miércoles, 14 de mayo de 2025

Capítulo 20. IV. La entrada al arca (4ª parte).

IV. La entrada al arca (4ª parte).

7. Éste es el propósito que se te encomendó. 2No pienses que per­donar a tu hermano os beneficia sólo a vosotros dos. 3Pues el nuevo mundo en su totalidad descansa en las manos de cada dos seres que entren allí a descansar. 4Y mientras descansan, la faz de Cristo refulge sobre ellos, y ellos recuerdan las leyes de Dios, olvidándose de todo lo demás y anhelando únicamente que Sus leyes se cumplan perfectamente en ellos y en todos sus herma­nos. 5¿Crees que podrías descansar sin ellos una vez que esto se haya realizado? 6No podrías dejar ni a uno solo afuera tal como yo tampoco podría dejarte a ti afuera, y olvidarme así de una parte de mí mismo.

La manifestación de Dios se expresa a través de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres rostros distintos expresando una unidad. En términos cabalísticos, el Padre representa la Voluntad de Dios, el Hijo representa el Amor de Dios y el Espíritu Santo representa la Inteligencia de Dios. El triángulo se constituye como la extensión de la unidad, dando lugar a la obra creadora. Podemos pensar que el triángulo es el patrón universal, el arquetipo que expresa todo acto creador. De este modo, la Voluntad sería la semilla, el Amor, la Tierra donde se interioriza la semilla y la Inteligencia, la manifestación de la planta.

La dinámica del número dos, que como hemos dicho representa la fuerza del Amor, también ofrece otro aspecto a tener en cuenta, pues mientras que en la unidad no existe separación, en el dos, que es la unión de dos unidades, sí puede manifestarse el aspecto de la dualidad. 

Las tres expresiones de la manifestación creadora se encuentran en nuestro interior. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que somos portadores de sus mismas fuerzas. Lo que significa que dentro de nosotros podemos manifestar libremente la dinámica de dichas fuerzas. ¿Qué significa esto? Sencillamente, podemos expresar libremente nuestra voluntad, haciendo la Voluntad de nuestro Padre o bien expresar nuestra voluntad en otra dirección, lo que afectaría, sin lugar a duda, a la manifestación del Amor, llevándonos a sustituirlo por nuestros deseos, lo que originaría la identificación con la dualidad.

El énfasis que Jesús pone en el contenido de este punto cuando se refiere a que debemos entrar en el arca de la paz de dos en dos responde precisamente a la dinámica explicada más arriba. Lo que nos está indicando es que debemos recordar la fuerza que se encuentra implícita en el Amor. Si así lo hacemos, estaremos siendo ejemplo para el mundo para que sigan la estela, el camino que les conducirá hasta el arca de la paz, donde encontrarán la salvación.

8Tal vez te preguntes cómo vas a poder estar en paz si, mientras estés en el tiempo, aún queda tanto por hacer antes de que el camino que lleva a la paz esté libre y despejado. 2Quizá te parezca que esto es imposible. 3Pero pregúntate si es posible que Dios hubiese podido elaborar un plan para tu salvación que pudiese fracasar. 4Una vez que aceptes Su plan como la única función que quieres desempeñar, no habrá nada de lo que el Espíritu Santo no se haga cargo por ti sin ningún esfuerzo por tu parte. 5Él irá delante de ti despejando el camino, y no dejará escollos en los que puedas tropezar ni obstáculos que pudiesen obstruir tu paso. 6Se te dará todo lo que necesites. 7Toda aparente dificultad sim­plemente se desvanecerá antes de que llegues a ella. 8No tienes que preocuparte por nada, sino, más bien, desentenderte de todo, salvo del único propósito que quieres alcanzar. 9De la misma ma­nera en que éste te fue dado, asimismo su consecución se llevará a cabo por ti. 10La promesa de Dios se mantendrá firme contra todo obstáculo, pues descansa sobre la certeza, no sobre la con­tingencia. 11Descansa en ti. 12¿Y que puede haber que goce de más certeza que un Hijo de Dios?

Poner nuestra fe en que el arca de la paz es el camino que debemos recorrer junto a nuestro hermano para lograr la meta de la salvación es esencial para garantizar el éxito de esa empresa, que, dicho sea de paso, es la única razón por la que nos encontramos en este mundo.

Poner la fe al servicio de la verdad es una garantía absoluta de éxito, pues como bien nos dijo Jesús, la "fe mueve montañas".

Si vas a emprender el viaje que ha de llevarte hasta la salvación, cerciórate de que tienes fe en lograr alcanzar dicha meta, de que tienes fe cierta en que ese camino debes hacerlo de la mano de tu hermano y de que tienes la fe suficiente para tener la certeza de que no tienes que preocuparte por nada más, pues el Espíritu Santo convocará a aquel que será tu compañero de viaje.

Si no tienes la suficiente fe en todo ello, el camino se te hará largo y difícil, encontrando multitud de obstáculos que parecerán impedirte alcanzar tu meta. No culpes a nadie de estos contratiempos, pues se encuentran en tu interior, en tu falta de fe, pues aún te mantienes indeciso a la hora de aceptar que, sin el acompañamiento del otro desde el amor, las puertas del arca de la paz permanecerán cerradas para ambos.

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