miércoles, 20 de noviembre de 2024

Capítulo 15. XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (3ª parte).

XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (3ª parte).

7.  En el instante santo se satisface la condición del amor, pues las mentes se unen sin la interferencia del cuerpo, y allí donde hay comunicación hay paz. 2El Príncipe de la Paz nació para re-esta­blecer la condición del amor, enseñando que la comunicación con­tinúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas al cuerpo como el medio indispensable para la comunicación. 3si entiendes esta lección, te darás cuenta de que sacrificar el cuerpo no es sacrificar nada, y que la comunicación, que es algo que es sólo propio de la mente, no puede ser sacrifi­cada. 4¿Dónde está entonces el sacrificio? 5Nací para enseñar la lección de que el sacrificio no está en ninguna parte y de que el amor está en todas partes, y ésta es la lección que todavía quiero enseñarles a todos mis hermanos. 6Pues la comunicación lo abarca todo, y en la paz que re-establece, el amor viene por su propia voluntad.

El cuerpo, al igual que la mente, puede servir al amor o al miedo, esto es, a Dios o al ego.

Cuando sirve al amor, el cuerpo, se convierte en el canal apropiado para favorecer la comunicación verdadera, es decir, la comunicación que nos hace partícipes de la misma verdad, la que se reconoce en la Unidad de Todas la Mentes. Cuando utilizamos el cuerpo con tal fin, el amor se expande, creando un escenario donde la paz y la unidad serán una realidad.

Cuando sirve al miedo, el cuerpo, se convierte en el canal por el que comunicamos verdades vacías, y nuestra voz se convierte en el mensajero del error anunciando falsas verdades. Cuando se utiliza el cuerpo con tal fin, la mentira, la falsedad, fabrica un escenario donde las guerras, las separaciones, serán nuestras pesadillas.

8. No permitas que la desesperanza opaque la alegría de la Navi­dad, pues la hora de Cristo no tiene sentido si no va acompañada de alegría. 2Unámonos en la celebración de la paz, no exigiéndole a nadie ningún sacrificio, pues de esta manera me ofreces el amor que yo te ofrezco. 3¿Qué podría hacernos más felices que percibir que no carecemos de nada? Ése es el mensaje de la hora de Cristo, que yo te doy para que tú lo puedas dar y se lo devuelvas al Padre, que me lo dio a mí. 5Pues en la hora de Cristo se restablece la comunicación, y Él se une a nosotros para celebrar la creación de Su Hijo.

Si la comunicación verdadera no es portadora de amor, por mucha "navidad" que pretendamos festejar, la esencia real de la alegría, estará ausente, y lo único que conseguiremos será provocar una felicidad ficticia suministrando a nuestro cuerpo elixires que despierte en nuestra mente una euforia pasajera.

La felicidad es ese estado que se experimenta cuando nos sentimos completos, abundantes y plenos, es decir, cuando no hay carencia, ni necesidad, ni miedo. Esto tan solo es posible cuando hemos elegido amar.

Marquemos en nuestro calendario personal, cada día, como el día en el que vamos a celebrar, con júbilo, con amor, la Navidad. Permitamos a nuestro cuerpo, ser el canal, por el cual, comunicaremos la verdad: Somos el Hijo de Dios unidos en la Filiación.

9. Dios le da las gracias al santo anfitrión que desee recibirle y le deje entrar y morar allí donde Él desea estar. 2Y al tú darle la bienvenida, Él te acoge en Sí Mismo, pues lo que se encuentra en ti que le das la bienvenida, se le devuelve a Él. 3Y nosotros no hacemos sino celebrar Su Plenitud cuando le damos la bienve­nida dentro de nosotros. 4Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser los anfitriones de Aquel que los creó. 5Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con Él, y así recuerdan la única rela­ción que jamás tuvieron y que jamás querrán tener.

Este punto, nos está ofreciendo una guía importante para que conozcamos el camino que debemos recorrer para alcanzar el Plan de Salvación dispuesto para el Hijo, por Su Padre.

Tan sólo existe un camino verdadero que nos llevará a ese destino, y, para ello, se nos pide tan sólo una cosa, poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo. Ya sabemos lo que ello significa. Movilizar el Principio de la Voluntad y permitir entrar al Mensajero de Dios en nuestra mente, es lo que nos permitirá corregir nuestras falsas creencias y a percibir de manera verdadera.

10Ésta es la época en la que muy pronto dará comienzo un nuevo año del calendario

cristiano. 
2Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. 3Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. 4Dile, entonces, a tu her­mano: 

5Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.

6Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti

para aprisionarme a mí mismo.

7En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque

reconozco que nos hemos de liberar juntos. 


8De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad. 9Es mucho lo que aún os queda por hacer, llevamos mucho retraso. 10Acepta el instante santo con el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar -por tanto tiempo vacante- en el Gran Despertar. 11Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. 12permite que todas tus relaciones te sean santificadas. 13Ésta es nuestra voluntad. 14Amén.

Hermano, Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo. Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo. En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos. Amén.  

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