sábado, 10 de agosto de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 223

LECCIÓN 223

Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.

1. Estaba equivocado cuando pensaba que vivía separado de Dios, que era una entidad aparte que se movía por su cuenta, desvinculada y encasillada en un cuerpo. 2Ahora sé que mi vida es la de Dios, que no tengo otro hogar y que no existo aparte de Él. 3Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él.

2. Padre nuestro, permítenos contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores. 2Pues nosotros que somos Tu santo Hijo somos incapa­ces de pecar. 3Queremos contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu Hijo. 4no queremos seguir relegándote al olvido, 5pues nos sentimos solos aquí y anhelamos estar en el Cielo, que es nuestro hogar. 6Queremos regresar hoy. 7Nuestro Nombre es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo.

¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, ha fabricado un mundo inspirado en las Leyes que rigen en el Cielo. Así, ha diseñado un cuerpo que al nacer lo vincula a una familia a la que llama padres y hermanos. En ese seno, el Hijo de Dios, recuerda lo que es el Amor. Ama su sangre y da la vida por ello. 

Mientras que permanecemos identificados con esa visión, mientras que nos veamos separados del resto de las familias; mientras que estemos dispuestos a perder la vida, por salvaguardar los lazos de sangre, estaremos sirviendo al error que se fundamenta en la creencia de la separación.

Nuestro padre físico, así como nuestra familia, no es más que una transitoria representación de la identidad con la que nos identificamos mientras que creamos que el cuerpo es nuestra realidad.

Al igual que el padre físico vela por la seguridad de su familia, Dios, nuestro Padre Celestial, vela por la seguridad de su Hijo.

Cuando sentimos y percibimos la presencia de nuestro padre físico, el temor desaparece y ello nos permite crecer en un ambiente seguro y feliz.

Del mismo modo, cuando despertamos a nuestra verdadera realidad, cuando tenemos la certeza de lo que Somos, nos entregamos en manos de nuestro Padre, para que Él guíe nuestros pasos y nos contagie con su Paz. Ya no tendremos miedo; ya no veremos la culpa pues, no vemos el pecado; ya no nos sentimos separados de Él y sabremos reconocer en cada rostro, a nuestro verdadero Hermano.

Ejemplo-Guía: ¿Cómo aceptamos no ser una entidad corporal?

¿Da miedo el hecho de plantearse esa cuestión?

Tengamos un gesto de sinceridad con nosotros mismos y preguntémonos ¿creo en verdad que no soy un cuerpo físico? Podemos pensar, que es lógico y tiene sentido, que nos hagamos esa pregunta, cuando el que la hace es el propio cuerpo.

Pero cuidado, con esa visión, estamos dotando al cuerpo con la capacidad de pensar y en muchas ocasiones hemos dicho que el cuerpo es un envoltorio al servicio de la mente, que no tiene capacidad para emitir pensamientos.

Luego, tenemos identificada la fuente desde donde emana la pregunta: nuestra mente. La mente actúa como un foco y está al servicio de nuestra voluntad. Si nuestra voluntad presta atención a las cosas del Cielo, el resultado será un acto de expansión creador. Si nuestra voluntad presta atención a la tercera dimensión, a la percepción, el resultado será un acto de proyección y fabricación.

En nuestro presente, en este mismo instante, en el ahora, nuestra mente se encuentra prestando atención al mundo tridimensional. En estos mismos momentos, me encuentro pulsando el teclado de mi ordenador y traduciendo mi pensamiento en palabras que forman una serie de frases, que, si lo consigo y adquieren significado, explicarán el contenido de lo que mi voluntad quiere compartir. Este acto, no es real, es ilusorio, pertenece al mundo del sueño. Soy consciente de ello, y el hecho de que sea consciente, me permite tener la certeza de que soy el soñador del sueño. Esta cuestión es muy interesante, pues estoy en condiciones de elegir cómo voy a vivir las ensoñaciones.

No quiero desviarme del tema elegido en el ejemplo-guía. La lección de hoy nos expresa con total claridad lo que realmente somos. Tan claro que no podemos tener dudas al respecto: "No existo aparte de Dios". "Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y Yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él".

Ayer mismo, reflexionaba sobre la fabricación del cuerpo. Me di cuenta de que, hasta ese momento, me había limitado a teorizar sobre la idea de que no somos un cuerpo. Sin embargo, en ese instante, mi mente había dado un paso más sobre esta creencia y ahora me ofrecía una nueva visión para que la meditara.

Encontré una similitud muy cercana al acto de fabricación del cuerpo, con el acto llevado a cabo por un escritor al imaginar el guión de una novela. Ese escritor, fabrica personajes a los que da una identidad ilusoria y de ficción, pero que desarrollan a lo largo del guion de la novela unas vivencias que son capaces de despertar sensaciones, sentimientos y emociones. La vida de esos personajes es tan efímera como las de los cuerpos físicos.


Durante mi reflexión, me vi como una Mente Creadora con capacidad para fabricar personajes de ficción, y entre estos, me reconocí con las características de un cuerpo en concreto el cual respondía a un nombre y a unos apellidos, con una personalidad muy concreta y con un sin fin de peculiaridades a las que vengo llamando vida.


¿Qué fin tiene esa Mente al fabricar un cuerpo? ¿Qué fin tiene el escritor al dar vida a un personaje ficticio?

Creo que la única respuesta posible para mi estado actual de compresión es esta: para crear.

Es una Ley natural. Se da lo que se tiene. Si como Hijo de Dios tengo la capacidad de crear, eso es lo que haré.

El escritor, en su imaginación, en su mente, ya tiene creada su obra. La escribe para compartirla, para extenderla. Para que su visión sea compartida.

El Hijo de Dios, antes de tener el "pensamiento original" que le llevó a tener la visión del mundo de percepción, gozaba de la Visión Una, es decir, no tenía conciencia de individualidad, ni de separación.

No concibo ese "pensamiento original" como un pecado, sino como un acto volitivo dirigido hacia una dimensión distinta a la de su procedencia. No es la misma dimensión desde donde emana el pensamiento, que la dimensión donde se condensa ese pensamiento. Uno expande, el otro limita.


En la medida en que seamos consciente de este hecho, lo seremos también para elegir cuál de esos mundos es el verdadero, el que está sujeto a las leyes de alternancia o en el que rige las leyes de la eternidad.


Reflexión: ¿Dónde sitúas a Dios? ¿Dónde lo buscas?

8 comentarios: