jueves, 8 de agosto de 2024

Capítulo 13. VIII. De la percepción al conocimiento (1ª parte).

VIII. De la percepción al conocimiento (1ª parte).

1. Toda curación es una liberación del pasado. 2Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. 3Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del conocimiento, y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. 4Sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. 5Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad, y no utiliza la percepción en absoluto. 6Por lo tanto, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto "dónde" no significa nada para ella. 7Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.

Nos dice este punto, del apartado VIII, que "sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento".  Se está refiriendo a la afirmación de que el pasado no existe, no es real, y que dicha afirmación pertenece a la esfera del conocimiento. 

La percepción surge cuando la mente se identifica con la división, con la separación, cuando se cree su propio creador, estableciendo una autoría que es falsa y que da lugar a un estado mental demente. Si la mente ha fabricado al ego, es una contradicción que el ego se crea el padre de la mente. La percepción del tiempo, es uno de los pilares más sólidos donde se erige el baluarte que da cobijo a las falsas y erróneas creencias del ego. Sin la creencia en el pasado, el ego carece de argumentos para demostrar su identidad y su existencia. Su origen procede de la separación y del sentimiento de culpabilidad por creerse hijo del pecado.

La curación es una liberación del pasado, es una liberación de la creencia en el tiempo, y por lo tanto, es una liberación de la culpa que nos mantiene atado a él. 

La curación, a la que refiere el Curso, no está haciendo referencia al cuerpo físico. Ya hemos visto que no es el cuerpo el que enferma, sino la mente. La enfermedad es consecuencia de la creencia en la separación, lo que significa que, la curación es la sanación de esa falsa creencia, o lo que lo mismo, la consciencia de la Unidad.

La Unidad, es el pensamiento verdadero que nos lleva a recordar a Dios y al Ser que realmente somos. La Unidad, es el estado de consciencia de la Filiación, donde cada chispa de Luz es portadora del conocimiento que emana del Rayo de Dios.

En Dios, no existe la distancia, ni el tiempo. Dios Es. 

2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada parcial con respecto al conocimiento. 2Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. 3Tú eres un aspecto del conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. 4Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. 5La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. 6lncluso la percepción del Espí­ritu Santo -la más perfecta que puede haber- no tiene signifi­cado en el Cielo. 7La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. 8Pero no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente.

La diferencia que existe entre la percepción y el conocimiento, es la misma que existe entre el cuerpo y el Espíritu. Percepción-Cuerpo-División, son expresiones que responden a la creencia en la separación, en la creencia de que es posible un mundo diferente al de Dios.

Conocimiento-Espíritu-Unidad, son expresiones que responden a la creencia en la unicidad, en la creencia de que tal sólo el mundo creado por Dios es real y verdadero.

Termina este punto, con una aportación muy reveladora. "no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente". Mientras que permanezcamos en el mundo físico, podemos mejorar nuestro nivel de percepción, de tal modo, que tomemos consciencia de que hemos permanecido dormidos y que somos los únicos soñadores del sueño. Ese estado renovado de consciencia nos llevará a ver las cosas de otra manera, a tener una percepción real y verdadera de lo que realmente somos y desecharemos la falsa creencia en la separación. Habremos alcanzado la percepción verdadera, pero, esa percepción ha de llevarnos a las puertas de conocimiento y ese estado de consciencia no será sensorial, es decir, no procederá del mundo físico, sino del Espiritual, del Cielo. 

3. La percepción perfecta pues, tiene muchos elementos en común con el conocimiento, haciendo que sea posible su transfe­rencia a él. 2El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. 3La separación no ha inte­rrumpido la creación. 4La creación no puede ser interrumpida. 5La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. 6El milagro, que no tiene ninguna función en el Cielo, es  necesario aquí. 7Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. 8Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes. 9Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eterni­dad.

Si tal y como establecen todas las enseñanzas espirituales, Dios es Perfecto e Inalterable, Su Hijo tiene que serlo igualmente, pues Su mente forma parte de la Mente de Su Creador.

Pero mientras que Dios conoce a la perfección la naturaleza de Su Creación, esto es, de Su Hijo, éste, decidió escindirse de dicho conocimiento y en su lugar, proyectó su mente en una realidad separada de la fuente original, de Dios. Esa decisión tomada por el Hijo de Dios, puede ser comparable con el episodio que se recoge en el Nuevo Testamento y que escenifica  la parábola del hijo pródigo.

Ese hijo que tras dilapidar todos sus bienes, retorna al hogar de su padre, quien lo recibe con alegría y aceptación.

Dios, nunca ha tenido dudas sobre la naturaleza de Su Hijo y mostrará su regocijo y su plenitud, cuando, éste despierte de su sueño y decida recordar el conocimiento de sí mismo. 

4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. 2No está separado de ninguno de Ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. 3El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque Él no tiene ningún Pensamiento que no comparta. 4El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. 5Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es Su realidad. 6Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.

El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, pues Su mente recuerda el conocimiento que comparte con Dios: Somos Uno, compartiendo la Mente de nuestro Creador. Si ese Conocimiento estuviese escrito y describiese la naturaleza verdadera del Ser, seguro que su custodio y guardián, es el Espíritu Santo, el cual, conoce, tiene la certeza, de que el retorno del Hijo de Dios, es una realidad. 

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