XI.
4. Tú que crees que el sacrificio es amor debes aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. 2Pues el sacrificio conlleva culpabilidad tan inevitablemente como el amor brinda paz. 3La culpabilidad es la condición que da lugar al sacrificio, de la misma manera en que la paz es la condición que te permite ser consciente de tu relación con Dios. 4Mediante la culpabilidad excluyes a tu Padre y a tus hermanos de ti mismo. 5Mediante la paz los invitas de nuevo al darte cuenta de que ellos se encuentran allí donde tú les pides que estén. 6Lo que excluyes de ti mismo parece temible, pues lo imbuyes de temor y tratas de deshacerte de ello, si bien forma parte de ti. 7¿Quién puede percibir parte de sí mismo como despreciable, y al mismo tiempo vivir en paz consigo mismo? 8¿Y quién puede tratar de resolver su "conflicto" interno entre el Cielo y el infierno expulsando al Cielo y dotándolo de los atributos del infierno, sin sentirse incompleto y solo?
Nadie puede dar lo que no tiene, y, si analizamos lo que damos, tendremos la oportunidad de reconocer lo que somos, pues, somos, lo que creemos que somos. Por lo tanto, tómate unos minutos para descubrirte a través de tus obras, pues, de este modo te conocerás.
¿Hay paz en tu vida? ¿Hay armonía? ¿Eres feliz?, o, en cambio, ¿Hay dolor, sufrimiento, enfermedad, luchas, miedos...?
Quizás decidamos, que tales planteamientos carecen de fundamento. Reconocer que es verdad lo que afirmamos, significaría, que somos los únicos responsables de aquello que experimentamos. Nos resultará más fácil, negarlo, y, sobre todo, nos resultará más liberador, culpar a los demás de nuestras desgracias.
Será nuestra elección, el continuar negando la verdad y mirar para otro lado, cuando aquello que cosechamos no sea de nuestro agrado.
5. Mientras
percibas el cuerpo como lo que constituye
tu realidad, te percibirás a ti mismo
como un ser solitario y desposeído. 2Y te percibirás
también como una víctima del sacrificio, y creerás que está justificado sacrificar a otros. 3Pues ¿quién podría rechazar al Cielo y a su Creador sin experimentar una sensación de sacrificio
y de pérdida? 4¿Y quién podría ser objeto
de sacrificios y pérdidas sin tratar de rehacerse a sí mismo? 5No
obstante, ¿cómo ibas a poder hacer
esto por tu cuenta, cuando la base de
tus intentos es que crees en la
realidad de la privación? 6Sentirse
privado de algo engendra ataque, al ser la creencia de que el ataque está justificado. 7Y mientras prefieras conservar la privación, el ataque se vuelve
salvación y el sacrificio amor.
El cuerpo es lo más valioso que cree poseer el ego. Sin él, su existencia no sería tal, es decir, la muerte del cuerpo, alberga la creencia de que dejamos de vivir, de existir. Por tal razón, el ego, trata de proteger su mayor tesoro, de todo aquello que puede suponer un peligro para su seguridad. ¿Qué hace el ego para proteger su cuerpo? Pues, hace valer su lema principal, "la mejor defensa es un buen ataque". Al compartir esa creencia con los demás, lo que está propiciando es el escenario donde se desarrollará su existencia, en un campo de batalla constante, donde la bandera blanca de la paz, tan sólo emergerá, cuando ya no quede nadie vivo para enarbolarla.
El ataque, procede del miedo, y el miedo, procede a su vez, de la creencia en la separación. Por lo tanto, dicho guión, no puede más que terminar en tragedia, pues, el miedo tan sólo fabrica miedo y más miedo.
El ataque, se convierte en el camino de la salvación, cuando creemos que lo que tenemos que salvar es el cuerpo.
Creer en la separación, es el resultado de haber negado el Amor, pues, el Amor es Unidad. Si hemos negado el Amor, habremos negado la esencia con la que Dios nos ha creado, lo que significa, que habremos sustituido nuestra verdadera identidad, por una falsa identidad, fruto de la creencia en la separación. Esta identidad es el ego, cuyo símbolo es el cuerpo.
Estamos conservando, estamos eligiendo, aquello que no tiene significado, aquello que está llamado a desaparecer, al estar gobernado por las leyes de la temporalidad, por las leyes de la ilusión, de lo irreal.
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