Amanece. Mi cuerpo físico recupera la conciencia. Acabo de despertar y el primer pensamiento que acude a mi mente me lleva a prestar atención a la complicada jornada laboral que me aguarda. No puedo evitar sentir una fugaz decepción. Hubiese preferido visualizar otra perspectiva. Hubiese preferido imaginar que iba a disfrutar de una jornada tranquila, sin conflictos, sin problemas y sin asuntos que contaminasen la paz añorada.
Inmediatamente, elijo cambiar y rectificar ese pensamiento fugaz, pues está condicionando el momento presente, de modo que, si decido alimentarlo, estaré sembrando una semilla que, cuando crezca, me aportará los suficientes argumentos para que confirme que ese pensamiento es real, es decir, viviré un día triste, pésimo y todo cuanto haga llevará el sello de la desgana, de la desilusión.
Pido Expiación de ese pensamiento fugaz. Pido deshacer ese error, y a cambio, potencio la idea de que el día lo viviré en estado de presente continuo, es decir, cada momento del día es una oportunidad para experimentar la eternidad, pues es el único tiempo real. De este modo, cada minuto y cada segundo es en sí mismo un estado potencial que, si lo utilizamos para realizar nuestra función de amar, estaremos co-creando con nuestro Padre.
Sí, hoy es el mejor día, pues es el único día. Si contamino ese día con los recuerdos del pasado, seguro que lo contagiaré con el pensamiento del miedo, de la culpa, del dolor, del fracaso, de la tristeza, de la desolación, del sufrimiento, de la enfermedad, de la muerte.
En cambio, podemos elegir vivir ese día con la visión única que nos ofrece el presente, el instante. Bendecir ese momento, hacerlo sagrado, nos permitirá vivir en un estado de plenitud, de gracia, de abundancia, de alegría, de paz, de unidad, de salud, de vida.
Ya hemos tenido ocasión a lo largo de los estudios que estamos realizando de hablar del miedo. Hoy vamos a recordar algunas de las claves que nos ayudarán a elegir el amor y a no dar valor al miedo.
¿Qué os parece esta frase para empezar?
“Nunca podrás controlar por ti mismo los efectos del miedo porque el miedo es tu propia invención, y no puedes sino creer en lo que has inventado” (T-1.VI.4:2).
Cuando apostamos por dejar que el miedo se adueñe de nuestros pensamientos, lo que estamos haciendo es fabricando una percepción falsa, pues el miedo no existe en el nivel creativo y si no existe en dicho nivel, no existe en absoluto.
“Todos los aspectos del miedo son falsos porque no existen en el nivel creativo y, por lo tanto, no existen en absoluto. En la medida en que estés dispuesto a someter tus creencias a esta prueba, en esa misma medida quedarán corregidas tus percepciones” (T-1.VI.5:1-2).
Siempre que reflexiono sobre la idea del miedo, me gusta recordar el pensamiento que se recoge en el Texto y que se expresa de la siguiente manera:
“El amor perfecto expulsa el miedo. Si hay miedo, es que no hay amor perfecto. Mas: Sólo el amor perfecto existe. Si hay miedo, éste produce un estado que no existe” (T-1.VI.5:4-8).
Hablar del miedo hace inevitable el que reflexionemos sobre el origen de la separación, la creencia que tuvo lugar como consecuencia de suplir la verdad con nuestras propias ideas. Así nos lo explica el Curso:
“El uso inadecuado de la extensión -la proyección- tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de con la verdad. Este proceso comprende los siguientes pasos:Primero: Crees que tu mente puede cambiar lo que Dios creó.Segundo: Crees que lo que es perfecto puede volverse imperfecto o deficiente.Tercero: Crees que puedes distorsionar las creaciones de Dios, incluido tú.Cuarto: Crees que puedes ser tu propio creador y que estás a cargo de la dirección de tu propia creación” (T-2.I.1:7-12).
“Estas distorsiones, relacionadas entre sí, son un fiel reflejo de lo que realmente ocurrió en la separación o desvío hacia el miedo" (T-2.I.2:1) .
Cuando tenemos miedo de algo, estamos admitiendo que ello tiene el poder de hacernos daño. Donde esté nuestro corazón allí también estará nuestro tesoro. Creemos en lo que consideramos valioso. Si tenemos miedo, es que estamos equivocados con respecto a lo que es valioso.
No voy a extenderme más sobre el tema del miedo, para evitar repetir lo que ya hemos recogido en otras lecciones. Tan solo me gustaría añadir, parte del Texto del Capítulo 2, epígrafe VI, titulado "Miedo y Conflicto":
“El primer paso correctivo para deshacer el error es darse cuenta, antes que nada, de que todo conflicto es siempre una expresión de miedo. Dite a ti mismo que de alguna manera tienes que haber decidido no amar, ya que de otro modo el miedo no habría podido hacer presa en ti. A partir de ahí, todo el proceso correctivo se reduce a una serie de pasos pragmáticos dentro del proceso más amplio de aceptar que la Expiación es el remedio. Estos pasos pueden resumirse de la siguiente forma:
Reconoce en primer lugar que lo que estás experimentando es miedo.
El miedo procede de una falta de amor.
El único remedio para la falta de amor es el amor perfecto.
El amor perfecto es la Expiación” (T-2.VI.7:1-8).
Reflexión: Un día de total y plena convivencia con Dios.
Gracias.
ResponderEliminarBendiciones gracias
ResponderEliminarGracias por tu aporte. Bendiciones.
ResponderEliminarGracias infinitas
ResponderEliminarEn este eterno presente elijo el Amor Alegría y Verdad. Renunció al miedo. Y que mi Espíritu Santo dirija el barco rompehielos de ilusión de separación de Dios. Con los motores del perdón que expresan mi unidad e inocencia con todos mis hermanos
ResponderEliminarGRACIAS, GRACIAS, GRACIAS
ResponderEliminarDIOS TE BENDIGA
Doy las Gracias a mi Padre por Ser uno conmigo y tenerme Siempre Compañia🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏
ResponderEliminarMuchas gracias. Tenía muchas resistencias con este ejercicio pero tus reflexiones me han dado la luz que necesitaba
ResponderEliminarGracias por compartir tu sabiduría. GRACIAS.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu resumen tan acertado
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