miércoles, 25 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 269

LECCIÓN 269

Mi vista va en busca de la faz de Cristo.

1. Te pido que hoy bendigas mi vista. 2Mi vista es el medio que Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. 3Se me ha concedido poder tener una nueva percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad. 4Pido la ilusión que trasciende todas las que yo inventé. 5Hoy elijo ver un mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo.

2. Hoy nuestra vista es bendecida. 2Compartimos una sola visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. 3Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.


¿Qué me enseña esta lección?

La vista, al igual que la mente, puede servir al Amor-Unidad o al miedo-separación.

Ese órgano de percepción debe ser bendecido y utilizado para llevar a cabo la función encomendada al cuerpo físico: comunicar.

El Hijo de Dios, al fabricar el mundo de la ilusión, dotó a la vista de un gran poder, pues, a través de ella, se recibía información sobre la realidad que percibíamos. Para el hijo del hombre, para el ego, esa percepción le llevó a creer tan sólo en aquello que veía, negando cualquiera otra identidad que no fuese capaz de ver y tocar.

La vista, al igual como el resto de los órganos de percepción, ha reforzado la conciencia de separación que fundamenta la existencia del ego. Al ver un mundo separado de mí, le doy validez y lo establezco como verdad.

Pero, la vista por sí misma no tiene ninguna capacidad de decisión. Es la mente, la que posee esa capacidad, pues sirve directamente al Espíritu. La mente se acostumbra a interpretar aquello que la vista le enseña, pero ese objeto que se evidencia, puede adquirir diferentes significados, dependiendo de las creencias adquiridas por la mente.

La vista, al ser bendecida, la ponemos al servicio del Amor-Unidad, y cuando así lo hacemos, nuestra visión verá las cosas de otra manera, de tal modo, que dejará de ver un mundo separado, un mundo hostil, un mundo desconocido. Cuando esto ocurra, mente y vista, servirán, tan sólo, a la Unidad, servirán, al Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Percibimos correctamente?

El mundo en el que creemos estar viviendo, es un mundo irreal, ilusorio, pero que nuestra mente hace real, al percibirlo por sus sentidos. 

La visión de ese mundo, a través de la percepción, presenta una serie de características que se perpetúan en el tiempo: miedo, culpabilidad, dolor, sufrimiento, pérdida, necesidad, escasez, enfermedad, muerte, etc. 

Es un mundo demente, que nos agota y consume, llevándonos a una situación de cansancio. Es el mundo de la percepción errada o falsa. 

"La per­cepción verdadera, o percepción inocente, significa que nunca percibes falsamente y que siempre ves correctamente. Dicho de una manera más llana, significa que nunca ves lo que no existe y siempre ves lo que sí existe" (T-3.II.2:5-6). 

¿Podemos corregir la percepción falsa? 

"La manera de corregir las distorsiones es dejando de tener fe en ellas y depositándola únicamente en lo que es verdad. No puedes hacer que lo que no es verdad lo sea. Si estás dispuesto a aceptar aquello que es verdad en todo lo que percibes, dejas que sea verdad para ti. La verdad supera todo error, y aquellos que viven inmersos en el error y en la vacuidad jamás pueden encon­trar consuelo duradero. Cuando percibes correctamente cance­las tus percepciones falsas y las de los demás simultáneamente. Puesto que los ves tal como son, les ofreces tu aceptación de su verdad para que ellos puedan aceptarla en sí mismos. Ésta es la curación que el milagro produce" (T-3.II.6:1-7). 

"La percepción es temporal. Al ser un atributo de la creencia en el espacio y en el tiempo, es susceptible de producir miedo o amor. Las percepciones falsas producen miedo y las ver­daderas fomentan el amor, mas ninguna de ellas brinda certeza porque toda percepción está sujeta a cambios. Por eso es por lo que la percepción no es conocimiento. La verdadera percepción es la base del conocimiento, pero gozar de conocimiento es la afir­mación de la verdad y esto se encuentra allende cualquier percep­ción" (T-3.III.1:7-10). 

"La verdadera visión es la percepción natural de la visión espiri­tual, pero es todavía una corrección en vez de un hecho. La visión espiritual es simbólica, y, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante, un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del milagro. Una "visión de Dios" sería un milagro más que una revelación. El hecho en sí de que la percepción esté involucrada demuestra que la experien­cia no pertenece a la esfera del conocimiento. De ahí que las visio­nes, por muy santas que sean, son efímeras" (T-3.III.4:1-6). 

La percepción correcta es necesaria antes de que Dios pueda comunicarse directamente con nosotros.  

La percepción falsa nos lleva a percibir falsamente a nuestros hermanos convirtiéndolos en extraños impidiéndonos conocerlos. Tendremos que percibirlos correctamente, desde la visión de la inocencia, desde la visión Crística, para que lo podamos conocer.


Reflexión: Eligiendo ver las cosas de otra manera.

5 comentarios: