viernes, 2 de agosto de 2024

Capítulo 13. VI. Cómo encontrar el presente (2ª parte).

 VI. Cómo encontrar el presente (2ª parte).


7. El presente te muestra a tus hermanos bajo una luz que te uni­ría a ellos y te liberaría del pasado. 2¿Usarías, entonces, el pasado contra ellos? 3Pues si lo haces, estarás eligiendo, permanecer en una oscuridad que no existe, y negándote a aceptar, la luz que se te ofrece. 4Pues la luz de la visión perfecta se otorga libremente del mismo modo en que se recibe libremente, y sólo se puede aceptar sin limitaciones de ninguna clase. 5En el presente, la única dimensión del tiempo que es inmóvil e inalterable y donde no queda ni rastro de lo que fuiste, contemplas a Cristo e invocas a Sus testigos para que derramen su fulgor sobre ti por haberlos invocado. 6Esos testigos no negarán la verdad que mora en ti porque la buscaste en ellos y allí la encontraste.

Así es. Si en el presente recordamos lo que somos, es decir, nos vemos desde la mente recta y percibimos nuestra inocencia, será, igualmente, en el presente donde elegimos la senda de la salvación, pues habremos recordado que formamos, junto a nuestros hermanos, la Sagrada Filiación. 

8. El ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando te liberas del tiempo .2Extiéndele tu mano a todos tus her­manos, e infúndelos con el toque de Cristo. 3En tu eterna unión con ellos reside tu continuidad, ininterrumpida porque la compartes plenamente. 4El inocente Hijo de Dios es únicamente luz. 5En él no hay oscuridad, pues goza de plenitud. 6Exhorta a todos tus hermanos a que den testimonio de la plenitud del Hijo de Dios, del mismo modo en que yo, te exhorto a que te unas a mí. 7Cada voz es parte del himno redentor: el himno de alegría y agra­decimiento por la luz al Creador de la luz. 8La santa luz que irradia desde el Hijo de Dios da testimonio de que la luz que hay en él procede de su Padre.

Ya lo hemos adelantado en anteriores puntos, el ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando renacemos, más allá del tiempo, y reconocemos que somos eternos. Libres de las creencias en el pasado y en la muerte, nos habremos liberados de la oscuridad que nos mantenía sumidos en la pesadilla del sueño de la separación. 

9. Irradia tu luz sobre tus hermanos en recuerdo de tu Creador, pues le recordarás a medida que invoques a los testigos de Su creación. 2Los que cures darán testimonio de tu curación, pues en su plenitud verás la tuya propia. 3Y a medida que tus himnos de alabanza y de alegría se eleven hasta tu Creador, Él te dará las gracias mediante Su inequívoca Respuesta a tu llamada, 4pues es imposible que Su Hijo le llame y no reciba respuesta. 5La llamada que te hace a ti es la misma que tú le haces a Él. 6Y lo que te contesta en Él es Su paz.

Vivir el presente, nos brinda la oportunidad de dar lo que somos, de compartir lo que tenemos, y somos y tenemos la luz del entendimiento. En la medida en que extendamos esa luz-entendimiento con nuestros hermanos, estaremos compartiendo con ellos el poder de los milagros, pues estaremos compartiendo el poder del amor. 

10. Criatura de la luz, no sabes que la luz está en ti. 2Sin embargo, la encontrarás a través de sus testigos, pues al haberles dado luz, ellos te la devolverán. 3Cada hermano que contemples en la luz hará que seas más consciente de tu propia luz. 4El amor siempre conduce al amor. 5Los enfermos, que imploran amor, se sienten agradecidos por él, y en su alegría resplandecen con santo agrade­cimiento. 6Y eso es lo que te ofrecen a ti que les brindaste dicha. 7Son tus guías a la dicha, pues habiéndola recibido de ti desean conservarla. 8Los has establecido como guías a la paz, pues has hecho que ésta se manifieste en ellos. 9Y al verla, su belleza te llama a retornar a tu hogar.

Aquello que damos, recibimos y de este modo lo mantendremos. Cuando extendemos la luz del entendimiento, y la compartimos con nuestros hermanos, estaremos creando una cadena de amor que alcanzará al resto de la filiación. Ese poder de extensión tan solo se encuentra en el amor, pues el amor atrae, mientras que el miedo, separa.

En la medida que damos esa luz, la recibiremos de nuestros hermanos y esa cadena de amor, nos cobijará y protegerá de la oscuridad, pues la luz es legión. 

11. Hay una luz que este mundo no puede dar. 2Mas tú puedes darla, tal como se te dio a ti. 3Y conforme la des, su resplandor te incitará a abandonar el mundo y a seguirla. 4Pues esta luz te atraerá como nada en este mundo puede hacerlo. 5Y tú desecha­rás este mundo y encontrarás otro. 6Ese otro mundo resplandece con el amor que tú le has dado. 7En él todo te recordará a tu Padre y a Su santo Hijo. 8La luz es ilimitada y se extiende por todo ese mundo con serena dicha. 9Todos aquellos que trajiste contigo resplandecerán sobre ti, y tú resplandecerás sobre ellos con gratitud porque te trajeron hasta aquí. 10Tu luz se unirá a la suya dando lugar a un poder tan irresistible que liberará de las tinieblas a los demás según tu mirada se pose sobre ellos.

Cuando este punto nos dice que hay una luz que este mundo no puede dar, se está refiriendo al mundo inventado por el ego, en el cual, tan solo se percibe oscuridad. Mas esa luz de la que somos portadores, pues forma parte de nuestra verdadera realidad, podemos compartirla en la realidad del presente, lo que nos llevará a percibir el mundo real, el que está liberado de la visión del pasado, donde únicamente encontramos pensamientos basados en la culpa y en el pecado.

La llamada del Padre para Su Hijo una su luz a la totalidad de la Filiación, será escuchada en el estado presente, en el ahora, donde únicamente se puede producir el renacer de la Consciencia. Respondamos ahora, sí ahora, no en el mañana, a la llamada del Padre, busquemos a nuestros hermanos y percibamos su inocencia. Ese será el instante santo en el que se inicie el camino que ha de llevarnos a la salvación. 

12. Despertar en Cristo es obedecer las leyes del amor libremente como resultado del sereno reconocimiento de la verdad que éstas encierran. 2Tienes que estar dispuesto a dejarte atraer por la luz, y la manera en que uno demuestra que está dispuesto es dando. 3Aquellos que aceptan tu amor están dispuestos a convertirse en los testigos del amor que tú les diste, son ellos quienes te lo ofrecerán a ti. 4Cuando duermes estás solo, y tu conciencia se limita a ti. 5Por eso es por lo que tienes pesadillas. 6Tus sueños son sueños de soledad porque tienes los ojos cerrados. 7No ves a tus hermanos, y en la oscuridad no puedes ver la luz que les diste.

La luz tan solo es posible verla desde el presente. La visión y la creencia en el pasado, cuando ocupa el tiempo presente, nos priva de la luz, pues su oscuridad es portadora del miedo, de la culpa y de la demente creencia de la separación.

Cada vez que permitimos vernos desde el pasado, estaremos negándonos ver desde la luz, desde el entendimiento, por lo que actuaremos de forma demente, alejándonos cada vez más de la realidad y de la salvación. 

13. Sin embargo, las leyes del amor no se suspenden porque tú estés dormido. 2Las has obedecido en todas tus pesadillas, y no has dejado de dar, pues no estabas solo. 3Aun en tus sueños Cristo te ha protegido, asegurándose de que el mundo real se encuentre ahí para ti cuando despiertes. 4Él ha dado por ti en tu nombre, y te ha dado los regalos que dio. 5El Hijo de Dios sigue siendo tan amoroso como su Padre. 6Al tener una relación de continuidad con su Padre, no tiene un pasado separado de Él. 7Por eso es por lo que jamás ha cesado de ser el testigo de su Padre, ni el suyo propio. 8Aunque dormía, la visión de Cristo nunca lo abandonó. 9Y esa es la razón de que pueda convocar a los testigos que le muestran que él nunca estuvo, dormido.

Si Dios hubiese juzgado a Su Hijo, como éste cree. Si lo hubiese condenado y expulsado de Su Paraíso, de Su Mente, las puertas del Reino se habrían cerrado y su retorno a él, le sería imposible.

El Hijo de Dios, no fue expulsado de la Mente de Su Creador, pero su mente eligió dormir, entrando en un estado de sueño, del que aún no ha decidido despertar. Pero ello no significa que Su Padre Amoroso no lo haya protegido mientras que Su Hijo decidiese vivir esa pesadilla, en la que sueña que su Padre lo ha abandonado. El Rostro del Amor y de la Inteligencia de Dios, Cristo y el Espíritu Santo, siempre han velado por Su Hijo, salvaguardando la Verdad, para que, cuando se produzca el despertar del sueño en el que se cree sumido, logre recordar su verdadero Origen y, de este modo, retornar a su verdadero Hogar, donde Su Padre lo está aguardando. 

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