lunes, 1 de enero de 2024

Capítulo 1. Principio 1: No hay grados de dificultad en los milagros.

Capítulo 1

EL SIGNIFICADO DE LOS MILAGROS


Al parecer, ni Helen Schucman, ni cuantos colaboradores participaron en la redacción y publicación de esta obra, estaban muy satisfechos con el título que Jesús le dio al Curso, pero él parecía estar claro en querer llamarlo Un curso en milagros. Esta es la razón por la que el interés primordial es el milagro, y eso es lo que realmente nos enseñan. El milagro, en palabras de Kenneth Wapnick, no tiene nada que ver con lo externo; y la razón principal de que así sea es que no hay nada externo.

El fundamento metafísico básico del Curso es que no hay mundo alguno fuera de nosotros. El mundo solamente es la proyección de lo que está en el interior de nosotros, lo cual significa que el asunto central siempre se encuentra en la mente. Esta proyecta sobre el mundo lo que tiene en su interior; y el mundo incluye no solamente la totalidad del mismo, el universo, sino también el mundo de nuestros cuerpos personales. Esto significa que el problema jamás es lo que está fuera de nosotros aquí en el mundo. El problema es siempre lo que está en nuestras mentes; y como es allí donde radica el problema, es allí donde debe buscarse la respuesta. Esa respuesta es el milagro.

La mejor definición de qué es un milagro es, entonces, que éste es la corrección de un pensamiento erróneo o de una percepción equivocada, y por lo tanto, Un curso en milagros jamás abogará porque hagamos algo que cambie nuestra conducta. Con ello debemos entender, que no debemos creer que al cambiar nuestra conducta ha cambiado el problema. El problema básico no está fuera en el mundo o en el cuerpo, está en la mente.

La definición más sencilla del milagro es que éste es la corrección de cómo percibimos o de cómo pensamos.

Existen dos maneras distintas de mirar al mundo y, más específicamente, de mirar las relaciones en nuestras vidas. Una es la manera de mirar del ego, que es la forma de ver más y más separación, ira y culpa, lo cual justifica nuestra ira y hace real la enfermedad aquí en el cuerpo. Todas estas percepciones realmente refuerzan la premisa básica del ego de que estamos separados de los demás y de Dios. La corrección para esto es cambiar de la forma de mirar del ego a la del Espíritu Santo, y ese cambio del ego al Espíritu Santo es el milagro. La palabra idéntica para ese proceso de cambiar de las percepciones del ego acerca de alguien a las del Espíritu Santo, es el "perdón".

Cuando perdonamos, lo que hacemos realmente es sanar el problema, porque la fuente básica del mismo es nuestra interpretación, y ésta se basa en la culpa. De modo que todos nuestros problemas -bien sean físicos, económicos, o sociales-­ no se encuentran afuera en el mundo del cuerpo sino que están más bien, en nuestras mentes y todos pueden remontarse a un problema de culpa. Es cuando perdonamos que nuestros problemas se sanan, de modo que podemos decir que las palabras "milagro," "perdón" y "curación" representan básicamente el mismo proceso.


I. Principios de los milagros

1. No hay grados de dificultad en los milagros. 2No hay ninguno que sea más "difícil" o más "grande" que otro. 3Todos son iguales. 4Todas las expresiones de amor son máximas.

La expresión "no hay grados de dificultad en los milagros" es como decir que todos los problemas del mundo son lo mismo, los que parecen mayores y los que parecen menores. No hay diferencia entre ellos.

Esta afirmación se basa en el reconocimiento de que afuera no existe mundo alguno. Ahora bien, si creemos en la realidad del mundo de la percepción, del mundo físico o del mundo separado, entonces creeremos, igualmente, en que hay gradaciones: hay cosas más grandes y cosas más pequeñas.

Si albergamos la creencia de que el cuerpo es real, entonces justificaremos que hay ciertos problemas que son más críticos que otros. Por ejemplo, no daremos el mismo valor a un dolor de cabeza que a un infarto de corazón.

El objetivo de un curso de milagros, nos lleva a tomar consciencia del error de esa forma de pensamiento. El primer paso que nos conduce a ese cambio de pensamiento, es hacernos consciente de que la rectificación no se produce en el cuerpo, sino en la mente, y dicha rectificación es tan eficaz para un resfriado como para un cáncer. Ambas situaciones tienen una sola causa, el error mental. Si corregimos esa causa, corregiremos el efecto, esto es, la enfermedad.

Las cosas que hacemos en este mundo para aliviar el dolor se hacen en el nivel de los síntomas, lo que significa que se hacen en el nivel de la forma. Uno de los principios claves en el Curso es la distinción que siempre nos pide que hagamos entre forma y contenido. Un curso de milagros enseña que sólo hay dos contenidos básicos en el mundo: Dios o el ego; amor o miedo; espíritu o cuerpo. Hay solamente dos percepciones básicas en el mundo: una es la manera del ego de mirar un problema y la otra es la manera del Espíritu Santo de mirar ese mismo problema.

El Curso nos enseña que tan sólo existe un problema: la creencia de que estamos separados. La Lección 79 del libro de ejercicios señala que sólo hay un problema, por consiguiente sólo hay una solución. El único problema es la culpa, la separación, o el guardar resentimientos, y la única solución es el milagro, el perdón o el unirnos.

Resumiendo este primer principio, diremos que todos nuestros problemas pueden resolverse en la misma forma, simplemente cambiando nuestro pensamiento acerca de ellos.

La dificultad que encuentra el ego para aceptar este principio, es que cree que el problema se encuentra en los efectos, en el cáncer o en el resfriado y ello le lleva a establecer valores diferentes. Pero como ya hemos visto este pensamiento es erróneo, pues la causa no se encuentra en el cuerpo sino en la mente.

La afirmación "Todas las expresiones de amor son máximas", nos revela la propia condición del amor. El amor o es total o no lo es. El amor es uno de los Atributos con los que se expresa la condición de Dios. Como su Hijo, hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, por lo que podemos decir, que somos legítimos herederos de Sus Atributos.

Somos Hijos de Dios, es lo mismo que decir que Somos Hijos del Amor. Cada vez que compartimos el amor, estamos dando muestra de nuestra máxima expresión. El amor no procede de nosotros; no proviene del mundo. El amor emana de Dios, a través del Espíritu Santo Quien nos inspira entonces a ser lo que podríamos llamar amorosos.

Un curso en milagros también nos enseña que nadie en este mundo puede ser amoroso, porque nos dice que el amor sin ambivalencia es imposible aquí (T-4.III.4:6). El sólo hecho de estar aquí significa que tenemos un ego, lo cual quiere decir que creemos en la separación. Esto significa que no podemos creer en la naturaleza del amor que todo lo abarca. Técnicamente, el perdón es el equivalente del Amor del Cielo en este mundo, y el amor nos llega de Dios a través del Espíritu Santo en nuestras mentes, Quien nos inspira todas las cosas amorosas que hacemos. Pero aquí con el uso de la palabra "amor" podemos ver cómo el Curso no es, ciertamente, muy estricto en el uso de la misma. A menudo hablará de amor en términos de lo que hacemos aquí.


Bibliografía: Los 50 Principios del Milagro - Kenneth Wapnick

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