martes, 4 de junio de 2024

Capítulo 11. V. La dinámica del ego (1ª parte)

V. La dinámica del ego. 

1. Nadie puede escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la manera de protegerlas. 2No hay necesi­dad de sentirse amedrentado por ellas, pues no son peligrosas. 3Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para ello. 4Mantengámonos muy calma­dos al hacer esto, pues lo único que estamos haciendo es bus­cando honestamente la verdad. 5La "dinámica" del ego será nuestra lección por algún tiempo, pues debemos primero exami­narla para poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. 6Juntos desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él hacia la verdad. 

Desde el estado ego, es imposible negar las ilusiones, pues su identidad depende de ellas y negarlas supondría el reconocimiento de su inexistencia. 

¿Pero cómo vamos a poder negar esa ilusión si nos encontramos en ella? 

La analogía que se emplea para definir el estado de conciencia del ego es el sueño. Analizar la ficticia realidad que experimentamos durante el sueño, nos ayudará a encontrar la percepción correcta con la que debemos tratar la ilusión del ego. 

Cuando tenemos una pesadilla durante el sueño, el reconocer que lo experimentado es irreal y que somos el soñador de ese sueño, nos ayuda a calmar la ansiedad de lo vivido en ese estado ilusorio. 

Por lo tanto, el primer paso hacia el despertar nos lleva a realizar ese reconocimiento, es decir, a reconocernos como los soñadores de nuestros sueños. Esta nueva consciencia nos abre una nueva puerta, la que nos llevará a elegir tener sueños felices, esto es, sueños en el que sabemos que estamos soñando y de que todo forma parte de la ilusión propia del estado de soñar. 

2. ¿Qué es la curación sino el acto de despejar todo lo que obstacu­liza el conocimiento? 2¿Y de qué otra manera puede uno disipar las ilusiones, excepto examinándolas directamente sin proteger­las? 3No tengas miedo, por lo tanto, pues lo que estarás viendo es la fuente del miedo, y estás comenzando a darte cuenta de que el miedo no es real. 4Te das cuenta también de que sus efectos se pueden desvanecer sólo con que niegues su realidad. 5El siguiente paso es, obviamente, reconocer que lo que no tiene efectos no existe. 6Ninguna ley opera en el vacío, y lo que no lleva a ninguna parte no ha ocurrido. 7Si la realidad se reconoce por su extensión, lo que no conduce a ninguna parte no puede ser real. 8No tengas miedo de mirar al miedo, pues no puede ser visto. 9La claridad, por definición, desvanece la confusión, y cuando se mira a la oscuridad a través de la luz, ésta no puede por menos que disiparla. 

En el punto anterior, nos hemos quedado en la fase del proceso del despertar en el que hemos elegido soñar sueños felices, teniendo plena consciencia de que estamos soñando. Para llegar a este punto del camino, hemos tenido que decidir mirar y examinar el mundo ilusorio que se nos muestra. Reconoceremos que nada es real y aquello que nos producía miedo, ahora, al mirarlo, se ha desvanecido. 

3. Comencemos esta lección acerca de la "dinámica del ego" dán­donos cuenta de que la expresión en sí no significa nada. 2Dicha expresión encierra una contradicción intrínseca que la priva de todo sentido. 3"Dinámica" implica el poder para hacer algo, y toda la falacia de la separación radica en la creencia de que el ego tiene el poder de hacer algo. 4Tienes miedo del ego porque crees eso. 5No obstante, la verdad es muy simple:

6Todo poder es de Dios.

7Lo que no procede de Él no tiene el poder de

 hacer nada. 

Al despertar de una pesadilla, cuando aún nos encontramos bajo los efectos del terror experimentado, permanecemos inmovilizados, sin poder recordar que lo vivido no es nada. Es una prolongación del sueño, aun estando despierto. 

Esto mismo nos puede ocurrir, cuando afrontamos los primeros pasos del despertar. El miedo paraliza nuestra consciencia y nos impide recordar que ya no estamos soñando, que ya estamos despiertos y es el momento de reconocerlo, de conocer que lo que percibimos no es real, no es nada, no tiene efectos, no tiene poder alguno sobre nosotros. Es el momento de conocer que somos el Ser, el Hijo de Dios, que durante un tiempo se ha creído lo soñado, pero que ahora conoce la verdad.

4. Cuando observamos al ego, por lo tanto, no estamos exami­nando ninguna dinámica, sino tan sólo ilusiones. 2Puedes cierta­mente examinar un sistema ilusorio sin miedo, pues si su origen no es real no puede tener efectos. 3El miedo se vuelve claramente más impropio si reconoces el objetivo del ego, el cual está tan obviamente desprovisto de sentido que cualquier esfuerzo en su favor es, por fuerza, inútil. 4El objetivo del ego es claramente alcanzar su propia autonomía. 5Desde un principio, pues, su pro­pósito es estar separado, ser auto-suficiente e independiente de cualquier poder que no sea el suyo propio. 6Por eso es por lo que es el símbolo de la separación. 

Es importante, conocer que el objetivo del ego es claramente alcanzar su propia autonomía. Todo aquello que pretendamos realizar bajo ese propósito, llevará su sello y nos alejará de la verdad. 

5. Toda idea tiene un propósito, y su propósito es siempre el resultado natural de lo que es. 2Todo lo que procede del ego es lo que resulta naturalmente de su creencia central, y la manera de cancelar sus resultados es reconociendo simplemente que la fuente de éstos no es natural, ya que está en desacuerdo con tu verdadera naturaleza. 3He dicho anteriormente que ejercer la voluntad en oposición a Dios es querer que los deseos ilusorios se hagan realidad, pero eso no es realmente ejercer la voluntad. 4Su Voluntad es una porque la extensión de Su Voluntad no puede ser diferente de sí misma. 5El verdadero conflicto que experimen­tas, por lo tanto, es entre los deseos vanos del ego y la Voluntad de Dios, que tú compartes con Él. 6¿Cómo iba a ser esto un con­flicto real? 

“Toda idea tiene un propósito, y su propósito es siempre el resultado natural de lo que es”. El propósito del ego es la autonomía, la cual ha sido inspirada por el deseo de individualidad, de especialismo y de alejarse de la Leyes de Dios, fabricando un mundo con sus propias leyes basadas en lo efímero y temporal. 

6. Tuya es la independencia de la creación, no la de la autonomía. 2Tu función creativa radica en tu completa dependencia de Dios, Quien comparte Su función contigo. 3Al estar dispuesto a compartirla, Él se volvió tan dependiente de ti como tú lo eres de Él. 4No le adscribas la arrogancia del ego a Aquel cuya Voluntad no es ser independiente de ti. 5Él te ha incluido en Su Autonomía. 6¿Puedes realmente creer que la autonomía significa algo aparte de Él? 7La creencia en la autonomía del ego te está costando el conocimiento de tu dependencia de Dios, en la cual reside tu libertad. 8El ego considera cualquier dependencia como una amenaza, e incluso ha tergiversado tu añoranza de Dios y la ha convertido en un medio para consolidarse a sí mismo. 9Pero no te dejes engañar por la interpretación que hace de tu conflicto. 

La Autonomía de Dios nos hace libres, pues la dependencia del Hijo con Su Padre, al igual que la de Su Padre con Su Hijo, están basadas en la Ley del Amor, la cual no tiene límites y es eterna

La autonomía del ego, nos hace esclavos del miedo, de la enfermedad y de la muerte. Nos hace esclavos de todo lo temporal. 

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