Él se encuentra justo debajo del Cielo, pero lo bastante cerca como para no tener que retornar a la tierra. 8Pues esta relación goza de la santidad del Cielo. 9¿Cuán lejos del hogar puede estar una relación tan semejante al Cielo?

Desde la visión Crística, tan sólo vemos igualdad en lo que realmente somos. Tan sólo percibimos que, si bien nuestros cuerpos son diferentes, nuestras mentes gozan de la unidad compartida con Dios.

Todas las relaciones inspiradas por la visión crística gozan de plenitud, de felicidad, de abundancia y de paz. Estas relaciones santas tienen como propósito común expandir el amor que los une y ayudar a despertar a aquellas almas que aún permanezcan sumidas en el sueño.

4. ¡Piensa en lo que una relación santa te podría enseñar! 2En ella desaparece la creencia en diferencias. 3En ella la fe en las diferen­cias se convierte en fe en la igualdad. 4Y en ella la percepción de diferencias se transforma en visión. 5La razón puede ahora llevaros a ti y a tu hermano a la conclusión lógica de vuestra unión. 6Ésta se tiene que extender, de la misma forma en que vosotros os extendisteis al uniros. 7La unión tiene que extenderse más allá de sí misma, tal como vosotros os extendisteis más allá del cuerpo para hacer posible vuestra unión. 8Y ahora la igualdad que visteis se extiende y elimina finalmente cualquier sensación de diferen­cia, de modo que la igualdad que yace bajo todas las diferencias se hace evidente. 9Éste es el círculo áureo en el que reconocéis al Hijo de Dios. 10Pues lo que nace en una relación santa es impere­cedero.

Cuando la mente se santifica, ya no puede dejar de crear, lo que nos lleva a compartir, a extender nuestra santidad, o lo que es lo mismo, nuestra visión de la unidad y del amor.

¿Puedes visualizar una vida pletórica donde la moneda de cambio sea el amor incondicional y el reconocimiento de la santidad que nos une a nuestros hermanos de Filiación? ¿Puedes imaginar un mundo donde no exista la necesidad, el sacrificio, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad? 

Ahora sabes lo que eres. Ahora reconoces el poder que siempre has tenido para crear tu realidad y del que eras inconsciente. Ahora puedes crear ese mundo. Yo creo en ti, pues cuando miro en mi interior veo ese poder y te veo a ti. Y si lo veo en mí, también está en ti. Hagamos que sea real. Cuando nos encontremos, te mostraré mi visión de unidad y te reconoceré en lo que realmente eres y nuestra relación será santa.

miércoles, 23 de julio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 204

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 204

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (184) El Nombre de Dios es mi herencia.

2El Nombre de Dios me recuerda que yo soy Su Hijo; que no soy esclavo del tiempo; que no estoy sujeto a las leyes que gobiernan el mundo de las ilusiones enfermizas, y que soy libre en Dios y eternamente uno con Él.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

El nombre con el que nuestro padre nos identifica nos vincula a su familia, a su clan, y ello nos hace merecedores de recibir nuestra herencia.

La herencia que recibimos de nuestro Padre Celestial nos permitirá administrar los atributos con los que hemos sido creados.

Tomar conciencia de que somos Hijos de Dios nos hace compartir la certeza de que somos uno con toda la creación.

Desde esa consciencia, exclamamos:

“Soy Espíritu. Un Santo Hijo de Dios. A salvo, sano y pleno. Libre para perdonar. Libre para salvar al mundo”

“Padre, nuestro Nombre es el Tuyo. En Él estamos unidos con toda cosa viviente, y Contigo que eres su único Creador. Lo que hemos hecho y a lo que hemos dado muchos nombres diferentes no es sino una sombra que hemos tratado de arrojar sobre Tu Realidad. Y nos sentimos con­tentos y agradecidos de haber estado equivocados. Te entregamos todos nuestros errores, a fin de ser absueltos de cuantos efectos parecían tener. Y aceptamos la verdad que Tú nos das en lugar de cada uno de ellos. Tu Nombre es nuestra salvación y la manera de escapar de lo que noso­tros mismos hemos hecho. Tu Nombre nos une en la unicidad que es nuestra herencia y nuestra paz. Amén” (L-pI.184.15:1-9).


Reflexión: ¿Me siento heredero de los Bienes Sagrados de nuestro Padre?

Capítulo 21. VIII. El cambio interno (2ª parte).

VIII. El cambio interno (2ª parte).


3. La razón te dirá que no puedes pedir felicidad de una manera inconsistente. 2Pues si lo que deseas se te concede, y la felicidad es constante, entonces no necesitas pedirla más que una sola vez para gozar de ella eternamente. 3si, siendo lo que es, no gozas de ella siempre, es que no la pediste. 4Pues nadie deja de pedir lo que desea a lo que cree que tiene la capacidad de concedérselo. 5Tal vez esté equivocado con respecto a lo que pide, dónde lo pide y a qué se lo pide. 6No obstante, pedirá porque desear algo es una solicitud, una petición, hecha por alguien a quien Dios Mismo nunca dejaría de responder. 7Dios ya le ha dado todo lo que él realmente quiere. 8Mas aquello de lo que no está seguro, Dios no se lo puede dar. 9Pues mientras siga estando inseguro es que no lo desea realmente, y la dación de Dios no podría ser completa a menos que se reciba.

Este punto encierra una interesante lección: la de crear. Si tuviésemos la certeza de que lo que en él se recoge es cierto y lo aplicásemos a nuestra vida, descubriríamos cómo podemos crear nuestra realidad. Pero, ¡cuidado! Si la aceptamos como una verdad y la aplicamos, tendremos que reconocer nuestra autoría. Os invito a que lo aceptemos cuanto antes, pues nuestra percepción de la realidad es obra nuestra. Es la manifestación de lo que hemos deseado, formando parte de nuestras creencias. Es como reconocer que somos los soñadores de nuestro sueño. Y ahora viene lo bueno. Si es así, podemos elegir tener sueños felices. ¿No sabes cómo hacerlo? Aplicando lo que nos enseña este punto.

"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Mateo 7:7.

"Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Lucas 11:9.

Cuando se pide, lo que hacemos es movilizar el poder de la voluntad y lo ponemos al servicio del deseo. Es como si uniésemos el esperma-semilla al óvulo-tierra donde surgirá la creación. La clave está en hacerlo de manera consciente, lo que nos permitirá que la calidad de nuestro deseo sea cercana al amor (unidad) y no al especialismo (división).

Dios responderá a nuestras peticiones inspiradas por el deseo de amar. Ya hemos dicho que el amor es compleción.

El ego responderá a nuestras peticiones inspiradas por el deseo de ser especial. El egoísmo nos hace inconscientes e irresponsables de lo que hemos deseado.

4. Tú que completas la Voluntad de Dios y que eres Su felicidad; tú cuya voluntad es tan poderosa como la Suya, la cual es un poder que no puedes perder ni en tus ilusiones, piensa detenida­mente por qué razón no has decidido todavía cómo vas a contes­tar la última pregunta. 2Tu respuesta a las otras te ha ayudado a estar parcialmente cuerdo. 3Es la última, no obstante, la que real­mente pregunta si estás dispuesto a estar completamente cuerdo.

Es el paso decisivo. Diría que es el último deseo o el único deseo que nos permitirá gozar de la Gracia del Cielo. La venda que ha cubierto nuestros ojos ha caído y ahora vemos la verdad con total nitidez. Nuestra fe se refuerza al percibir esa visión y reconoce que todo ha sido un sueño del que hemos despertado.

Mi único deseo es dar lo que soy, y si lo que soy es Amor, entonces mi único deseo es expandir y compartir el amor con todos y cada uno de mis hermanos en la Filiación. Las huellas de mi personalidad antigua se han borrado cuando las olas del mar las han barrido, envolviéndolas con las aguas del olvido. Ahora soy libre y consciente para crear desde mi nueva visión. Ahora soy consciente para crear como Hijo de Dios.


5. ¿Qué es el instante santo, sino el llamamiento de Dios a que reconozcas lo que Él te ha dado? 2He aquí el gran llamamiento a la razón, a la conciencia de lo que siempre está ahí a la vista, a la felicidad que podría ser siempre tuya. 3He aquí la paz constante que podrías experimentar siempre. 4He aquí revelado ante ti lo que la negación ha negado. 5Pues aquí la última pregunta ya está contestada, y lo que pides, concedido. 6Aquí el futuro es ahora, pues el tiempo es impotente ante tu deseo de lo que nunca ha de cambiar. 7Pues has pedido que nada se interponga entre la santi­dad de tu relación y tu conciencia de esa santidad.

¡Así sea! Esa es mi petición. Que nada se interponga entre la santidad de mi relación con Dios y la Filiación y mi conciencia de esa santidad. Que mi único guía sea el Espíritu Santo y que mi única visión sea la de Cristo.

martes, 22 de julio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 203

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 203

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (183) Invoco el Nombre de Dios y el mío propio.

2El Nombre de Dios es mi liberación de todo pensamiento de maldad y de pecado porque es mi nombre, así como el de Él.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

El nombre nos identifica.

Invocar el Nombre de Dios es invocar nuestra verdadera identidad.  La identidad de Dios, nuestro Padre, es nuestra propia identidad.  Él es nuestro Creador.  Hemos sido creados a su Imagen y Semejanza, es decir, compartimos un mismo Pensamiento y una misma Cualidad.

El Pensamiento que compartimos es el que nos permite ver que todos somos uno.
La Cualidad que compartimos es que todos somos amor.

Invocar el Nombre de Dios es expresar nuestra Voluntad Una de Amar a Todo lo creado. Ese es el único propósito que nos permitirá alcanzar la condición divina de la que somos potencialmente portadores.

Cuando invocamos el Nombre de Dios, el ego ve el final de su hegemonía.  Se produce el despertar del largo sueño que nos ha mantenido alejados de nuestro verdadero Hogar.

Cuando invocamos el Nombre de Dios, estamos proclamando que vemos con los ojos del Espíritu y que nuestra visión nos permite reconocer lo que somos y quiénes somos.

¡Invoco Tu Santo Nombre Padre!
¡Que Tu Sagrada Voluntad y mi voluntad sean Una!

¡Que así sea!

Reflexión:  ¿Cuál es mi nombre?

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 206

SEXTO REPASO Introducción 1.  Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos.  2 Además d...