martes, 1 de julio de 2025

Capítulo 21. V. La función de la razón (1ª parte).

V. La función de la razón (1ª parte).

1. La percepción selecciona y configura el mundo que ves. 2Lite­ralmente lo selecciona siguiendo las directrices de la mente. 3Las leyes del tamaño, de la forma y de la luminosidad tendrían vali­dez, quizá, si otras cosas fuesen iguales. 4Pero no lo son. 5Pues es mucho más probable que halles lo que buscas que lo que prefie­res pasar por alto. 6La apacible y queda Voz que habla en favor de Dios no se ve ahogada por los estridentes gritos e insensatos arranques de furia con los que el ego acosa a aquellos que desean escucharla. 7La percepción es una elección, no un hecho 8Pero de esta elección depende mucho más de lo que te has dado cuenta hasta ahora. 9Pues tu creencia acerca de quien eres depende ente­ramente de la voz que elijas escuchar y de los panoramas que elijas ver. 10La percepción da testimonio únicamente de esto, nunca de la realidad. 11Puede mostrarte, no obstante, bajo qué condiciones es posible tener conciencia de la realidad, o aquellas en las que nunca sería posible.

Lo que Jesús nos afirma en este punto viene a reforzar las nuevas teorías que postula la física cuántica sobre la realidad que percibimos. Los nuevos experimentos realizados sobre los campos de la energía plantean una revisión de las verdades admitidas, hasta ahora, por la física mecanicista. La cuestión es que las leyes que habíamos aceptado como verdaderas para dar significado a la materia deben ser sometidas a nuevas hipótesis que defienden la consideración del estado de la energía y de la función del observador en el proceso de prestar su atención y colapsar dicho estado, es decir, transformar la onda en partícula a través de la observación. Si estáis interesados en tener más información sobre los nuevos descubrimientos que está aportando la física cuántica y su aplicación en el proceso de transformación de la conciencia, os recomiendo la lectura de un libro cuyo autor es el Dr. Joe Dispenza, titulado "Deja de ser tú".

La percepción selecciona y configura el mundo que ves. Y lo hace siguiendo las directrices de la mente. El Mundo de Dios es el "mundo de los arquetipos" para los cabalistas o el "campo cuántico" para los físicos cuánticos. Lo describen como el "campo de las infinitas posibilidades", donde nuestra mente, en el uso creador del libre albedrío, puede elegir el pensamiento que queramos. Sabiendo esto, cuando elijamos, hagámoslo bien, pues aquello que elegimos condicionará nuestra vida, pues la onda-idea en la que hayamos puesto nuestra atención colapsará y se convertirá en partícula adoptando la forma de la realidad percibida, esto es, de experiencia física, y creeremos que es nuestra realidad, nuestra verdad. 

Sí, la percepción es una elección, no un hecho, aunque tiene tanto valor para nosotros que condiciona la creencia en lo que somos. Esta particularidad merece que le dediquemos nuestra reflexión a todo aquello que forma parte de nuestras creencias.

2. La realidad no necesita tu cooperación para ser lo que es. 2Pero tu conciencia de ella necesita tu ayuda, ya que tener esa concien­cia es algo que tú eliges. 3Si le prestas oídos a los dictados del ego y ves lo que él te indica ver, no podrás sino considerarte a ti mismo insignificante, vulnerable y temeroso. 4Experimentarás depresión, una sensación de no valer nada, así como sentimien­tos de inestabilidad e irrealidad. 5Creerás que eres la desvalida víctima de fuerzas que están más allá de tu control y que son mucho más poderosas que tú. 6Y creerás que el mundo que fabri­caste rige tu destino. 7Pues tendrás fe en eso. 8Pero no creas que porque tengas fe en eso, ello pueda hacer que sea real.

La visión del ego y el sistema de pensamiento al que ha dado lugar nos llevan a creer que somos un cuerpo físico y que dicho cuerpo es el amo de nuestro cerebro, donde depositamos a la mente. Dicha creencia está tan arraigada que nos lleva a identificar el cuerpo como el único causante y culpable de nuestra naturaleza pecadora. Defiende la creencia de que es el cuerpo el que lleva a la mente a pecar. De este modo le otorga al cuerpo la autoría de todas sus sensaciones y sentimientos. El cuerpo tiene el poder para hacernos sentir felices o desgraciados.

Sin embargo, nuestra percepción nos muestra una ilusión. Nos muestra tan solo lo que deseamos ver. Si deseamos ser especiales, nos mostrará los ropajes de lo que nos permitirá sentirnos especiales. Es la elección inspirada por el deseo lo que facilitará la transformación de las ondas-energía-pensamiento en partículas densas, en materia. Y a esa densidad de la energía la llamaremos realidad. Cuando en verdad la realidad no puede confundirse con el estado de colapso de la energía, con su estado perceptivo, sino que debe conservar su estado primordial, que es la energía que procede del Mundo de Dios o "campo de las infinitas posibilidades".

Al colapsar la energía, al percibirla externamente, la consideramos separada de nosotros. A ese estado de separación hemos llamado "pecado", cuando en verdad lo que hemos hecho es transformar el estado de la energía de su estado onda al estado partícula, cuando hemos deseado un pensamiento aislándolo de su estado origen.

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