lunes, 19 de agosto de 2024

Capítulo 13. Xl. La paz del Cielo (2ª parte).

 Xl. La paz del Cielo (2ª parte).


4. No hay nada en este mundo que pueda brindarte semejante paz porque no hay nada en este mundo que se comparta totalmente. 2La percepción perfecta tan sólo puede mostrarte lo que se puede compartir plenamente. 3Puede mostrarte asimismo lo que resulta de ese compartir, mientras todavía tengas presente los resultados de no compartir. 4El Espíritu Santo señala calladamente el con­traste sabiendo que, en última instancia, dejarás que Él juzgue por ti la diferencia, permitiéndole que te muestre cuál de las dos alternativas es cierta. 5Tiene perfecta fe en tu juicio final, porque sabe que es Él Quien lo emitirá por ti. 6Dudar de eso sería dudar de que Él vaya a llevar a cabo Su misión. 7Mas ¿cómo iba a ser posible eso cuando Su misión es de Dios?

La percepción perfecta o verdadera, es el equivalente al estado de consciencia conocido como "despertar". El Hijo de Dios, tras su elección, cayó en un profundo sueño del cual aún no ha despertado. Ese sueño le llevó a olvidar su origen, su esencia creadora, el Amor, y se identificó con alguien que no era y a sentirse separado de los demás.

Ese despertar vendrá acompañado del acto de no juzgar bajo el sistema de pensamiento del ego, es decir, de manera condenatoria. La mente se pondrá al servicio del Espíritu Santo, o lo que es lo mismo, al servicio de la Mente Recta, lo que nos llevará a emitir un único juicio, el que dirigiremos para identificar la verdad, del error. 

5. Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabili­dad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le enco­mendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpabilidad que Su amado Hijo jamás se hubiese echado encima. 2Su misión no puede fracasar, pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. 3La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar 4sea cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. 5Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer. 6Él es tan estable, como la paz en la que moras, la cual el Espíritu Santo te recuerda.

De nosotros depende, que demoremos más o menos tiempo, el atender lo que la Voluntad de Dios a dispuesto, la salvación de Su Hijo.  

6. En el Cielo no recordarás cambios ni variaciones. 2Sólo aquí tienes necesidad de contrastes. 3Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios, pues gracias a ellos apren­des lo que debes evitar y lo que debes procurar. 4Cuando hayas aprendido eso, encontrarás la respuesta que elimina la necesidad de las diferencias. 5La verdad viene por su cuenta a encontrarse consigo misma. 6Cuando hayas aprendido que tú le perteneces a la verdad, ésta vendrá hasta ti quedamente sin diferencias de nin­guna clase, 7pues no necesitarás ningún contraste que te ayude a comprender que eso, y sólo eso es lo que quieres. 8No temas que el Espíritu Santo vaya a fracasar en la misión que tu Padre le ha encomendado. 9La Voluntad de Dios no fracasa en nada.

El Cielo es el reino de la Unidad y en él, no hay contrastes, no existe la dualidad. En cambio, en la tierra, los contrastes y las diferencias son recursos que favorecen nuestro proceso de aprendizaje, permitiendo elegir lo que nos beneficia y a desechar lo que nos hace daño.

Pero, la dualidad forma parte del sueño y del sistema de pensamiento del ego. En la medida que nuestra percepción se vaya espiritualizando, dejaremos de ver las cosas desde su aspecto dual y se nos mostrará su percepción real y verdadera. 

7. Ten fe únicamente en lo que sigue a continuación, y ello será suficiente: la Voluntad de Dios es que estés en el Cielo, y no hay nada que te pueda privar del Cielo o que pueda privar al Cielo de tu presencia. 2Ni tus percepciones falsas más absurdas, ni tus ima­ginaciones más extrañas ni tus pesadillas más aterradoras significan nada. 3No prevalecerán contra la paz que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti. 4El Espíritu Santo restaurará tu cordura por­que la demencia no es la Voluntad de Dios. 5Si eso es suficiente para el Espíritu Santo, también es suficiente para ti. 6No conservarás lo que Dios desea que se elimine porque eso interrumpe Su comunicación contigo, que es con quien Él quiere comunicarse. 7Su Voz se oirá.

No podemos negar el Pensamiento de Dios, al igual, que no podemos negar lo que realmente somos. Sí es cierto, que, como Hijos de Dios, tenemos el poder de elegir libremente haciendo uso de nuestra voluntad. Si nuestra elección es crear como Dios nos ha creado, esto es, desde el Amor, nuestras creaciones gozarán de la verdad y serán reales. Si, por el contrario, elegimos crear desde una visión distinta al Amor, nuestras creaciones no responderán a la verdad y, por lo tanto, no serán reales y eternas.

Las palabras recogidas en este punto, pueden hacernos pensar que nos priva de la libertad, pero esa conclusión sería errónea y no estaríamos comprendiendo el mensaje que se nos enseña. Todo pensamiento sigue a su fuente. Somos el Pensamiento de Dios, y en base a esa ley inalterable, no hay nada que nos pueda privar del Cielo.

En verdad, este punto es sumamente alentador, pues nos revela, que estamos llamados a reencontrarnos en la Unidad de la Filiación, en nuestro verdadero hogar, el Cielo. 

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