miércoles, 9 de octubre de 2024

Capítulo 15. I. Los dos usos del tiempo (4ª parte).

I. Los dos usos del tiempo (4ª parte).

10. El tiempo es inconcebible sin cambios, mas la santidad no cam­bia. 2Aprende de este instante algo más que el simple hecho de que el infierno no existe. 3En este instante redentor reside el Cielo. 4Y el Cielo no cambiará, pues nacer al bendito presente es librarse de los cambios. 5Los cambios son ilusiones que enseñan los que no se pueden ver a sí mismos libres de culpa. 6En el Cielo no se pro­ducen cambios porque Dios es inmutable. 7En el instante santo en que te ves a ti mismo resplandeciendo con el fulgor de la libertad, recuerdas a Dios. 8Pues recordarle es recordar la libertad.

El regalo que el Espíritu Santo nos brinda desde Su Mente Recta, nos fortalecerá en la certeza de que ver el presente, libre del pasado, libre de la creencia en el pecado y en la culpa, nos llevará a percibir la santidad del Cielo donde no existe el cambio, donde todo goza de la eternidad, donde estaremos libres de los cambios.

Cada presente goza de esta eternidad, porque cada presente es, siempre, una nueva oportunidad de ser lo que realmente somos: Hijo de Dios.

11. Si sientes la tentación de desanimarte pensando cuánto tiempo va a tomar poder, cambiar de parecer tan radicalmente, pregún­tate a ti mismo: "¿Es mucho un instante?" 2¿No le ofrecerías al Espíritu Santo un intervalo de tiempo tan corto para tu propia salvación? 3Él no te pide nada más, pues no tiene necesidad de nada más. 4Requiere mucho más tiempo enseñarte a que estés dis­puesto a darle a Él esto que lo que Él tarda en valerse de ese ínfimo instante para ofrecerte el Cielo, en su totalidad. 5cambio de ese instante, Él está listo para darte el recuerdo de la eternidad.

Seguro que, al igual que yo, te habrás preguntado cuánto tiempo te puede llevar tomar la elección correcta. Tal vez, pienses, al igual que yo, que tendrás que hacer algún curso donde te enseñen cómo hacerlo, o, leer algunos manuales que faciliten tu labor.

Pero la respuesta, nos la ofrece el Espíritu Santo. ¿Es mucho un instante?

Así es, no se requiere más, ni menos, que un instante. Ese instante es el único tiempo que te llevará a elegir. Si lo has visto, no dudarás, no tendrás necesidad de más tiempo, ese tiempo es tan solo un instante.

12. Mas nunca le podrás dar al Espíritu Santo ese instante santo en favor de tu liberación, mientras no estés dispuesto a dárselo a tus hermanos en favor de la suya. 2Pues el instante de la santidad es un instante que se comparte, y no puede ser sólo para ti. 3Cuando te sientas tentado de atacar a un hermano, recuerda que su ins­tante de liberación es el tuyo. 4Los milagros son los instantes de liberación que ofreces y que recibirás. 5Dan testimonio de que estás dispuesto a ser liberado y a ofrecerle el tiempo al Espíritu Santo a fin de que Él lo use para Sus propósitos.

Nos recuerda este punto, una vez más debido a su importancia, que el proceso de nuestra liberación, de nuestra salvación, no es un camino que debamos recorrer en solitario, sino todo lo contrario, está estrechamente unido al proceso de liberación y de salvación de nuestros hermanos. En verdad, el significado de salvación no es un logro individual, pues, no estamos separados del resto de la humanidad. Somos el Hijo de Dios, lo que nos lleva a recorrer el camino en la Unidad de la Filiación.

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