martes, 23 de julio de 2024

Capítulo 13. II. El inocente Hijo de Dios (2ª parte).

 II. El inocente Hijo de Dios (2ª parte).

 

5. En la serena luz de la verdad, reconozcamos que crees haber crucificado al Hijo de Dios. 2No has admitido este "terrible" secreto porque todavía desearías crucificarlo si pudieses encon­trarlo. 3No obstante, este deseo ha hecho que el Hijo de Dios se mantenga oculto de ti, ya que es un deseo aterrante, y, por lo tanto, temes encontrarlo. 4La manera en que has lidiado con este deseo de matarte es desconociendo tu identidad e identificándote con lo que no eres. 5Has proyectado la culpabilidad ciega e indis­criminadamente, pero no has podido descubrir su fuente. 6Pues el ego quiere destruirte, y si te identificas con él no podrás sino creer que su objetivo es también el tuyo. 

El ego ha fabricado un mundo donde impera la oscuridad. La ausencia de luz, es sinónimo de falsedad, de error, de irreal, de ilusión, de fantasía, de miedo, de culpa. Todo esto se justifica por el hecho de que la luz es amor y la ausencia de amor, es miedo. Podemos decir, que el sistema de pensamiento del ego es “enemigo” del sistema de pensamiento de Dios. La separación es enemigo de la unidad. O bien el ego es real, o, lo es Dios.

Tal y como se recoge en este punto, el ego quiere destruir al Hijo de Dios. Es la única manera que tiene el ego, la creencia en la separación, de sobrevivir. Si nos identificamos con el sistema de pensamiento del ego, esto es, si nuestra mente sigue eligiendo ver de manera separada a la de Dios, estaremos haciendo real su identidad y el mundo que percibiremos nos ofrecerá sus “productos”: dolor, sufrimiento, pérdida, enfermedad, sacrificio, escasez, etc. 

6. He dicho que la crucifixión es el símbolo del ego. 2Cuando el ego se enfrentó con la verdadera inocencia del Hijo de Dios intentó darle muerte, y la razón que adujo fue que la inocencia es una blasfemia contra Dios. 3Para el ego, el ego es Dios, y la inocen­cia tiene que ser interpretada como la máxima expresión de culpabilidad que justifica plenamente el asesinato. 4Todavía no entiendes que cualquier miedo que puedas experimentar en cone­xión con este curso procede, en última instancia, de esa interpreta­ción, pero si examinases las reacciones que éste suscita en ti, te convencerías cada vez más de que eso es cierto. 

La crucifixión es el símbolo del ego, es la muerte del amor por el miedo; la negación de la Unidad por la creencia en la separación; es la pérdida de la inocencia por el sentimiento de culpa. 

7. Este curso ha afirmado explícitamente que su objetivo es tu felicidad y tu paz. 2pesar de ello, le tienes miedo. 3Se te ha dicho una y otra vez que te liberará, no obstante, reaccionas en muchas ocasiones como si estuviese tratando de aprisionarte. 4A menudo lo descartas con mayor diligencia de la que empleas para descartar los postulados del ego. 5En cierta medida, pues, debes creer que si no aprendes el curso te estás protegiendo a ti mismo. 6no te das cuenta de que lo único que puede protegerte es tu inocencia. 

Cualquier enseñanza que nos ayude a recordar nuestra verdadera identidad, la de ser el Hijo de Dios, será negada y atacada por el sistema de pensamiento del ego, pues aceptarla, ya lo hemos dicho en otras ocasiones, significaría la extinción de la identidad del ego, o lo que es lo mismo, dejaríamos de percibir lo falso y lo ilusorio, para ver la verdadera realidad del mundo real. 

8. La Expiación se ha interpretado siempre como lo que libera de la culpabilidad, y esto es cierto si se entiende debidamente. 2No obstante, incluso si yo te interpreto lo que es, puede que la rechaces y no la aceptes para ti mismo. 3Tal vez hayas reconocido la futilidad del ego y de sus ofrecimientos, pero, aunque no los deseas, puede que todavía no contemples la alternativa con agrado. 4En última instancia, tienes miedo de la redención y crees que te aniquilaría. 5No te engañes con respecto a la intensidad de ese miedo, 6pues crees que, en presencia de la verdad, puedes volverte contra ti mismo y destruirte. 

La autoría del mundo irreal, del mundo del ego, se encuentra en la libre elección ejecutada por el Hijo de Dios de ver un mundo diferente al creado por Su Padre. Podemos decir, que el mundo fabricado por el pensamiento erróneo de creer posible crear de manera diferente a la de Dios, ha llevado al Hijo de Dios a adquirir una identidad falsa, la del ego, y a proteger su sistema de pensamiento. Por este motivo, aceptar la vía de redención de ese error, la Expiación, es una elección que no está dispuesto a aceptar por miedo a perder la seguridad que le aporta su identidad falsa. Es una elección por la muerte y una negación de la vida. 

9. Criatura de Dios, eso no es así. 2Ese “secreto por el que te sientes culpable” no es nada, y si lo sacas la luz, la Luz lo desvane­cerá. 3No quedará entonces ninguna nube tenebrosa que pueda interponerse entre ti y el recuerdo de tu Padre, pues recordarás a Su inocente Hijo, que no murió porque es inmortal. 4Y te darás cuenta de que fuiste redimido juntó con él y de que nunca has estado separado de él. 5El que puedas recordar depende de que comprendas esto, pues ello implica que has reconocido el amor sin miedo. 6Con ocasión de tu vuelta a casa se producirá un gran júbilo en el Cielo y el júbilo será tuyo. 7Pues el hijo redimido del hombre es el Hijo inocente de Dios, y reconocerlo es tu redención. 

Recordar lo que somos, Hijos de Dios, inocentes y puros, libres de pecado y culpa, nos permitirá reconocer que el amor es la única vía de redención y la Filiación, la única vía de salvación.

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