lunes, 26 de febrero de 2024

Capítulo 1. III. La Expiación y los milagros (5ª parte)

5. El error no puede amenazar realmente a la verdad, la cual siem­pre puede resistirlo. 2En realidad, sólo el error es vulnerable. 3Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no pue­des sino elegir acertadamente si recuerdas esto:

4El espíritu está eternamente en estado de gracia.
5Tu realidad es únicamente espíritu.
6Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.

7Desde este punto de vista, la Expiación deshace todos los erro­res, y de esta forma extirpa las raíces del temor. 8Cada vez que experimentas las palabras tranquilizadoras de Dios como una amenaza, es siempre porque estás defendiendo una lealtad mal situada o desencaminada. 9Al proyectar eso sobre otros los aprisionas, pero sólo en la medida en que refuerzas los errores que ellos ya han cometido. 10Eso los hace vulnerables a las distor­siones de los demás, ya que la percepción que tienen de sí mis­mos está distorsionada. 11El que obra milagros tan sólo puede bendecirlos, lo cual desvanece sus distorsiones y los libera de su prisión.

Nos encontramos a penas abordando el comienzo del estudio del Texto de Un Curso de Milagros, por lo que considero muy importante profundizar en la idea que nos aporta este punto, cuando nos anuncia que el error no puede amenazar realmente a la verdad. ¿Cuál es ese error? 

El Curso desarrolla esta idea a lo largo de sus Capítulos, por lo que nos conformaremos, a esta altura del camino, con conocer que: "El milagro se une a la Expiación al poner a la mente al servicio del Espíritu Santo. Así se establece la verdadera función de la mente y se corrigen sus errores, que son simplemente una falta de amor" (T-1.IV.2:6-7). Nos indica, igualmente, el Texto, que: "La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensa­ción de estar separado de Dios" (T-1.VI.2:1).

He ahí los dos aspectos que responden a la pregunta que nos hacemos, por un lado la falta de amor y, por otro, la sensación (creencia) de estar separado de Dios.

Ambos aspectos, se traducen en una falsa identificación de lo que realmente somos. Es como si renunciáramos por voluntad propia a no reconocernos hijos de nuestros padres biológicos y elegimos en su lugar una descendencia ilusoria, defendiendo la creencia de que no hemos sido creados por ellos, sino que nuestra identidad es fruto de nuestra propia creación.

El error al que se refiere este apartado ha quedado recogido en los Libros Sagrados. La Biblia, concretamente en el Génesis, nos revela el episodio en el que nuestros primeros "padres", Adám y Eva, protagonizan la más trascendente de las historias que haya podido vivir la humanidad, el acto de trasgresión a las recomendaciones del Creador y la expulsión del Paraíso como consecuencia de dicha acto. De manera simbólica, el Génesis, nos revela ese instante inscrito en la mente del Hijo de Dios, en el que, por elección propia, se decide acceder al Conocimiento, no por vía directa, como hasta entonces, sino por la vía de la percepción, lo que originó la creencia en la separación y en el cuerpo como única identidad.

Pero, tan sólo el error es vulnerable, nos revela el Texto, indicándonos que lo que procede de Dios es inalterable. La Verdad, la Realidad, no cambia, es eterna, mientras que el error, está sujeto a las leyes de temporalidad propio del mundo de la ilusión. La verdad está sustentada por el amor, mientras que el error lo está en el miedo.

Es cierto, que podemos elegir establecer nuestro reino donde mejor nos parezca, pero tenemos que conocer que nuestra verdadera realidad es Espíritu.

Termina el punto, recordándonos que la Expiación deshace todos los errores, lo que abunda en la idea ya aportada de que al poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo, estamos reconociendo nuestra verdadera realidad espiritual.

6. Respondes a lo que percibes, y tal como percibas así te compor­tarás. 2La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú quisieras que ellos se comportasen contigo. 3Esto signi­fica que tanto la percepción que tienes de ti como la que tienes de ellos debe ser fidedigna. 4La Regla de Oro es la norma del com­portamiento apropiado. 5Tú no puedes comportarte de manera apropiada a menos que percibas correctamente. 6Dado que tú y tu prójimo sois miembros de una misma familia en la que gozáis de igual rango, tal como te percibas a ti mismo y tal como lo percibas a él así te comportarás contigo mismo y con él. 7Debes mirar desde la percepción de tu propia santidad a la santidad de los demás.

Este apartado, podemos considerarlo como un anticipo de lo que más adelante se desarrollará más extensamente a lo largo del Curso: la percepción errónea y la percepción verdadera.

Percibir erróneamente, significa que hemos decidido poner nuestra mente al servicio del ego, de la creencia en la separación y del miedo. Percibir un mundo separado nos lleva a proyectar afuera el mundo que percibimos en nuestro interior. Si percibimos miedo, veremos el miedo proyectado en los demás, es decir, percibiremos en el otro el ataque y para defernos de él, decidiremos atacarlo nosotros, estableciendo un círculo interminable.

Percibir verdaderamente, significa que hemos elegido poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo, de la creencia en la Filiación Una y en el Amor. Cuando percibimos verdaderamente, lo que estamos haciendo es reconocer nuestra propia santidad y la de los demás.

7. Los milagros se dan en la mente que está lista para ellos. 2Dicha mente, al estar unida, se extiende a todos aun cuando el que obra milagros no se dé cuenta de ello. 3La naturaleza impersonal del milagro se debe a que la Expiación en sí es una, lo cual une a todo lo creado con su Creador. 4Como expresión de lo que verdaderamente eres, el milagro sitúa a la mente en un estado de gracia. 5La mente, entonces, naturalmente da la bienvenida tanto al Huésped interno como al desconocido externo. 6Al invitar adentro al desco­nocido, éste se convierte en tu hermano.

Dentro de los 50 Principios de los Milagros que se recogen en el Curso, el Principio 43 nos revela que los milagros surgen de un estado mental milagroso, o de un estado de estar listo para ellos.

He tenido la oportunidad de desarrollar, de manera más extensa, este Principio, trabajo que podréis encontrar en este blog . Os dejo el enlace:


Entre otras muchas cosas, decía:

“Estar listo es sólo el prerrequisito para que se pueda lograr algo. No se debe confundir una cosa con la otra. Tan pronto como se da la condición de estar listo, también se da, en cierta medida, el deseo de querer lograr algo, si bien éste no es necesa­riamente un deseo indiviso. Dicha condición de estar listo no es más que el potencial para que pueda tener lugar un cambio de mentalidad. La confianza no puede desarrollarse plenamente hasta que no se haya alcanzado un dominio total. Hemos tratado ya de corregir el error fundamental de que es posible dominar el miedo, y hemos enfatizado que el verdadero dominio sólo se puede alcanzar por medio del amor. Estar listo es sólo el comienzo de la confianza. Tal vez pienses que esto implica que tiene que transcurrir mucho tiempo entre el momento en que estás listo y aquel en el que alcanzas el dominio, pero permíteme recordarte que el tiempo y el espacio están bajo mi control” (T-2.VII.7:2.9).

8. El hecho de que el milagro pueda tener efectos en tus herma­nos de los que ni siquiera eres consciente no debe preocuparte. 2El milagro siempre te bendecirá. 3Los milagros que no se te ha pedido que hagas no dejan de tener valor. 4Siguen siendo expre­siones de tu estado de gracia, pero dado mi absoluto conoci­miento del plan en su totalidad, yo debo controlar su ejecución. 5La naturaleza impersonal de la mentalidad milagrosa asegura tu gracia, pero sólo yo estoy en posición de saber dónde pueden concederse.

Este punto, nos recuerda el contenido del Principio 45, el cual nos revela: "Un milagro nunca se pierde. Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces, y producir cambios inimaginables en situacio­nes de las que ni siquiera eres consciente" (T-1.I.45:1-2).

Para no repetir lo que ya se ha recogido en el análisis de este Principio, os dejo el enlace donde podréis acceder a dicha información:


9. Los milagros son selectivos únicamente en el sentido de que se canalizan hacia aquellos que los pueden usar en beneficio propio. 2Puesto que esto hace que sea inevitable el que los extiendan a otros, se suelda una fuerte cadena de Expiación. 3Esta selectivi­dad, sin embargo, no toma en cuenta la magnitud del milagro mismo, ya que el concepto de tamaño existe en un plano que de por sí es irreal. 4Dado que el milagro tiene como objeto restable­cer la conciencia de la realidad, no sería eficaz si estuviese limi­tado por las leyes que gobiernan el error que tiene como objeto corregir.

Nos advierte el Curso, en este apartado, que los milagros, a pesar de manifestarse en el mundo de la percepción, donde impera las leyes de la fabricación (proyección), tiene la facultad de crear, es decir, de expandirse, condición propia del amor, lo que tiene el efecto de propiciar una "cadena de favores", donde la energía que fluye es la de dar y compartir. Esa fuerte cadena de Expiación es "contagiosa", al estar regida por las leyes del amor, donde las limitaciones del tiempo y del espacio no son operantes.

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